Marie Kondo, minimalismo, decluttering, son palabras que evocan orden, limpieza y deshacernos de todo aquello que no usamos. ¿Qué hacer con esas bolsas y cajas de ropa? ¿Y si la solución ya no es solo regalarla? Cuando deshacernos de la ropa no resuelve el problema de la sobreproducción, quizás es tiempo de compartirla.
La idea del sharing –un mix entre arrendar y compartir– ha calado en lo más profundo de algunos de nuestros hábitos. Cuando queremos escuchar música o ver una serie, no dudamos en ir a una biblioteca digital, como Netflix y Spotify. También están Blablacar y Airbnb, que son plataformas en las que podemos poner a disposición nuestro auto o nuestra casa. ¿Qué ocurre si el concepto del sharing o de arriendo lo extendemos a nuestro clóset?
No se trata solo de arrendar un vestido para un matrimonio o alguna fecha especial. Ahora podemos ocupar este nuevo formato para encontrar tenidas para ir al trabajo o, si alguna prenda no nos gusta, podemos darle la posibilidad a otra persona de que la ocupe. Diferentes modelos de negocios de este tipo han aparecido en el mundo de la moda, y ahora están llegando a suelo chileno, teniendo como eje un carácter sustentable.
El modelo del arriendo de clóset parte de la mano de dos compañeras de segundo año en la escuela de negocios de Harvard, el 2008. La idea de Jennifer Hyman y Jenny Fleiss fue darles a las mujeres acceso a vestidos de increíbles diseñadores por una fracción del precio de la etiqueta. Con su proyecto Rent the Runway, arriendan vestidos a través de su página web. Los entregan, luego estos se devuelven por correo a la empresa, ahí se limpian en seco y se envían al siguiente usuario. Hoy en día, Rent the Runway no se limita a vestidos y cubre la mayoría de las prendas, rotándolas con la frecuencia que el usuario desee.
En Chile, este modelo hizo eco hace un par de años, y se han ido dibujando distintos emprendimientos del mismo tipo. Muchos de ellos ponen énfasis en ocupar prendas que ya existen para darles un nuevo uso, sin comprar y producir desde cero cosas nuevas, y así evitar nuevas emisiones contaminantes.
Mari Pattaro (asesora de imagen), es una brasilera radicada en Santiago que conoce de cerca el mundo de la moda. Mari conoció el modelo del arriendo de clóset en Brasil, cuando estudiaba consultoría de imagen. Al tratar de implementarlo en Chile, se dio cuenta de que existía un gran prejuicio respecto a la ropa usada y al hecho de compartirla. Desde entonces, fue acompañando al mercado chileno y esperando poder implementar este modelo, que se basa en el deseo de tener un clóset interesante sin la necesidad de comprar, tratando de esquivar la sobreproducción de ropa y los vicios que conlleva. “Dentro del clóset de una persona, hay un 80% de prendas que no se usan y muchas son fast fashion. Que, en lugar de estar sin uso, estas prendas estén circulando y alimentando otros clósets, es, para mí, un gran avance”, afirma.
En este contexto, nace el proyecto Recloset. Su enfoque está en poner a disposición ropa de un clóset de diario, ya que consideran que las chilenas se están atreviendo más con su estilo y están conectadas con la moda, en parte gracias a que internet ha hecho que la información sobre la industria esté más democratizada.
También está el caso de Rock ’n dress, un emprendimiento santiaguino liderado por Ignacia Amunátegui (licenciada en Derecho), Ángela Amunátegui (estudiante de diseño), y Antonia Namur (abogada). Ignacia, su fundadora, cuenta que en un mochileo a Europa le llamaron la atención las opciones que existen para poder viajar gastando menos: muchos recursos de personas comunes y corrientes pueden ser usados de una forma más eficiente si son compartidos. Esto la llevó a empezar su propio emprendimiento y su primer foco de atención fueron los vestidos para fiestas o matrimonios. ¿Las razones? La escasez de vestidos accesibles, el deseo de no repetir tenidas, y el gusto de Ignacia por la indumentaria.
“Quizás ahora parezca algo loco compartir tu ropa, pero hace un tiempo atrás sucedió lo mismo con los autos. Es un tema de perspectiva. Va a llegar un minuto en que vamos a estar acostumbrados a tener un clóset en la nube que circula”, afirma Ignacia. Para ella, este modelo es eficiente, sustentable y tiene sentido para sus usuarias, sin dejar de satisfacer la necesidad de contar con prendas variadas con las cuales vestirse. “No es que optemos por un modelo en el que por salvar el planeta nos estemos privando de algo. Es todo lo contrario; estás satisfaciendo tu necesidad a un menor costo”, asegura.
Recloset y Rock ’n dress parten con la idea del clóset formado colaborativamente. Para Mari, la respuesta ante cómo renovar el clóset está en la premisa de compartirlo con las mejores amigas. Por eso, el primer repertorio de prendas de Recloset se iniciará con ropa de embajadoras y personas recomendadas, y luego ellas irán invitando a otras, hasta formar un modelo consolidado. Su idea es construir una comunidad de gente que respete la ropa de otros y que entienda lo que implica compartirla.
