La historia de Anita Rivera es de esas que cuando uno las conoce dice “todo calza”, pero no siempre fue así. Sus estudios en Historia fueron sólo el principio de lo que luego sería un camino de especialización hacia la sustentabilidad alimentaria, pasando por una estadía y estudios en Londres, su trabajo en la empresa TriCiclos, el inicio de su blog de comida sustentable Ciudadana B, el desarrollo de Regenerativa, su propia consultora y su labor en Doble Impacto, el primer banco que va a operar con lineamientos de banca ética en América Latina. Conversamos con ella sobre este rico viaje hacia el mundo de la comida, sus sabores, valores y vicios aquí en Franca. Magazine.
Cuéntame un poco de ti, cómo llegas a encontrarte con la sustentabilidad, ¿es algo que siempre estuvo presente en tu vida de alguna manera? ¿Cuáles fueron esos hitos que te llevaron a especializarte en esta área?
A ver, creo que fueron varias cosas, puntos que se fueron uniendo en un camino muy largo. Siempre parto con donde yo me crié, en un campo al interior de Villarrica. Viví ahí mi primer año, pero después pasábamos 3 a 4 meses al año ahí, muy en contacto con la naturaleza y con cultivar y hacer nuestros propios alimentos, desde el pan, yogurt, el queso, la miel, todo desde cero. Hoy día creo que eso tiene mucho que ver con lo que yo estoy haciendo, pero no era algo que en ese momento fuera consciente o pensara que evolucionaría en ese sentido.
¿Qué estudiaste?
Estudié licenciatura en Historia e hice un minor en periodismo, pero después de salir de la universidad me fui a vivir a Inglaterra. Estuve 6 años en Londres y allá conecté mucho con el tema de la sustentabilidad principalmente a través de la comida. Siempre me ha gustado cocinar, comer rico y allá había un movimiento bastante grande de sustentabilidad aplicada a los productos, como por ejemplo comer local, estacional, conocer a tu productor o comer pocas cosas procesadas. Pero por otro lado, Inglaterra tiene un sistema productivo súper heavy donde tienes productos de todo el mundo, fuera de estación, muchos procesados, problemas de obesidad, entonces era un contraste muy grande entre ambos mundos.
Al final de mi estadía allá me puse a hacer un Magíster en Negocios y ahí tuve una pequeña crisis porque sentía que el programa me estaba formando para ser gerente de una multinacional, pero no me estaba dando herramientas para cuestionarme nada de lo que veía a mi alrededor que estaba fallando. Creo que uno debe ser capaz de generar un impacto en su pasada por el planeta y necesitaba saber cómo hacerlo. Así fui buscando caminos a través de mi tesis. Llegué a temas de emprendimiento social, la inversión de impacto y de ahí a un fondo de inversión suizo donde me gané una fellowship con la que me vine a Chile a trabajar en una empresa de reciclaje que se llama TriCiclos. Ahí se me abrió un mundo súper importante ligado a las empresas B, de la sustentabilidad, de estar en un ambiente de emprendimiento social súper rico, con cosas que estaban pasando en Chile que en ese momento eran súper innovadoras.
En ese tiempo empecé en paralelo con el blog de Ciudadana B, conectando con todo lo que había conocido en Inglaterra y que sentí que en Chile (año 2012) no se estaba hablando, por ejemplo cómo comer más sustentable o cómo incorporar hábitos para elegir mejor.
Una de tus pasiones es cocinar. ¿cómo pasas del gusto de eso a hacer un blog? Finalmente eso implica un compromiso y tú empezaste Ciudadana B el año 2012, ¿cuál fue la necesidad que quisiste abordar?
Como te mencioné, el año 2012 volví de Londres a Chile. Allá yo tenía un sistema de alimentación súper distinto, muy ligado al productor local, bastante vegetariano, agregando productos animales de manera súper cuidada y vinculada a la crianza ética. Había una serie de elementos que cuando llegué de regreso no los encontré. En Londres también habían muchas tiendas de productos alternativos, veganos, integrales, super foods, etc. Ahora hay varias opciones, pero el 2012 en Santiago no había nada.
Entonces cuando recién llegué y me encontré con que no había mucho, empecé a escribir sobre cómo comer de manera distinta. Por ejemplo, dentro de los primeros artículos hablé de los Lunes sin Carne, por qué era importante comer menos carne, cuáles eran sus impactos y empecé a escribir recetas relacionadas a esos días para dar opciones y demostrar que comer vegetariano no es sólo lechuga con tomate.
