Ana Neri: transformando recuerdos en prendas únicas

por | Mar 26, 2024

“Crear con lo que tengo es un tema que está demasiado dentro de mi”.

Marcada por las largas sobremesas en su Venezuela natal, la curiosidad innata de sus ojos y sus manos, así como por el paso de la migración en el cuerpo y la experiencia, Ana Neri es más que una diseñadora de moda, es una transformadora de recuerdos y experiencias. Su sello romántico y sutil va más allá de una estética, de una forma de hacer, sino que se vincula profundamente con su más genuina forma de ser. 

Tuve la fortuna de conocer a Ana el año 2022, quien me recibió como quien espera a una amiga de la vida en su acogedor departamento en la Roma Norte, y maravillarme por primera (pero no por última vez) con sus prendas delicadas y los miles de retazos que las conforman. 

Hoy, casi dos años después de ese primer encuentro, nos volvemos a sentar a conversar, sumergiéndonos en el viaje detrás de la marca by Ana Neri, la cual se desprende orgánicamente de la propia travesía de Ana. 

La creatividad: El inicio de todo 

“Desde que tengo uso de razón siempre he estado muy apegada a lo que es la creatividad en general y el arte. Muchos de mis familiares son artistas, arquitectos, diseñadoras de moda, entonces desde muy chiquita siempre me rodeé de eso. Siempre fui muy curiosa, me gustaba agarrar cosas del clóset de mi mamá y ver si les cosía cualquier cosita o un pantalón que ya no me quedaba transformarlo en cartera, siempre experimentaba, me encantaba inventar. 

Yo creo que desde ese momento nace mi apego por la moda. Como que nunca dije “voy a estudiar moda”, sino todo fue así, muy natural. Por ejemplo, mi abuela tenía una costurera que le hacía su ropa, entonces yo salía al colegio, me iba para allá, y siempre estuve cerca de una máquina de coser, de las telas, de todo eso. Ya de grande empecé a estudiar la carrera (de diseño de moda)  y ahí dije ya esto sí es lo que me encanta”.

La formación: estudiar, trabajar y aprender con las tijeras en la mano

Ana inició sus estudios en Caracas, y mientras estudiaba trabajó en paralelo con la diseñadora italiana radicada en Venezuela Piera Ferrari, quien era reconocida en el mundo de la moda por sus vestidos de novia y trabajo de alta costura. “Fue mi primera mentora, por decirlo así, donde yo me sumergí en el taller de ella y aprendí mil detalles sobre la alta costura. Siempre preguntaba y estaba viendo cómo hacían el corsé, cómo hacían la primera prueba, etcétera”. 

Y aunque el proceso de hacerse un espacio en el atelier de Ferrari no fue fácil, Ana logró demostrar que tenía talento de sobra, llegando a hacer un vestido de novia de principio a fin, algo que no solo requiere de destreza, sino de confianza.

“La verdad que fue algo muy lindo y todo este proceso de alta costura, de detalles a mano, de ahí aprendí a coser con dedal, que es algo que yo uso muchísimo, que de hecho colecciono dedales a través de todo ese proceso.” 

Pero como ya nos adelantó Ana, es una mujer curiosa, y sus lecciones en la industria de la moda apenas estaban iniciando. Así, a los 21 años decide dejar su país y emprender rumbo hacia el sur de América. “Hice un viaje a Buenos Aires, me encantó esa ciudad y decidí mudarme y terminar mi carrera ahí”.  

“Fue una experiencia increíble. Donde yo estudiaba en Caracas era un instituto más orientado a corte y confección, tenía una formación más de modista como tal. Si tuve colecciones y todo, pero en Buenos Aires aprendí un poco sobre negocios, sobre administración, sobre cómo hacer un pitch para vender tu colección, llegamos a hacer pasarelas. Tenía más materias que solamente corte y confección.”

“Y bueno, estudiar en una ciudad que tiene cuatro estaciones fue un cambio. Yo venía de Venezuela que todo el año es la misma estación. Es colores, es flores, es mar, es latino, o sea como que… venía de otra cultura, y Buenos Aires me abrió lo que es el invierno, lo que es la primavera, esperar a que llegue la primavera, el verano, lo que implica salir del invierno”.

