Moda circular, rompiendo con la cultura desechable

por | Ene 8, 2019

¿Qué es la moda circular y por qué la industria debería optar por este camino? Stgo Slow nos cuenta todo al respecto.

En artículos anteriores les hemos contado sobre el concepto de economía circular, acuñado por Ellen MacAthur, pero quisimos ir un paso más allá y entender cómo se aplica este paradigma a una de las industrias más cuestionadas del último tiempo: la moda. En un panorama donde la producción de ropa se ha duplicado desde el año 2000 al 2014, el número de prendas consumidas anualmente ha aumentado en un 60%, y donde alrededor de 3/5 de la producción de vestuario termina incinerada o en vertederos tan solo al año de su producción (McKinsey & Company), es evidente que el sistema de la moda actual está fallando, y gravemente. Y es frente a este escenario que la economía circular aparece como una interesante –y urgente– respuesta.

Buscando comprender a cabalidad la moda circular, conversamos con Carola Moya y Marcela Godoy, Directora Ejecutiva y Directora de Sustentabilidad de Stgo Slow, un laboratorio de tendencias especializado en la investigación y promoción de hábitos de consumo y estilo de vida sustentable. ¿Qué es la moda circular? ¿Por qué debería importarnos? ¿Qué se puede hacer al respecto? Son solo algunas de las preguntas que te invitamos a resolver a continuación.

Entendiendo la circularidad

Para quienes no están familiarizados con el término circularidad, me gustaría partir preguntándoles: ¿a qué se refiere ese concepto?

Carola: Antes de que Marcela explique lo que es economía circular, sería bueno aclarar que efectivamente tiene que ver con la sustentabilidad, pero la sustentabilidad también tiene que ver con otros aspectos que van más allá del tema medioambiental, como lo social y lo económico. Finalmente, la economía circular y la moda circular están dentro del paraguas de la sustentabilidad, pero no son lo mismo.

Marcela: La economía circular surge como respuesta al modelo económico lineal que actualmente tenemos. Quien acuñó el término fue la Ellen MacArthur Foundation; lo que ellos hicieron fue tomar diferentes miradas, conceptos y teorías desde los años 70 hasta ahora, las combinaron y dieron con el concepto de economía circular.

Al tratar de hacer propuestas ante el problema de insostenibilidad que tenemos actualmente, las propuestas que se lo venían planteando desde hace 20 o 30 años carecían de una bajada a la realidad. Pero luego se dieron cuenta de que es un modelo cultural y económico –principalmente económico– que en realidad se terminó de implantar e intensificó su insostenibilidad al globalizarse el capitalismo. Y dentro de un sistema capitalista –que no podemos cambiar actualmente–, el hilo conductor de las teorías, pensamientos y corrientes que habían surgido radicaba en imitar a la naturaleza como modelo económico. Cuando hablamos de economía no estamos hablando de dinero, estamos hablando de administración de recursos y de qué hacemos con ellos.

Una primera observación es que el problema actual es que no tenemos recursos, que se están agotando y estamos siendo súper ineficientes. Ante eso, la idea es preguntarse cómo lo hace la naturaleza, por qué fluye orgánicamente y no hay agotamiento. Y la conclusión es que la naturaleza funciona en un ciclo cerrado, donde no existe el concepto de residuo y tampoco hay pérdida de energía.

Actualmente, a un sistema entra energía y materias primas, y salen emisiones y residuos. Y esos dos conceptos de deben eliminar. Entonces, por qué no hacemos que de este sistema salgan también materias primas, recursos o nutrientes y que, en vez de emisiones, salga energía que alimente otros sistemas –que pueden ser técnicos o biológicos–.

Hemos construido una civilización en torno a la modificación técnica y/o química de distintas materias primas que extraemos de la naturaleza –como el plástico, el hormigón, el fierro o algunos tipos de madera– y no podemos volver a la época de las cavernas. Entonces, si tenemos un montón de materiales artificiales, podemos someter esos materiales a un metabolismo técnico y biológico. Al técnico van materiales como el metal, hormigón, plástico; y al biológico, materias como el algodón, la madera, el papel, los alimentos (compostaje o biogás), etc.

No existe el concepto de residuo.

¿Y cómo se aplica esta definición y procesos a la moda? 

Carola: La mayoría del textil que se utiliza, sobre todo en el fast fashion, es plástico: poliéster, nylon, acrílico; y vienen del petróleo, por lo que se les puede dar el mismo tratamiento que al plástico.

