Alejandra es viñamarina y estudió ingeniería en medioambiente y recursos naturales en la Universidad de Viña del Mar, donde profundizó en temáticas que desde el colegio le llamaban la atención, como botánica y gestión de residuos. Desde el 2014 vive en Santiago con Agustín, con quien lleva casi 12 años de relación. “Al poco tiempo de estar juntos nos dimos cuenta de que nos complementábamos muy bien, y que teníamos varias cosas y gustos en común”, cuenta. “Como el amor por el planeta Tierra y por las plantas de interior”.
Poco antes de que empezara el 2016, ambos vieron que tenían muchas ganas de motivar a su círculo cercano a relacionarse de otra manera con el planeta y los seres que lo habitan. Fue así como unieron el amor de Agustín por la fotografía, ilustración e investigación, y el de Alejandra por la educación ambiental y la comunicación, para armar la cuenta @vayaconsumismo. Decidieron que sería una plataforma para difundir y compartir ideas y consejos simples para conocer y vivir las estrategias de la cultura basura cero, acercando esta temática a las personas de una manera cercana. Hoy, Vaya Consumismo es una comunidad. “Lo lindo es que cada día aprendemos algo y conocemos nuevos proyectos o personas que están en la misma sintonía que nosotrxs, buscando reducir la huella que dejamos en el planeta”, asegura.
Trabajar en el servicio público es una vocación para ella. “Me permite ayudar y trabajar de cerca con las personas y las políticas públicas”, dice. Y no llegó a este camino completamente de sorpresa, ya que en la universidad ganó tres becas relacionadas al servicio público; una de ellas para el fortalecimiento de la función pública en Latinoamérica, que la llevó a estudiar en Brown University. Después de haber trabajado en la Municipalidad de Peñalolén y luego en Fundación Basura, hoy trabaja medio tiempo en la Dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad de Peñalolén, y la otra mitad del día en Vaya Consumismo, donde con Agustín realizan charlas y talleres (ahora modo online) en empresas y colegios, promocionando una relación más sustentable con el planeta, cuestionando nuestros hábitos de vida, de consumo y alimenticios.
Siendo la menor de tres hermanos, Alejandra se define como inquieta y curiosa desde siempre, y como una persona con un gran gusto por hablar, comunicar, cocinar, viajar y, sobre todo, la naturaleza. “Algo de lo que estoy convencida es que entre #MásSimplesMásFelices”.
Siempre me acuerdo del día en que adoptamos a la Rufa (2012).
Una idea que me ronda últimamente es que ojalá más personas se motivaran a hacer compostaje o vermicompostaje en sus casas, a tener huertos en sus balcones y a usar más hierbas medicinales que remedios. Qué lindo sería.
Me gusta la gente que irradia energía positiva y que busca siempre el lado bueno de las cosas.
Cuando estoy en la naturaleza siento una conexión muy fuerte y unas ganas locas de quedarme ahí mucho más tiempo admirando todo.
Si quisiera cambiar de profesión, me encantaría profundizar en temáticas relacionadas al periodismo y la comunicación. Pero amo haber estudiado algo relacionado al cuidado del planeta (ingeniería ambiental), creo que la volvería a elegir como carrera.
Algo que quiero cambiar en el mundo es la falta de amor y respeto hacia lxs demás. Sobre todo, la relación que tenemos con nuestro planeta y todxs lxs seres que lo habitan.
Lo que más me gusta de mi día a día es que tengo la oportunidad de hacer lo que me gusta y de convertir cada día en un día extraordinario.
Me llevé una sorpresa enorme el día que nacieron mis sobrinos y descubrí el amor de tía.
La palabra que mejor me define es porfiada o perseverante.
Una causa que me mueve es la crisis global socioambiental.
Si pudiera decirle algo a mi yo de 15 años le diría confía más en ti.
En mi velador siempre hay un buen libro y un vaso de agua o una infusión.
Para mí el consumo responsable es el que aborda distintas variables, por ejemplo: dónde se hizo, con qué materiales, quién lo hizo. Es el que nos invita a pensar “¿realmente lo necesito?” antes de comprar algo.
Mi receta favorita del momento es el queque de plátano vegano (dulce) y las lentejas tipo thai (salado). Son miles en realidad, trato siempre de buscar nuevas recetas.
El libro que más me ha marcado es Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas de Melanie Joy.
Una canción que me ronda en la cabeza últimamente es cualquiera de TikTok, me río mucho y se me quedan pegadas (por ejemplo, la del festín de Ratatouille).
Un proyecto que me tiene entusiasmada es la evolución de Vaya Consumismo. Me entusiasma todos los días, sobre todo porque es una cultura, un estilo de vida y lo que vamos aprendiendo cada día como pareja.
Uno de mis grandes sueños es ver más colaboración, más vida de barrio y más iniciativas como por ejemplo de trueque en las comunidades.
Un recuerdo agradable es el último cumpleaños que viví con mi papá (cuando cumplí 21).
Quiero tratar de ser más relajada y menos acelerada.
El misterio que más me inquieta es el de las consecuencias de nuestras acciones (sobre todo la relación entre ingerir plásticos en nuestro cuerpo y la salud).
Lo primero que hago en la mañana es limpiar mi lengua y tomar un vaso de agua con limón (un hábito que incorporé hace poco en mi rutina).
Podría ver mil veces las series Grey’s Anatomy, Friends, This is Us y The Big Bang Theory.
Mi aceite esencial favorito es el de lavanda para dormir y el de bergamota o lemongrass para hacer el desodorante natural y tener energía durante el día.
Cuando necesito una pausa leo, bordo (estoy recién aprendiendo), cocino. Pero lo que más me relaja es trabajar con las plantas (de interior y huerto) y trabajar en la vermicompostera. He descubierto en esta cuarentena que se me hace difícil tomar pausas, estoy siempre haciendo algo, y es muy importante aprender a tener esos momentos.