¿Por qué parir es como hacer el amor?

por | Nov 4, 2020

Esto termina como empieza.

Hace un tiempo la asociación italiana Vita di Donna, portal italiano dedicado a la salud de la mujer, y el colectivo Freedom for Birth, publicaron un provocativo video llamado Sex Like Birth. La trama es sobre una pareja que quiere gestar una guagua, y decide que el mejor lugar para hacerlo es un hospital.

Durante los 7 minutos y medio que siguen, esta joven, sana y fogosa pareja, intentan por todos los medios hacer el amor sin llegar a buen puerto. Finalmente después de varios intentos y recomendaciones de los “expertos”, deben entregarse a sus manos para acceder a una fecundación asistida. ¿El diagnóstico para avalar tal intervención médica? Failure to progress dice el doctor, un sarcasmo más de parte de los creadores de este video, pues “falla en el progreso” es quizás el diagnóstico más usado para explicar cesáreas, uso de occitocina y fórceps en el mundo de la obstetricia.

¿Pero acaso la pareja no era sana, joven y fogosa? Al menos así lo explicita el video: no hay ningún problema de salud, todos los indicadores médicos están perfectos, los exámenes de sangre, ella está ovulando ese día, temperatura bien, presión ok. Todo indica que ese día podría haber fecundación. ¿Qué ocurre entonces? El joven atiende a todas las recomendaciones, desespera con las interrupciones, pero intenta una y otra vez y hasta sigue el ritmo que el médico le impone. Sin embargo la sana, joven y fogosa pareja no lo logra. Failure to progress.

¡Qué ganas de escuchar los pensamientos de todos y todas al ver este video! Escuchar las razones para explicar la “falla en el progreso” de esta pareja. Me gustaría escucharlos solo para hacer evidente aquello en lo que todos estaríamos de acuerdo: hacer el amor en esas condiciones es prácticamente imposible, peor aun tener un orgasmo. Quizás con suerte podría lograr la penetración. Pero lo cierto es que el lugar que habitan los orgasmos está lejos de ser el que muestra este video.

El problema no es que la pareja no esté sana. Tampoco que no tengan deseo sexual. El problema no es la pareja, el problema es el ambiente. En otro ambiente lo más probable es que esa misma pareja pueda tener una relación sexual satisfactoria.

Y bueno, lamentablemente lo que para las relaciones sexuales nos resulta tan obvio y evidente, se nos hace difícil ver para los nacimientos. Como dice la cita que inicia este video, de Michel Odent, quien fue un médico obstetra francés y uno de los defensores más notables del parto fisiológico: “La occitocina es la hormona del amor y se produce durante el sexo, el trabajo de parto y el nacimiento. Esta no se produce en condiciones de estrés”.

Siguiendo la lógica de la fisiología: si para una pareja joven y sana resulta imposible tener una relación sexual en un medio hospitalario como este, podemos comprender entonces por qué la mayoría de los nacimientos, que suceden en condiciones similares, necesitan ser intervenidos. Es cierto que algunos nacimientos requieren de intervenciones médicas para suceder saludablemente, pero no es posible que hoy la mayoría de los nacimientos sean tratados como patológicos, que la mayoría de los nacimientos requieran de occitocina sintética para dilatar, para alumbrar la placenta, episiotomía para los expulsivos… Hay algo ahí que no cuadra.

Gracias a las últimas investigaciones sobre neurobiología y fisiología, podemos asegurar que la occitocina, hormona que se produce en el cerebro primitivo y que comanda el trabajo de parto y alumbramiento, se secreta solo bajo ciertas condiciones y nunca en presencia del cortisol, la hormona del estrés. Por lo tanto, el nacimiento, así como las relaciones sexuales, requiere de condiciones ambientales para suceder saludablemente. No se relaciona con la voluntad de que ocurra, tampoco con la preparación de la madre al parto, ni con cuánto sabe sobre parir. Un nacimiento saludable tiene directa relación con las condiciones en que se desarrolla.

A lo largo de sus publicaciones, Odent ha ido descubriendo y describiendo cuáles son estas condiciones. Si lo pensamos imaginando una relación sexual, resultan ser de sentido común. La primera sin duda es la intimidad. Para la mayoría de las parejas hacer el amor con espectadores es tan difícil como para una mujer parir a su hijo o hija. La segunda es la seguridad. No es posible reproducirnos en un medio que consideramos amenazante, pues tampoco parimos a nuestras crías en medios que no sentimos seguros. La otra condición es el calor. El planeta se pobló en los trópicos no solo porque resulta más fácil sobrevivir y alimentarse, sino también porque los partos suceden en forma más fácil y segura cuando la temperatura oscila entre los 28°C y 30°C. Y la última: la ausencia del lenguaje. Si activamos nuestro cerebro orbitofrontal para articular nuestro pensamiento a través del lenguaje, desactivamos nuestro cerebro primitivo inhibiendo la secreción de occitocina. No es posible tener un orgasmo mientras conversamos sobre el menú de mañana, ¿cierto? Bueno, tampoco es posible parir mientras nos dicen de cuántos centímetros está nuestra cérvix y en qué posición está la cabecita de nuestro bebé.

Cada una de estas condiciones variará en cada mujer, en cada pareja. Para algunas mujeres la seguridad está puesta en el hospital, para otras en sus hogares; para algunas sus parejas son fuentes de tranquilidad, para otras no. Y la preparación de un parto consiste justamente en averiguar en qué condiciones yo me sentiré segura, sin sentirme observada. Muchas veces, probablemente la mayoría, los medios hospitalarios ofrecen la antítesis de estas condiciones. Como lo muestra tan genialmente el video, abunda la luz, el lenguaje y la intimidad es un recurso que prácticamente no existe. Sin embargo, hay clínicas y hospitales que están conscientes de las necesidades básicas de una mujer de parto, están conscientes que los partos son más seguros y saludables cuando son cuidadas estas condiciones. Hay equipos médicos que cuidan el silencio, la oscuridad, obstetras y matronas que cuidan la intimidad. Son equipos médicos que confían en el parto como un proceso fisiológico y no los “observan” siempre con la posibilidad de una complicación.

No necesitamos que nos indiquen cómo hacer el amor, tampoco necesitamos que nos indiquen cómo parir. En mujeres sanas, con gestaciones sanas, solo necesitamos un medio adecuado y personas que confíen en la fisiológica, la sabiduría de nuestros cuerpos.

Soy mujer, mamá de 4, casada feliz hace 18 años. Soy socióloga, tengo estudios en teología y psicología. Actualmente estoy terminando un magister en políticas públicas en la Escuela de Gobierno UC. Tuve mi primera hija hace casi 17 años, y mientras fueron naciendo mis hijos empecé a aprender sobre el mundo de la maternidad; por experiencia aprendí de embarazo, practica del yoga, talleres de parto, parto, lactancia, apego y crianza. Esperando a mi 2do hijo empecé a acompañar mujeres en sus gestaciones y luego de tener a mi tercera hija hice mi formación como doula y educadora prenatal. La opción profesional que he tomado ha sido resultado de mi experiencia personal, fruto de una profunda convicción: acompañándonos en el nacimiento y la crianza, podemos reparar, caminar y crecer, para amar cada vez más y mejor. Actualmente, doy talleres de parto, acompaño mujeres en sus gestaciones, sigo en la educación de teología y soy directora ejecutiva de Fundación El Toldo.

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