Como directora científica de Plastic Oceans Chile, el trabajo de Camila Ahrendt está centrado en la gestión y la investigación científica asociada a la conservación de los ecosistemas. Desde sus años como estudiante de Biología Marina y durante el magíster en Biología Marina de la Universidad Andrés Bello, ha estado interesada especialmente en investigar el impacto de macro, micro y nanoplásticos en organismos marinos y el ser humano. Y ha logrado muchísimo en esa línea.
No está demás decir que ha publicado ampliamente en revistas científicas internacionales, o que expone en congresos y trabaja con equipos multidisciplinarios de Chile y otros países, siempre enfocados en el impacto del plástico en el planeta. Asesoró la serie documental Explorer Investigation de National Geographic y es, además, miembro del área de ciencia de la revista Endémico, donde da a conocer problemáticas medioambientales que afectan a Chile y al resto del mundo.
Pero lo que hace que el trabajo de Camila sea tan potente es, quizás, el hecho de que siempre tiene un enfoque legislativo, ecosistémico y social, además de científico. De hecho, este año presentó, junto a Oceana Chile, un proyecto de ley para regular el uso de plásticos desechables en el país.
“Quiero hacer ciencia de una manera distinta”, nos cuenta. Y para ello, actualmente lidera y gestiona proyectos colaborativos multisectoriales de educación, investigación y capacitación, que incluyen a las comunidades. Su labor no solo expone el impacto de los plásticos en los ecosistemas, sino que además favorece la acción y la toma de decisiones en escenarios locales y gubernamentales, incluso en empresas, fundaciones y la misma academia.
En esta entrevista, Camila nos cuenta cómo ha sido su camino hacia convertirse en una líder vital en la lucha contra la contaminación plástica en Chile y otras partes del mundo, y qué podemos hacer realmente para generar un cambio.
¿Cómo despertó tu interés por el impacto de los plásticos en el medioambiente?
Mi interés se despertó muy jóven, hace muchos años comencé a ver el cambio en las playas, el cambio en el océano que tanto amo. Luego, en la universidad fui presidenta del centro de alumnos por varios años y organicé proyectos en esta área.
Hubo dos momentos cruciales que me hicieron tomar la decisión de que el plástico sería mi línea de investigación científica. El primero fue cuando estuve realizando un estudio de comportamiento dietario en peces, y por primera vez, me encontré con un estómago (de 40 cm de largo) que contenía grandes bolsas, muchas fibras, etiquetas y distintos tipos de plástico. El segundo momento fue cuando asistí a la conferencia Our Ocean y comprendí que esa es una herramienta y una plataforma para que la ciencia se complemente con la política, la sociología y la cultura, a favor de la conservación.
¿Cómo fue tu camino a ser directora científica de Plastic Oceans? ¿Cuál es tu visión con la fundación, qué es lo que se tiene que lograr?
Mi camino hacia ser directora de esta hermosa fundación internacional ha sido con mucho trabajo, completa dedicación y colaboración. No había ningún formato cuando creamos Plastic Oceans Chile, podríamos haber elegido otro camino sin duda. Yo buscaba desarrollarme en un trabajo que me permitiera llevar la ciencia a otros niveles, de manera no convencional, y que trabajara en conjunto con la educación, con la política, las artes, el deporte, el contenido audiovisual, la economía. Y cuando conocí a Mark, también director, mi socio y amigo, me di cuenta de que él, desde su visión y habilidades, también tenía las mismas intenciones. Los ingredientes estaban a nuestra disposición.
A lo largo de los años en los que he trabajado con el plástico en ciencia, he aprendido herramientas, técnicas y protocolos que llevo hoy en día a la fundación, para que Plastic Oceans sea un puente entre todas las áreas que involucran al plástico. Y para eso, es necesario trabajar en proyectos visionarios y colaborativos a largo plazo.
Hace poco presentaste, junto a Oceana Chile, un proyecto de ley para regular el uso de plásticos desechables en el país. ¿Qué cambios son los más urgentes a implementar en Chile?
En efecto, presentamos el proyecto de ley que ya está en el Congreso. Tenemos el apoyo de todas las bancadas y eso nos da satisfacción, porque no es un proyecto que se enmarque solo en un pensamiento e ideología política, más bien busca un bien común mayor: regular algunos de los plásticos desechables más usados. Los cambios más urgentes que necesita Chile son tener, crear y difundir más educación. También transitar hacia una economía más circular, haciendo eficiente el manejo de los recursos y residuos. Que la ciencia se posicione no solo en academia, sino que sea un ítem prioritario a considerar dentro de decisiones políticas, sociales y económicas. Y que la legislación sea una herramienta eficiente para regular la producción, el uso y el descarte de las industrias.
Participaste en La ruta del plástico de National Geographic, ¿cómo fue esa experiencia?
Una de las experiencias más importantes de mi vida, sin duda. Trabajar a los 31 años con National Geographic reafirma que estoy en mi camino, llevando la ciencia a plataformas masivas de difusión en la línea de investigación que elegí hace muchos años atrás, cuando no se hablaba masivamente del tema.
Estuvimos trabajando mucho tiempo antes, preparando lo que iba a ser La ruta del plástico, la cual forma parte de una serie documental llamada Explorer Investigation (disponible abiertamente en YouTube). En ella, se plantean problemáticas medioambientales y sociales que afectan a distintos países, y se expone que la contaminación por plástico es una problemática mundial. Por lo tanto, era muy relevante para National Geographic. Ha sido un éxito; asesoré el documental desde mi área y trabajé en conjunto con Ivana Szerman, periodista y locutora argentina, y una de las personas más impresionantes con las que he trabajado. Logramos llegar a millones de personas a través de todas las plataformas de NatGeo y YouTube.
Desde tu experiencia, ¿cuál es la acción más sencilla que podemos tomar a partir de hoy para cambiar la contaminación que afecta tanto a los océanos? ¿Cómo podríamos mejorar desde Latinoamérica?
Lo primero y fundamental es cambiar nuestra forma de ver el plástico, educarnos. La información es cada vez más masiva, más accesible y con un lenguaje para todas las edades. Y lo segundo es que podemos –y más bien es un por favor– cambiar los materiales que usamos y reemplazar el plástico desechable por vidrio, acero inoxidable, tela, madera, greda y otros. Hoy en día existe un mercado muy amplio que ofrece todos los productos que se ven en plástico desechable, hechos con materiales más nobles. Vivimos en una red muy interconectada y todo lo que hacemos tiene una repercusión a distintos niveles.