Más involucrada o no, todos tenemos una relación con la banca. Desde una cuenta rut hasta invertir en fondos mutuos. En cada una de esas interacciones estamos entregando nuestro dinero a una institución que lo administra e invierte en otras empresas. Pero cuando empezamos a preguntarnos qué pasa con el dinero que invertimos, o más concreto aún, en qué se invierte realmente con nuestros preciados ahorros es que las respuestas se vuelven un poco más borrosas y nos damos cuenta de que, en realidad… no tenemos idea, y lo más inquietante es que incluso dichas inversiones podrían ir en contra de nuestros propios principios o valores.
Frente a este panorama es que surge en los años 70 un nuevo modelo de banca, bautizada como banca ética, que nace desde el corazón de la ciudadanía. ¿Y qué la caracteriza? Tener criterios éticos de inversión, es decir, que busquen beneficios para las personas y el planeta, además de la rentabilidad económica, la transparencia total en cuanto a cómo se está invirtiendo el dinero de sus clientes y, por último, que no existen bonos o comisiones que incentiven a los trabajadores de la banca ética a sobreendeudar a empresas o personas.
Si bien el concepto de banca ética nace en Holanda, Latinoamérica ya cuenta con diversos proyectos en marcha, y Chile no es la excepción. Doble Impacto es una plataforma de inversiones que ha tomado la banca ética como su modelo a implementar y busca convertirse en el primer banco ético del país para el año 2022. A la fecha, han gestionado créditos por más de 3 mil millones de pesos, lo que se traduce en financiamiento a 80 proyectos y más de 50 empresas desde el 2017.
Buscando comprender de qué se trata este nuevo modelo, cómo se está trabajando a nivel local y por qué como consumidores deberíamos darle una oportunidad, conversamos con Ana María Correa, Gerenta de Impacto de Doble Impacto, y lo que descubrimos sigue reafirmando la importancia de preguntarnos a dónde va nuestro dinero.
Para quienes no estén familiarizados con el término banca ética, ¿qué la caracteriza y diferencia de la banca tradicional?
Varios elementos. La banca ética nace en los años 70 y surge de la inquietud de cuatro holandeses que se cuestionaron hacia dónde iba el dinero de las personas y para qué estaba sirviendo. Los bancos ocupan el dinero que tienen, es decir, nuestro dinero, para invertir y con eso toman decisiones, y cuando toman esas decisiones y ponen ese dinero en algún lugar están diciendo “bueno, en este país esto es lo que se va a desarrollar”. Entonces, estos fundadores se dan cuenta de que ese dinero va a parar a lugares de los que no se tiene conocimiento. Por ello, deciden armar un banco donde los usuarios pueden tomar la decisión de decir hacia dónde quieren que vaya su dinero una vez que escogen ese banco. No es que se diga “este peso decido ponerlo acá”, sino que elijo este banco porque invierte en energía renovable, por ejemplo.
El primer banco que se forma en Holanda se llama Triodos Bank y tiene sucursal en cinco países europeos. Al tiempo surgen una serie de bancos en el mundo que empiezan a tomar esta lógica de decir: transparencia en dónde se invierte mi dinero, de tal manera que la persona que decide entrar en este banco sabe en lo que está invirtiendo.
Luego hay temas de gestión que diferencian a la banca ética, de un corte más organizacional, que tienen que ver con que el sueldo mayor no sea 10 veces más que el sueldo menor, cosas de ese tipo. Hay algunos bancos de la banca ética que son cooperativas, otros son de microcrédito y otros son como bancos tradicionales, pero con estos nuevos conceptos, que es el modelo que estamos tomando nosotros. Este tipo de banco (ético) tienen doble gobernanza, es decir, un banco que funciona como cualquier banco y sobre este hay una fundación que es la que va a velar para que el propósito siga siendo siempre el mismo.
¿Cómo ha avanzado el proyecto en Chile?
En Chile nosotros miramos a Triodos Bank. El origen es un grupo ciudadano que dice ‘queremos banca ética en Chile’. El 2016 cuatro fundaciones deciden dar el pie inicial y partir con un prototipo. Hoy día somos 25 personas trabajando y tenemos tres áreas de inversión: educación y cultura, desarrollo social y medioambiente. Tenemos el directorio de la fundación que nos gobierna y el de la empresa, equipos de operaciones, marketing, inversión, impacto, y tenemos una estructura que ya hemos armado, estructura en la que hemos invertido muchísimo tiempo en capacitación y en formarnos en el espíritu de este proyecto.
Tenemos una mezcla súper interesante de personas que vienen de la banca con muchos años de experiencia y gente que viene de los sectores donde invertimos. Por ejemplo, yo como responsable del área de impacto, tengo una carrera profesional ligada a la gestión y evaluación de proyectos sociales, temas ambientales; formé el área de sustentabilidad de una universidad, etc., y así cada área tiene su experto en esa materia.
Entonces, todo esto nace en Europa y se ha ido ramificando rápidamente al resto del mundo. ¿Cómo ha sido implementar el proyecto en Chile? ¿Cuáles han sido los principales desafíos o barreras, si es que las ha habido?