A medida que empezó a surgir este mercado de productos más alternativos acá, empecé a mostrarlos y generar recetas, a hablar –por ejemplo- de la importancia de comer local, estacional, que la proteína animal fuera de libre pastoreo, orgánica, etc. Empezar a mostrar los temas, siempre ligado a recetas.
¿Cómo ha ido avanzando Ciudadana B en cuanto a su propuesta y contenidos?
El blog ha ido evolucionando y tenido varios giros de acuerdo a lo que está pasando en mi vida, a lo que he estado aprendiendo y dónde quiero ir poniendo el foco. En algún minuto dejé de poner la atención en los súper alimentos y la vida saludable, sino que me enfoqué en comidas más reales y casi siempre vegetarianas, no porque sea 100% vegetariana, pero sí porque creo que hay que bajar el consumo de carne y tener alternativas más ricas, innovadoras y que la gente se atreva a probar mezclas de sabores, porque comer también tiene que ser una experiencia rica.
Y en el último año el blog ha evolucionado a incluir más temas de sustentabilidad más dura. Entre medio también hay artículos de viajes, pero hoy día estoy poniendo el foco en la sustentabilidad alimentaria. Entre tantos blogs de cocina, creo que mi aporte puede ir más desde la sustentabilidad, desde dónde vienen los productos, los problemas que vemos hoy en las cadenas alimentarias aplicadas a la realidad de Chile.
De a poco también lo he ido combinando con los proyectos que desarrollo para Regenerativa. En la consultora hacemos estudios y proyectos, donde desarrollo informes mucho más técnicos, pero hoy estoy viendo cómo cruzo lo que voy aprendiendo en esos proyectos para poder difundirlos también a nivel de público.
Me encantaría poder dedicarle más tiempo, estoy con muchas ideas y artículos a medio camino, pero cuesta mucho porque uno también está viviendo el día a día.
Hoy en día tu voto en la caja del supermercado vale más que el voto político en una urna cada 4 años, sobre todo en comida porque uno toma decisiones alimentarias por lo menos 4 veces al día.
Para alguien que está recién empezando a meterse y conocer sobre este tema, ¿cómo definirías la alimentación sustentable?
La alimentación sustentable tiene varios componentes. Por un lado, tiene que ver con de dónde viene lo que estás comiendo a nivel millas, es decir qué tan cercano, qué tan lejano es. Ahí hay todo un mundo que se puede explorar, por ejemplo qué significa comer local, ¿es comer de Chile?, ¿de la Región Metropolitana si vives en Santiago? Y con todas las complejidades que eso implica, por ejemplo, para una persona que vive en Magallanes, quizás en ese caso no es tan factible.
Creo que es importante cuestionarse en términos de lo local y de las cadenas internacionales de abastecimiento, porque a veces comer carne paraguaya o brasilera es más barata que la chilena, siendo que ésta es de muchísima mayor calidad y es local. Ahí surgen varias preguntas y en el fondo hay costos que están escondidos cuando los productos que vienen del otro lado del mundo son muchísimo más baratos que los que se producen aquí.
Por otro lado, creo que hay un elemento que tiene que ver con cómo se producen los alimentos: lo industrial vs la pequeña escala. De a poco han surgido más, pero en general no hay muchas alternativas de circuitos que no sean comprar en supermercados para solucionar todo tu abastecimiento. Pero sí creo que es importante saber cómo se produce tu alimento: cómo fue criado ese animal, cómo crecen las verduras, las frutas y lamentablemente la lógica industrial a gran escala, hay ciertos elementos o costos que no están transparentados, como la erosión de la tierra, cuándo estás inyectando sostenidamente agroquímicos para mantener un monocultivo, que finalmente tampoco es como la tierra funciona naturalmente, ¿qué le pasaría a tu cuerpo si durante un año comes sólo lechugas? Te mueres o tienes que empezar a tomar suplementos y químicos extra. Esto es lo mismo, el suelo es un organismo vivo y tiene directa relación con la comida que consumimos, su valor nutricional, cómo afecta.
Lo mismo con los animales, quienes también deberían ser capaces de expresarse libremente como tales y no estar confinados a sistemas productivos poco éticos que no le hacen bien al animal ni tampoco a quien la consume porque es una carne llena de estrés, hormonas, antibióticos.