En Buenos Aires profundizó su aprendizaje en sastrería en el taller de un sastre italiano, y luego realizó un internship en Nueva York junto al diseñador Ángel Sánchez. “Trabajé muy de la mano derecha con Armando Piquer, que era la mano derecha de Ángel, y aprendí mucho todo lo que era como el draping, a sacar el molde desde el maniquí, cortar como de una diferente manera el vestido, estuvo dos meses ahí y la verdad que fue espectacular.” Pero el viaje de Ana no termina en Buenos Aires o en Nueva York. Neri reside en Ciudad de México hace 10 años, y fue precisamente en esta ciudad donde funda su marca, by Ana Neri. 

Nace By Ana Neri 

“En Buenos Aires y en Caracas hacía piezas por pedido, pero la marca nace en el 2017 acá en México. Me invitaron a un concurso de Don Julio Tequila, llené  la solicitud con todo lo que estaban pidiendo y fui seleccionada como ganadora. A partir de eso tuve el apoyo económico y de mentores, entonces fue a través de ese premio que pude lanzar mi primera colección, hice la cuenta de Instagram, hice mi primer shoot y como  lancé como tal lo que es By Ana Neri.

Pero una cosa es lanzar una marca, y otra muy distinta es sostenerla en el tiempo. “La verdad es que ha sido muy rotador. Cuando lancé la marca trabajaba para una fundación que trabajaba con comunidades indígenas en Yucatán (…) Pasé cinco años trabajando con ellas, en un horario de nueve a seis, yéndome una vez al mes a Mérida, Yucatán, a darles cursos, talleres, darles seguimientos. Y en horas extras y fines de semana yo hacía mi marca”, la cual funcionaba principalmente a través de drops. 

El punto de quiebre: el desafío de profesionalizar una marca 

La pandemia removió la vida de muchas personas, y Ana no fue la excepción. En el año 2021 hacen un recorte de personal y deja de trabajar en la fundación, momento en el cual decide dedicarse 100% a su marca. 

“En estos tres años el aprendizaje ha sido bárbaro, gigante, porque pasé de estar trabajando mucho tiempo bajo un horario, donde arman un objetivo y tú sabes qué es lo que hay que hacer, qué es lo que hay que responder, a ser mi propia jefa. A decirte “bueno vamos a levantarnos, vamos a organizarnos, qué vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer, qué vamos a invertir, en qué no vamos a invertir”. En los primeros meses me decía “no puedo con esto, cómo hago”. Tenía esas ganas enormes, pero decía ok, cómo comienzo, por dónde, qué empiezo a hacer. Y bueno, creo que la pasión que tengo por crear y por hacer esto ha sido como una resiliencia y unas ganas de seguir adelante que la marca, que ahorita ya está más armada pues”. 

Migrar y el impacto en el trabajo de Ana Neri 

De origen venezolano, Ana migra por primera vez a los 21 años y esa condición de “ser migrante” marca y funda el imaginario de su trabajo, además de calar hondo en la construcción de su propia identidad. 

“Siento que mientras más evolución y mientras más grande, más arraigo tengo.Es mentira de que mientras más años estás afuera es como que se te pasara. No, más bien es como que esa parte de migrar siempre va a estar ahí, siempre va a ser como esa mochilita que uno carga por ser migrante. Pero me da fuerza, me gusta tener muy claro de dónde vengo, dónde nací, que nací a media hora del mar… para no olvidarme de dónde soy siempre uso la migración como ese arraigo, como esa raíz. Saber que esto soy, y que voy a aprender en el camino, desde Buenos Aires a México.

Parte de la migración es eso, al final uno nace en un país, vienes a otro, conoces muchas culturas, muchas formas de ser. Desde la comida, las plantas, los árboles, las estaciones, como que son muchas cosas que traigo de la migración”.