Dentro de la cadena de valor y de producción de cómo se fabrican las prendas de vestir en la industria textil, debemos pensar en cómo estos ciclos se van retroalimentando unos con otros, y preocuparnos de que efectivamente no terminen en desechos. Entonces, lo que se debe hacer es que los productos estén diseñados para que se puedan volver a insertar dentro del sistema.

Hay diseñadores que trabajan con materiales reciclados, como Juana Díaz, 12na, La Viuda de Elvis y otros más. En estos casos, hablamos de reutilización, no precisamente de reciclaje textil, porque no se ha pasado por un proceso que transformara esa materia en una nueva materia prima. Los materiales llegan a fin de vida y en vez de reciclarse, se vuelven a reinsertar en el sistema creando una nueva prenda. En cambio, si Nike reutiliza botellas PET para hacer camisetas o el traje de un equipo de fútbol, eso es reciclaje, porque están incorporando un material y lo transforman en una fibra para poder hacer un textil.

Uno podría pensar que otra posibilidad de dar una nueva vida sería la moda vintage o de segunda mano, pero también están el reciclaje y reutilización ¿hay otras miradas o formas?

Carola: La ropa de segunda mano –que en realidad de vintage tiene bien poco– en muchos casos es ropa usada de la temporada pasada. Y eso es terrible. Hay personas sensibilizadas con el tema de lo medioambiental que se conforman con comprar ropa usada, pero lamentablemente igual son prendas de fast fashion, que son de pésima calidad, con poca durabilidad. La base de cuando hablamos de economía circular en la moda circular, es que sean prendas duraderas, por eso la calidad y los materiales son tan importantes.

Por otra parte, es básico es que sean monomateriales, si no lo son, no vamos a poder reciclarlo.

¿Por qué es importante adoptar esta mirada dentro del sistema de la moda? ¿Por qué es tan relevante dentro de esta industria?

Carola: La ONU declaró a la industria de la moda como la segunda más contaminante del planeta, y eso sin considerar la huella de esclavitud, con la que ya hablaríamos más de sustentabilidad. Pero si solo nos concentramos en lo medioambiental, la industria de la moda es una de las que genera mayor impacto.

Debemos entrar en esta cadena de producción más consciente, que no tiene que ver con consciencia a nivel moral como se suele pensar, sino con reducir el desperdicio de textiles. Como se menciona en alguno de los posts que subieron a sus redes, 550 toneladas de textiles llegan a los vertederos, es decir 550 mil kilos de textiles. A eso sumémosle los 250 kilos que están tirados en Alto Hospicio o los que reciclan algunas casas de retail. Incluso en las cadenas de producción que tienen esta mirada “sustentable”, o conscious, gran parte de la cantidad de ropa que tiran al mercado ni siquiera se puede reciclar efectivamente, menos reutilizar, porque son cadenas pensadas en la obsolescencia programada y percibida. Entonces la ropa dura poco tiempo, está diseñada para que se rompa o para que me digan que pasó de moda, y generalmente ni siquiera se puede reciclar porque no es monomaterial.

Marcela: Y por otro lado, si nos hacemos la pregunta de por qué es tan importante esta mirada en la moda, ¿de qué es el mayor porcentaje de publicidad que nos invade diariamente? ¿Qué es lo que la mayoría de la gente consume? Considerando que son las mujeres las que toman la mayor cantidad de decisiones de compra. Ya no solo es la gente que va al mall y consume muchas cosas, sino que hasta se consume ropa en el supermercado. Se consume muchísimo y son todos productos con obsolescencia programada y percibida, que está pensada para durar muy poco, por eso es tan dañina.

Dentro de la cadena de valor y de producción de cómo se fabrican las prendas de vestir en la industria textil, debemos pensar en cómo estos ciclos se van retroalimentando unos con otros, y preocuparnos de que efectivamente no terminen en desechos.

¿Cómo ven que la circularidad en la moda se está abordando en Latinoamérica y en Chile?

Carola: El tema de la circularidad en particular es bastante complejo porque no existen muchas fábricas de reciclaje textil. En Colombia sí hay un mercado que está mucho más establecido en relación a la industria textil. Acá en Chile actualmente hay dos fábricas de reciclaje que ya están trabajando el reciclaje textil, estas son Rembre y Retex. Ellos dos están trabajando desde el reciclaje, pero la verdad no es que estén creando una nueva fibra, que es lo que hacen en Colombia. Acá lo que hacen es picarlo y usarlo de relleno para cojines, sacos de box, pero no se vuelve a reinsertar dentro del mercado del textil como fibra.

