Muchas llevamos más de un año aisladas y seguramente tenemos prendas en el clóset con marcas de polvo, que no han sido tocadas en todo este tiempo. Esto no necesariamente pasó porque estas prendas no nos gustan más, sino porque la situación y la falta de ocasión hicieron con que no las consideráramos para nuestras tenidas del día a día. Ahora, casi por salud mental, podemos querer vestirnos de nosotras mismas nuevamente, independiente de cuál sea el acuerdo de trabajo o rutina que tengamos. El problema es que cuando vamos a mirar este clóset abandonado nos cuesta ver ahí lo que realmente nos representa al día de hoy, nos cuesta entender quiénes somos y queremos ser después de todo lo que vivimos y seguimos viviendo, aprendiendo y cambiando en los últimos tiempos.
Si te sientes identificada, este es el primer artículo de una serie de cuatro textos pensada para ayudarte a reconectar con tu clóset y construir un nuevo vestir, a través de algunas reflexiones y ejercicios que puedes hacer sola y en tu tiempo, y rehacerlos para actualizar cuando quieras. Si fuera a nombrar los conceptos que rigen cada una de las etapas de la consultoría de estilo, serían: autoconocimiento, orden, consumo consciente y creatividad. Estos son los temas de nuestra serie, y empezamos por lo fundamental: ¿cómo entender quiénes somos y qué queremos de nuestro vestir?
En primer lugar, hay que aclarar qué es estilo. Nuestro estilo personal es el conjunto de elementos que te representan en cada momento de la vida. No tenemos un solo estilo, no hay porque encajarse en un patrón. Puede haber distintas referencias que nos inspiran y podemos mezclarlas o elegir cada una de acuerdo con lo que queremos en distintos momentos o actividades. Aclarado esto y, sueltas las amarras, podemos empezar a estudiar(nos).
Es interesante empezar por buscar referencias externas de manera objetiva. Sugiero una búsqueda en internet (Pinterest, Instagram, blogs de moda) en dos direcciones: tenidas que crees que te representan y te gustaría vestir, y otras que no vestirías de ninguna manera. Guarda todas las imágenes en alguna plataforma o herramienta en que puedas ver cada conjunto como un todo. Dos tableros de Pinterest, por ejemplo.
Mira con atención cada grupo de imágenes y anota cómo son las tenidas y prendas que más te gustan y las que no te gustan, con relación a:
- telas: más fluidas o estructuradas, rústicas o tecnológicas, si tienen brillo, encaje, tejido, detalles.
- formas: más sueltas o ajustadas, básicas o llamativas, con vuelos, pliegues, recortes, drapeados.
- colores: más tranquilas o alegres, claras o oscuras, opacas o lustrosas.
- estampados: más grandes o chicos, si son flores, geométricos, rayas, cuadros u otros.
- accesorios: grandes o delicados, de materiales rústicos o modernos, clásicos o creativos.
- zapatos: más clásicos u originales, en colores neutros o coloridos, visualmente pesados o livianos.
También es esencial mirar con atención lo que ya existe en tu clóset, lo que usas siempre o no usas nunca. Esto es importante para entender cómo pensamos la coordinación de ropa, ver qué tipo de cosas compramos pero no usamos, y lo que termina siendo súper útil. Haz el mismo análisis de las características de los tableros para lo que efectivamente tienes en tu clóset. Busca las prendas que más te gustan y usas, y anota las características. Lo mismo para las que menos te gustan, o las típicas que siempre te pruebas pero nunca terminas usando.
Piensa en los motivos que te hacen gustar o no de los elementos anotados, o sea, cuáles son las sensaciones que te provoca cada una de las características que te agrada o no en una prenda o tenida. Por ejemplo, a mí me gustan los escotes de hombro a hombro porque los encuentro elegantes y sensuales, pero no me gusta sentirme atrapada o estar arreglando la ropa con cada movimiento. Desde ahí podemos hacer una lista de sensaciones y mensajes que para ti son importantes en tu vestir.
Algunos ejemplos de sensaciones o universos visuales podrían ser: sensualidad, provocación, teatralidad, artístico, moderno, afectividad/acogimiento, calma, precisión, accesibilidad/cercanía, alegría, simpleza, misterio, tradición, urbano, atlético, bohemio, originalidad, distanciamiento, madurez, femineidad, refinamiento, comodidad, romántico, liviandad, natural, diversión, jovialidad, autoridad, nostalgia, masculinidad, lujo, etc. No hay una lista definida, usa las palabras que vengan a tu mente.
Cuando hablamos de estilo personal estamos conectándonos con nuestras referencias internas.
Es importante notar que estas sensaciones pueden ser distintas para cada persona a partir de un mismo elemento, aunque existan estereotipos y teorías de estilos “universales” que intentan agruparnos en tipos de consumidores. Cuando hablamos de estilo personal estamos conectándonos con nuestras referencias internas, que son las que provocan las distintas sensaciones ante una determinada referencia externa. A partir de este listado de mensajes y sensaciones, podemos identificar cuáles son los más importantes, los que se transmiten a partir de las características de vestir que más nos agradan. Podemos nombrar nuestro estilo si queremos, y volver a buscar nuevas referencias que transmitan o provoquen las mismas sensaciones.
Esta mirada hacia nuestras referencias internas es lo que diferencia una consultoría de estilo con base en autoconocimiento de simplemente clasificar a cada persona bajo un estereotipo definido. Al final, la belleza del vestir está en saber crear y contar tu historia en cada tenida con el mínimo de influencia externa, y esto se puede lograr mezclando y probando distintos estilos. Vestir es autoexpresión y se trata de conectar nuestros recursos internos con lo que traducimos en ropa. Construir un clóset que nos represente y funcione en nuestra vida real requiere conexión con lo que más nos importa y poner mucha más atención a lo que viene de adentro que a las tendencias o lo que vemos en el mercado.
Dejo la invitación para que hagamos este ejercicio de autoconocimiento durante este mes, para en el próximo artículo empezar a tomar decisiones sobre qué merece un espacio en nuestros clósets y nuestras vidas. ¿Vamos juntas?