Y el tercer componente tiene que ver con uno, en el fondo qué te hace feliz, qué te hace bien. Creo que la sustentabilidad también pasa por uno. A lo mejor comer sustentable hoy día es demasiado caro y no lo puedes hacer, pero la idea es que eso no te genere un estrés. Finalmente la experiencia de comer debe ser rica. Si vas a pasarlo mal comiendo por seguir una tendencia, ya sea vegetarianismo, veganismo, crudi veganismo, sustentabilidad o lo que sea, no es sustentable para ti tampoco.
Finalmente implica saber combinar distintos elementos, porque la sustentabilidad es difícil de definir en la cadena alimentaria porque es muy grande, tienes temas a nivel de campo, a nivel de abastecimiento, animal, los residuos, food waste, la estética de los productos, etc. Entonces creo que es importante poder identificar estos temas y desde ahí cuáles te generan mayor compromiso, tomando una postura frente a un sistema que está funcionando de otra manera.
En ese sentido el consumidor tiene un rol clave…
Absolutamente. Hoy en día tu voto en la caja del supermercado vale más que el voto político en una urna cada 4 años, sobre todo en comida porque uno toma decisiones alimentarias por lo menos 4 veces al día. Entonces al comprar algo estás premiando un sistema productivo sobre el otro, y lamentablemente el sistema productivo más industrial que todos conocemos tiene costos que no están transparentados. No puede ser que hoy en día producir sustentablemente sea más caro que a nivel industrial, por ejemplo cómo contamina una planta de pollos o de chanchos, ¿quién asume ese costo? La comunidad. Si el sistema estuviera bien diseñado desde el punto de vista económico y contable, esos costos también deberían ser parte de la producción de pollos a nivel industrial y a la larga ese pollo debería costar más porque tiene más externalidades negativas. Finalmente, la contabilidad del sistema está mal hecha.
En estos años de experiencia, desde TriCiclos, con Ciudadana B, la consultora y Doble Impacto ¿has visto una evolución en relación a la sustentabilidad alimentaria?
Creo que ha habido una evolución. Cada vez la gente está más interesada en saber qué está comiendo y de dónde viene lo que come. Si creo también que es un “chorreo” lento y principalmente ligado a círculos más elitistas, en el sentido que son personas que pueden tener la opción de cuestionarse qué es lo que come. La posibilidad de elegir qué comer y pagar un poco más, es un privilegio enorme y probablemente seguirá siendo por un tiempo más un privilegio de pocos, pero ese grupo de todos modos ha ido creciendo. Por otra parte, en general hay más consciencia, la cual quizás aun no necesariamente se condice con una acción concreta, porque en muchos lugares de Chile no hay demasiadas alternativas y la oferta que encontramos en Santiago no la encuentras en otras regiones.
Eres socia y directora de la consultora Regenerativa, ¿qué tipo de proyectos realizan?
Trabajamos proyectos de sustentabilidad aplicadas a distintos ámbitos. El reciclaje y los residuos es uno, pero también trabajamos temas de sistemas alimentarios sustentables, energía y territorio, huella, análisis de ciclo de vida, entre otros y eso ha sido súper interesante porque a medida que uno se va metiendo en la sustentabilidad empiezas a aprender y te das cuenta que el potencial y la profundidad a la cuál se puede llegar es infinita, es un continuo de aprendizaje y de mejoramiento también, tanto a nivel empresarial como individual. Finalmente la sustentabilidad es algo que no se te agota como tema.
Actualmente, además, eres la encargada del Área de Naturaleza y Medio Ambiente de Doble Impacto, ¿de qué se trata este proyecto y cuál es tu labor allí?
Es un proyecto bancario en construcción. Nosotros estamos hoy día armando el primer banco que va a operar con lineamientos de banca ética en América Latina. Este proyecto se está formando desde hace un par de años, primero parte de un movimiento ciudadano que se empieza a concretar a partir del año 2016, 2017 y hoy día ya estamos financiando a empresas que generan impactos positivos en tres grandes áreas, el área de Educación y Cultura, el área de Desarrollo Social e Inclusión y el área de Naturaleza y Medio Ambiente, que es la que lidero yo.
En esta área me toca hacer una mirada más estratégica, de definir hacia dónde se van a dirigir las inversiones de este banco, y del proyecto que hoy día funciona con una plataforma de crowfunding -hasta que nos convirtamos en banco que es el 2022-, y, de alguna manera, ir apoyando desde el lado del impacto las operaciones que se cursan, como que tipo de empresa podemos financiar, cuales no, con qué criterio, e ir evaluando cuáles son las mejores prácticas que se generan. Además me toca ir a muchos seminarios a participar y a dar charlas para entender un poco lo que está ocurriendo en Chile en temas de medio ambiente.