Al momento de formar un clóset colaborativo, es clave que las prendas sean de calidad, interesantes para el préstamo; que sus usuarias vean valor en ellas, y que todas puedan armar una gran colección coherente.
Mari señala que buscan que el proyecto se sostenga, dentro de lo posible, con prendas que ya se encuentren en el mercado. Es por esto que, en Recloset, se aceptan prendas del fast fashion. Según Mari, se prioriza un pantalón de una marca de moda rápida que ya fue producido y al que se le está dando una nueva vida a través del arriendo, antes que cualquier otra prenda de una marca, sustentable o no, que signifique una nueva producción. “No existe una producción sin efecto en el medio ambiente. La idea es agarrar cosas que ya están hechas, dentro del concepto de que la mejor prenda es la que ya existe”, afirma.
En el caso de Rock ’n dress, su funcionamiento toma lugar en una tienda física –ubicada en Vitacura– donde se exhiben todas las prendas que están disponibles para arriendo, teniendo la posibilidad de probártelas y de que las personas que atienden te guíen en la elección. El sistema funciona con prendas que se dejan en consignación y se les paga a sus dueñas por cada arriendo hecho. Así, se genera un beneficio para ambos lados: para quienes ya no ocupan ciertas prendas de su clóset y quieren alargar su vida útil, y para quienes pueden usar esa prenda para su próximo evento, sin tener la necesidad de comprarla.
Marcas como Sal si puedes y La costurista han decidido llevar sus vestidos a la tienda de Rock ’n dress. Estos vestidos suelen ser de temporadas anteriores y, frente a la renovación del stock de las marcas, los ponen en consignación para ser arrendados en vez de liquidarlos a muy bajo precio.
Este último tiempo, en Rock ‘n dress también han estado implementando técnicas del upcycling, un concepto que invita a alargar la vida útil de un producto a través de pequeñas modificaciones. Ignacia cuenta que les propuso a Lolo & Lo –quienes se dedican al upcycling– y Alohanai –dedicadas a hacer trajes de baño y bordados a mano– que les dieran un nuevo giro a todas esas prendas que ya no se arrendaban, para que volvieran ser atractivas para sus usuarias.
El sistema de Recloset, a diferencia de Rock ’n dress y Rent the Runway, se basa en eventos de intercambio mensuales de ropa –que tomarán lugar desde este abril–. En ellos, se expondrán las piezas que conforman el clóset colaborativo. Quienes formen parte de la comunidad se podrán llevar hasta cinco prendas al mes, dependiendo de la membresía que tengan. Ellas apuestan a que el evento de intercambio mensual sea un espacio de encuentro, donde quienes asistan quieran saber quién hizo la ropa y puedan probarse distintas prendas.
Para ser parte de la comunidad de Recloset existen dos formas: la primera es entrar con prendas que pasan a ser parte del clóset del emprendimiento; y la segunda es pagar una mensualidad, la cual va de $15.000 a $45.000, dependiendo de cuántas prendas desees arrendar por mes.
Por otro lado, el equipo de Rock ’n dress tiene, además, el concepto body-friendliness, por el cual, sea quien sea, teniendo el cuerpo que tenga, puede ir a la tienda, recibir una atención increíble y encontrar opciones. Ignacia cuenta que eso conlleva comprar vestidos de otras tallas que son más difíciles de captar por medio de personas (como la XL, XXL o XXS), pero que vale la pena tenerlas dentro de su tienda por la coherencia que significa para la marca. Otro de sus lineamientos es la sustentabilidad, por lo que limpian las prendas con un sistema a vapor para gastar menos agua.
Para Rock ’n dress, está en los planes extender su catálogo a un clóset diario, manteniendo las opciones para fiestas y eventos formales. Además, quieren apostar a que a marcas importantes les sea atractivo participar, ya que muchas veces liquidar las prendas de temporada puede significar un menor margen para ellas, versus mantener una prenda indefinidamente en arriendo. En cuanto a hombres o prendas sin género, Rock ’n dress y Recloset lo ven como un mercado potencial.
Ambos proyectos sostienen que este modelo va a perdurar en el tiempo y que puede equilibrar lo que ha generado la industria. “Tenemos que crear conciencia y que la misma industria llegue a un minuto en que se ponga más justa, y ya no sea tan fast”, asegura Mari de Recloset.
Ignacia, de Rock ’n dress, espera que las ideas sobre el cuidado del medioambiente y las condiciones laborales dignas en el mundo de la moda sean parte del acervo cultural. “Con la sustentabilidad, ha habido varios cambios culturales, y yo creo que el arriendo de clóset es un paso lógico y natural, y sobre todo un paso fácil. Aquí no estás comprometiendo algo muy importante, no estás dejando de vestirte bien, no estás dejando de variar tu clóset, de usar cosas buenas, y tampoco gastas más plata. Todo está a nuestro favor”.
Imagen destacada cortesía de Rock ‘n Dress / Imagen interior cortesía de Recloset