Creo que uno de los principales desafíos, como te comentaba, es que se han juntado personas que vienen de la banca –con una manera de hacer las cosas– con personas que vienen de la sociedad civil, con otra manera de hacer las cosas. Después de un año trabajando juntos, hemos aprendido mucho unos de otros, complementando nuestro trabajo.
Otro desafío importante ha sido que las empresas confíen en un actor nuevo del mercado y lo mismo pasa con los inversionistas. En el fondo, estamos trabajando por construir confianzas. Cuando la gente entiende nuestro modelo, pasa algo muy bonito y se mueven muchas voluntades, nos llama gente para decir quiero ayudar, cómo lo hago.
Ahora, en el resto de la región, o sea en los otros países en donde está empezando la banca ética, sucede lo mismo: hay un movimiento ciudadano que dice “queremos banca ética”. Como movimiento de banca ética estamos en Argentina, Uruguay, Colombia y Brasil, y nosotros desde Doble Impacto aportamos con nuestra experiencia acumulada en estos dos años. Lo que está pasando es que estamos trabajando súper juntos, todo el conocimiento que nosotros vamos ganando lo vamos compartiendo en la red.
La meta es constituirse como banco para el año 2022. ¿En qué etapa se encuentran actualmente?
Estamos en una segunda etapa. Primero hubo una etapa de prototipo, y ahora estamos en una etapa de escalamiento. Esta etapa parte con un estudio de prefactibilidad que certifica que esto es posible, económicamente viable y socialmente necesario. Luego se hace un mapa donde se establece un período de cuatro años para obtener la licencia bancaria, por lo que la etapa en la que hoy nos encontramos termina cuando se consiga esa licencia. Estos cuatro años tienen que ver con generar una estructura, un equipo, una cartera de clientes que confíe en nosotros, una cartera de inversionistas dispuestos a participar y que serían los futuros clientes del banco, o sea todo el sistema que permita solicitar la licencia bancaria y empezar a funcionar como banco.
¿Cómo se toma la decisión de determinar cuáles son las áreas o sectores a potenciar?
La decisión siempre se toma desde el impacto que el banco busca generar en el mundo. Cuando comenzamos, miramos a Triodos Bank España y evaluamos los sectores que ellos financiaban. Luego, nos preguntamos cuáles serían los sectores más relevantes para nosotros a nivel local para generar un desarrollo sostenible. Estudiamos los desafíos considerados más relevantes para la región, según el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y también la agenda 2030 del gobierno, y determinamos, cruzando toda esta información, cuáles eran para nosotros las áreas más relevantes de inversión.
Como te mencionaba, definimos 3 áreas de inversión (educación y cultura, desarrollo social y medioambiente) y 9 sectores de la economía donde queremos generar impacto. Para cada uno de ellos, hicimos un estudio para saber qué está pasando en Chile en la materia, cuáles son los principales desafíos a nivel regional y/o global, cuáles son las principales leyes y cuáles son las empresas con las que tenemos que trabajar. Entonces, hoy día contamos con un primer diagnóstico de cada uno de esos sectores y una estrategia de cómo queremos abordarlos.
Dentro de esta etapa como Doble Impacto son una plataforma de crowdlending, donde en el fondo ustedes son articuladores entre empresas con impacto e inversionistas. ¿Qué tipo de proyectos pueden acceder a este financiamiento? Y por otro lado, ¿quiénes pueden acceder a financiarlos y convertirse en inversionistas de ellos?
Las empresas u organizaciones que pueden acceder a financiamiento deben pertenecer al área de educación y cultura, a los sectores de educación de calidad, industria creativa y turismo sostenible; en el área de desarrollo social, a los sectores de hábitat inclusivo y sostenible, inclusión social y salud y calidad de vida; y por último, en el caso de medioambiente, ser parte del sistema alimentario, la energía renovable y el consumo y producción sostenible. Si la empresa pertenece a estos sectores, entra en un proceso de evaluación donde miramos cómo lo está haciendo, donde se evalúan temas como condiciones laborales, prácticas ambientales, etc.
Y con respecto al inversionista, cualquier persona puede serlo. El principal beneficio que tiene es que, por ejemplo, si eres una persona muy interesada en la cultura puedes llevar tu inversiones hacia proyectos de cultura y lo que estás diciendo con eso es “quiero que en mi país haya más cultura”.
¿Hay un mínimo de inversión?
Cien mil pesos es el mínimo de inversión.
En definitiva, ¿por qué invertir en la banca ética y darle una oportunidad a este modelo?
Algo que nos estamos cuestionando mucho como sociedad hoy en día es nuestro rol como consumidores y la fuerza que tenemos como tales. Entonces, la oportunidad que te dan los bancos que trabajan bajo los lineamientos de la banca ética es tomar el poder que te da el uso de tu dinero y con eso decir “yo invierto en esto porque quiero que mi país tenga esto”, porque quiero que en mi país se fortalezca la agricultura orgánica, por ejemplo, o la educación, la inclusión, etc.”. Por lo tanto, dejamos de tener un rol pasivo y pasamos a tener un rol más activo, decidiendo qué tipo de desarrollo queremos impulsar en nuestro país.
Imagen portada: Franca. Magazine
Fotografía Ana María Correa: Cortesía Doble Impacto