Esta área que lidero se divide en tres grandes sectores, el sector agroalimentario que mira toda la cadena desde la producción hasta el consumo de los alimentos. Después hay un sector de energías renovables, donde se está priorizando el tema de la generación de energía solar, y un sector de consumo y producción sostenible, donde el foco es poder apoyar a empresas que estén avanzando hacia la economía circular.
¿Qué fue lo que te llamó la atención de este proyecto?
La verdad que tuvo que ver con tener la oportunidad de aprender un nuevo tema, que es el mundo financiero, relacionado con lo que yo he venido haciendo hace mucho rato con los proyectos de sustentabilidad. En el fondo, ver cuáles son las principales falencias que tienen los proyectos, por qué no crecen o no escalan y ver cómo se pueden empezar a hacer cosas de manera más concreta. Hoy día nosotros financiamos a empresas que ya están generando un impacto positivo, y el financiamiento les permite escalar su impacto. Me interesaba ver acciones concretas de avance en temas ambientales, a través de la herramienta del financiamiento y cómo puedes también ayudar a que las organizaciones se fortalezcan en ese sentido.
En ese continuo aprendizaje ¿cuáles han sido los hitos más relevantes para tu especialización en sustentabilidad?
Hay varios.
Yo diría que el primer gran hito fue el terremoto del año 2010. Estaba en Londres y viendo todo lo que había pasado me acuerdo que dije “bueno, cómo podemos ayudar desde acá” y ahí me acuerdo haber organizado una campaña (no vinculada directamente a sustentabilidad), donde hicimos miles de proyectos y levantamos como ocho mil libras, que eran como ocho millones de pesos en la época. Esa fue la primera vez que me di cuenta que había aplicado todo lo que estaba aprendiendo en el magister, pero en función de un objetivo mayor. Y ahí dije “ya, quizás yo puedo hacer esto a otra escala”, ahí cambié mi tesis y la hice sobre los emprendimientos sociales. Ese fue el primer pivot hacia esa área.
Otro gran punto crítico fue renunciar a TriCiclos. Por una parte por un cuestionamiento interno de decir “ok, me gusta el reciclaje, pero no es mi pasión. Me encantaría emprender y dedicarme a la sustentabilidad alimentaria y me arrepentiría de no haberle dedicado tiempo por susto a lanzarse independiente”. De esa reflexión nace mi renuncia y el inicio de mi vida independiente del cual ya van dos años, súper intensos, pero muy gratificantes.
Y el otro gran hito yo diría que tiene que ver con algo que acaba de ocurrir. Me gané la beca Fullbright para irme a Estados Unidos, estaba aceptada en tres Universidades y también estaba en las últimas etapas de la beca “Chevening” para hacer un Magíster en Sustentabilidad Alimentaria en Inglaterra. Pero renuncié a las becas y decidí quedarme acá porque están pasando muchas cosas con la consultora, pero que el aporte y el impacto que puedo generar desde mi trabajo es mucho más potente si me quedo acá haciendo los proyectos que si me voy a encerrar dos años a una sala de clases, que probablemente aprenda mucho, pero también son cosas que voy a aprender acá haciéndolas, y eso es algo que ya ha empezado a ocurrir. De hecho, en estos últimos 4 meses me han salido proyectos que yo esperaba que salieran una vez que ya tuviera ese segundo Magíster. Y a medida que los hago voy aprendiendo más, se siguen abriendo puertas y en el proceso de aprendizaje estoy impactando a otras personas más que a mi misma, ayudando a generar un cambio de paradigma en los sistemas productivos, los cuales son urgentes y transversales a todas las industrias.
Pero también hay un último hito que es mucho más personal y tiene que ver con el hacer familia hoy día. El embarazo ha sido un hito importante, pero no necesariamente relacionado con mi carrera, sino que al contrario, en repensar el estilo de vida que uno quiere llevar. Estoy en proceso de cuestionamiento muy profundo en torno a esto, al qué implica criar y hacer familia en una ciudad como Santiago, por ejemplo. Siento que también el embarazo ha sido un momento de reflexión interna y de decir que ahora me toca mirar hacia adentro, tener otras prioridades más que solamente lo profesional y pensar en un estilo de vida más lento.
Entrevista originalmente publicada en Magazine Es Franca por Javiera Amengual
Actualización entrevista para Franca. Magazine por María Ignacia Luengo
Imágenes cortesía Anita Rivera y Ciudadana B