Migrar ha impactado la vida y obra de Neri, tanto así, que la primera colección lanzada bajo su marca lleva el nombre de “Migración”, la cual tuvo como base la idea de celebrar su paso por diversos países, y cómo esas diversas características, formas, colores, texturas, emociones o sentimientos vividos en cada uno podía expresarse en la ropa. 

Upcyling: “Lo que para otro es desecho, para mi es una oportunidad”

En cuanto a la estética de Neri, sus piezas distinguen por un estilo romántico y nostálgico, donde manteles, servilletas y otros textiles que solemos asociar con el hogar son utilizados como materia prima para crear nuevas prendas como chaquetas, vestidos o pantalones. “Soy una persona muy apasionada, romántica, me gusta la historia, me gusta, sabes, como las épocas, me gusta el recuerdo. Y el tema entre el romanticismo, lo que son los encajes. Además, me acuerdo siempre en casa de mi abuela, la servilleta, todo lo que pasa en un mantel es tan grande y tan hermoso, que siempre me llamó la atención”. 

Sin ir más lejos, una de las primeras chaquetas confeccionadas por Ana con textiles típicamente ligados al hogar como servilletas o individuales fue precisamente una chaqueta para ella y su madre, hecha a partir de un mantel de su fallecida abuela, y reflexiona “qué hermoso saber que este mantel, a través de las miles de sobremesas que pasaron en toda la familia, ahora yo puedo convertirlo en una pieza y llevar a mi abuela encima”. 

Así inicia un trabajo de recolectora, de guardiana de recuerdos que luego se transforman en piezas de vestuario, pero el trabajo no termina ahí. “Empezó toda esta parte de rescatar los manteles, pero a medida que pasan los años y yo voy creando, voy guardando los retacitos, que luego separo por color, pero llegó un momento en el que dije “wow, tengo demasiados retazos ¿ahora qué hago?” entonces empieza un proceso de exploración diferente, donde los retazos, sus formas, colores y patrones empiezan a tomar protagonismo. 

“Siento que es algo que está demasiado dentro de mí,  el tema de crear con lo que tengo. Obviamente si compro telas de algodones, lino, bambú, siempre trato que ese 20% uso de la materia prima que utilizo tenga menor impacto ambiental y el 80% que sea upcycling, pero también a medida que pasan los años, a medida que voy formando más la marca, pensando más como empresaria, vienen nuevos cuestionamientos, es decir, bueno, amo obviamente el upcycling, amo las piezas únicas, pero me he tenido que preguntar cómo dentro de mis procesos de producción puedo escalar.”

Escalar, crecer, aunque sea a un ritmo propio y lejos de los estándares de la voraz industria de la moda es todo un desafío, uno que creadoras y creadores como Ana suelen enfrentar y que podríamos resumir como el balance entre el valor de crear prendas únicas y líneas más estandarizadas y escalables. “Me acuerdo cuando hice mi pitch y muestro mi propuesta, mi mentora del concurso de Don Julio Tequila me dice, “Está hermoso todo, pero ¿cómo lo vas a escalar?”. Esto fue en el 2017, pero me quedó aquí” e indica con su dedo su cabeza. 

El tiempo entrega aprendizajes, eso hemos aprendido de sobra con el relato e historia de Ana, quien menciona con su tranquila y genuina pasión “Amo hacer One of a Kind pieces, amo trabajar con el upcycling, amo trabajar con el rescate textil, pero tengo que ver cómo dentro de mis propias colecciones seguir haciendo One of a Kind y poder tener estas piezas que con un solo click puedo tener 10 piezas, no una sola”. Balance, uno de los desafíos más grandes para la moda “Me ha costado muchísimo porque obviamente mi cerebro no piensa así. He tenido que trabajarlo y entrenarlo a pensar una manera más de escalar, pero ha sido un reto hermoso.”

Conoce más de Ana Neri en:

https://byananeri.com/

https://www.instagram.com/byananeri/

 

Me inspira la moda, el respeto por la naturaleza y las personas, así como la belleza en todas sus formas, por eso el año 2016 fundé Franca. y desde ese entonces busco contribuir a vestir y vivir de una manera que combina la ética y la estética. @javiera_amengual

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