Además de las fábricas y tecnologías que permiten reinsertar nuevamente un material al sistema, la circularidad también considera al diseñador y al consumidor como parte de la cadena. En términos del diseño, ¿qué rol juegan estos actores dentro del sistema?

Carola: Es básico el rol del diseñador, ya que alrededor del 80% del impacto que va a tener una prenda está en decisiones que se pueden tomar y abordar en la etapa de diseño. Cuando uno empieza a diseñar, además de crear el look and feel (cómo se va a ver), haces la ficha o el molde, y eso habla de la eficiencia que va a tener el material, haces la elección del material y eso implica de dónde viene, cuál es la trazabilidad, el impacto medioambiental, qué textil tiene mayor impacto… Si estuviéramos hablando de eco diseño puro, uno le podría hacer un análisis de ciclo de vida (ACV) a las prendas y claramente hay textiles que tienen mayor impacto que otras, tanto en la trazabilidad como en la huella hídrica y de carbono.

Por ejemplo, sabemos que el algodón es una fibra natural, que probablemente será una prenda monomaterial. En temas de trazabilidad y huella de carbono, no es lo mismo que hagamos algo con un algodón que viene de India a que trabajemos con un algodón que viene de Perú, pero la huella hídrica sí va a ser la misma. Existen otros materiales que tienen una huella hídrica mucho menor, como el liocell, el tencel o el modal.

Entonces, el diseñador va a optar por una materialidad y eso también va a depender del tipo de diseño que quiera hacer, porque hay diseños que no se pueden hacer con ciertos materiales, por la caída o lo que quieres conseguir con él. Entonces sí, el diseñador es uno de los actores con mayor cantidad de atribuciones a la hora de elegir qué va a hacer. Debe prever el impacto de todo lo que va a pasar en el proceso y facilitar que cuando la prenda llegue al fin de vida el usuario pueda hacer algo con ella. También puede pensar en que la prenda, por ejemplo, no necesite que se lave tanto, ya que el impacto del lavado es muy grande en términos de uso de luz.

Y ahí es donde entra el consumidor como parte de la cadena, desde donde él puede contribuir al sistema.

Carola: Claro, primero desde el consumo, cuando yo elijo. Y la segunda es cómo yo lo uso.

En cuanto a su trabajo con Stgo Slow, ¿cómo están trabajando la moda circular a nivel local?

Carola: Además de los reportes de tendencias que hacemos, que es de donde hemos levantado que, por ejemplo, estas dos empresas están trabajando el reciclaje textil e identificamos a los actores que están trabajando en este tema. También nos tocó trabajar con Valparaíso Creativo para Pasarela Valparaíso de este año, donde hicimos también un taller de moda circular, en el que principalmente levantamos datos e información, sensibilizando y explicando a los diseñadores y asistentes cómo pueden aplicar una mirada circular. Hay distintas estrategias en la cadena de valor, y el diseñador debería verse en la necesidad y también en la responsabilidad de ver cómo impactan sus decisiones a la hora de diseñar.

Uno podría preguntarse qué rol juega la academia o centros de formación en eso.

Carola: Yo que doy clases en Campus Creativo, específicamente en vestuario, me doy cuenta de cómo las mallas no están preparadas. Por ejemplo, en el seminario de la industria de la moda de este segundo semestre, debo haber estado dos o tres meses hablando de moda sustentable, pero también del impacto de cómo el fast puede tener prácticas de moda circular. De hecho, la moda industrial y a gran escala, difícilmente pueda ser sustentable, pero perfectamente puede ser circular.

¿Cuáles considerarían las principales barreras para implementar una mirada circular en la industria de la moda?

Carola: Que no existe la capacidad técnica instalada y tampoco existe industria textil.

Así como no existe la industria del reciclaje instalado para satisfacer el impacto de la cantidad de residuos que se producen a ningún nivel, ni en envases ni embalajes, menos existe en moda, porque la industria textil ni siquiera está dentro del marco de la Ley REP, que es algo que nosotras estamos tratando de implementar.

Que sea de diseño local no significa nada. No significa que sea sustentable, no significa que sea de calidad, ni que tenga menor impacto.

¿Cómo escoger mejor?

¿Qué diseñadores o marcas chilenas están trabajando desde una mirada circular? Y finalmente, ¿cómo ser un consumidor más sustentable?

Marcela: Lo que nosotros proponemos para ser más sustentable, en cualquier tipo de producto, es dejar de comprar tanto, es decir, disminuir tu consumo. Segundo, si vas a comprar, hazlo con cariño y en vez de comprarte 10 camisetas de $2.000 mejor junta ese dinero y compra una prenda de $20.000. En el fondo, se trata de aprender a invertir nuestro dinero, porque eso es finalmente consumir: tomar consciencia de que lo que estás comprando, no solo del dinero, sino de tu tiempo; saber a quién estás financiando con ese dinero que, finalmente, es tu tiempo.

Y en términos de ropa, el consejo es comprar calidad. Si vas a invertir, tienes que informarte sobre qué tipo de tela es, qué voy a hacer cuando se termine el ciclo de vida, de dónde viene viajando, si es un producto local o no. Si te interesa comprar diseño chileno, bueno se te va achicando el embudo y puedes preferir ciertos diseñadores que están cumpliendo con ese criterio.

¿Hay alguno en particular que recomienden?

Carola: Que sea de diseño local no significa nada. No significa que sea sustentable, no significa que sea de calidad, ni que tenga menor impacto. Eso no lo acredita, ni siquiera que sea un producto hecho sin trabajo esclavo, por lo tanto es súper importante conocer cuáles son las prácticas y las políticas que hay detrás de las marcas. Y eso pasa para todos, así como le exigimos a H&M o a otras marcas fast, también deberíamos exigirle los mismos criterios a las marcas más pequeñas, y eso implica que los diseñadores deben transparentar sus procesos, y transparentarlos no es que salgan diciéndolos, sino mostrar que efectivamente es así.

Sobre qué diseñadores comprar en particular, yo les pediría que miraran las etiquetas, que se empezaran a familiarizar con los materiales, cuáles tienen menor impacto que otro. En eso los diseñadores chilenos están en bastante desventaja y atrasados, porque muchos de ellos ni siquiera incluyen dentro de sus etiquetas qué material es, no saben de dónde viene, y si es así, difícilmente el consumidor va a poder enterarse de todo esto.

Sí hay textiles que son más sustentables o con menor impacto que otros. Primero las prendas que están hechas con materiales de segunda mano, sí o sí van a tener menor impacto, sobre todo porque no son hechas de manera procesada. Como mencionamos, las telas como el modal, el lyocell y el tencel tienen menor impacto. Las prendas de lana también. Si bien tienen una huella de carbono por los animales y otra serie de impactos que se generan dentro de la cadena de producción, en el uso baja muchísimo el impacto porque un chaleco o abrigo de lana se lava con mucha menor frecuencia.

Están también las telas naturales, porque no es necesario lavarlas después de cada uso, porque por ejemplo no les sale mal olor, y eso significa que también baja el impacto.

Por último, más allá del diseño local, ¿qué alternativas hay a nivel de retail o masivo?

Carola: Antes de venir para acá, uno de nuestros amigos nos preguntaba sobre el jeans, y le dimos dos ejemplos. Está la marca Reptil, que hace diseño local, y está súper bien, pero no sé de dónde vienen sus materiales. Y en el retail está Americanino, ellos tienen un sistema de producción con el jeans para gastarlo que es de ciclo cerrado con dióxido de carbono, con eficiencia energética, que también está súper bien.

El tema es que hay que preguntarle a las marcas, y para eso debemos ser mucho más informados. Y las marcas, por su parte, independiente de que sea diseño de autor, independientes o retail, deben transparentar sus procesos. Yo creo que pocas personas saben que los jeans Americanino tienen un proceso súper eficiente. Si yo no hubiese hablado en alguna oportunidad con el gerente, no me habría enterado de que tenían ese tipo de prácticas. Está en las marcas visibilizar este tipo de prácticas porque hay consumidores más sensibles, que están buscando este tipo de prendas, y pasa que por mucho que quieras comprar diseño local, de autor o independiente, hay ciertos productos que no los encuentras, y ahí es cuando acudes al retail.

Imagen destacada: Michelangelo Pistoletto, Venus de los trapos

Me inspira la moda, el respeto por la naturaleza y las personas, así como la belleza en todas sus formas, por eso el año 2016 fundé Franca. y desde ese entonces busco contribuir a vestir y vivir de una manera que combina la ética y la estética. @javiera_amengual

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