El inicio de una revolución, en nuestra manera de pensar, parte por hacernos preguntas, por cuestionar cómo se hacen las cosas y creer que existe otra forma posible. “¿Por qué hay tanta injusticia en el mundo textil?”, es la pregunta que ha conducido a la diseñadora británica Carry Somers a liderar una revolución de la moda, apostando por la creación de su propia marca de sombreros basada en el comercio justo y convertiéndose en una de las líderes que encabeza el activismo para transformar la industria de la moda en una más transparente, ética y justa.
“Yo no tenía planificado nada de esto. Pensaba que me iba a dedicar a algo ligado a la antropología, incluso tenía planificado hacer un doctorado”. Con un historial académico más cercano a las ciencias sociales que al diseño, Sommers hizo una licenciatura en idiomas y estudios europeos, y una maestría en estudios de nativos americanos en la Universidad de Essex.
Sin embargo, sus inicios en la moda son tempranos. Inspirada por la autobiografía de Anita Roddick, el año 1992 funda Pachacuti, marca pionera de comercio justo con base en Ecuador. Sin experiencia, pero convencida de que era posible hacer un cambio, empezó a trabajar con dos cooperativas que habían sido víctimas de ataques incendiarios en Ecuador, a quienes brindó los medios financieros para la producción de una colección de prendas de punto que se agotó en seis semanas.
El 24 de abril 2013, con el desastre de Rana Plaza, Carry reafirmó su camino. Nuevamente, sin ser parte de sus planes ni tener experiencia previa, la idea de empezar un movimiento global que luchara por hacer de la industria de la moda una más transparente simplemente llegó a ella. “Lo mismo pasó con Fashion Revolution, no tenía nada planificado. Llevaba trabajando con mi propia marca 22 años, y la idea [de crear Fashion Revolution], hasta el nombre, me golpeó en el baño, fue una suerte de revelación. Sabía que tenía que salir del baño, llamar a Orsola y hacer algo. Por eso siempre pienso que no fue mi idea, sino que llegó a mí”.
Tuvimos la oportunidad de conocer a Carry hace un par de semanas atrás mientras estuvo de paso por Chile, en el marco de Exxpedition, iniciativa de investigación científica que reúne a mujeres del mundo para investigar las causas y soluciones a la contaminación plástica oceánica (donde la moda es sin duda una de esas causas). Conversamos con ella sobre activismo, los hitos de Fashion Revolution y cómo seguir cambiando la industria de la moda.
Desde el inicio de Fashion Revolution hasta ahora, ¿cuáles han sido los principales cambios o hitos alcanzados a la fecha?
Creo que el cambio más importante ha sido la publicación de las listas de las fábricas (por parte de marcas). Hemos visto que el 25% de las marcas están publicando sus listas de fábricas y hace tres años eran solo 12,5%.
Otro cambio es que más marcas publican sus listas de materias primas. Hace dos años no lo hacía nadie: el 2017 nadie lo publicó, el 2018 una marca y el 2019, 10 marcas. Es poco, dentro de 200 marcas (solo el 5%) pero va en aumento y es muy importante porque sabemos que en las fincas y granjas es donde hay más esclavitud moderna, más abuso de pesticidas, de derechos humanos y el medioambiente.
¿Qué crees que ha gatillado el cambio para que cada vez más marcas se sumen y empiecen a transparentar sus procesos?
Vemos que todas las marcas están siendo más transparentes, es una tendencia que se refuerza año tras año. De las 98 marcas que han sido parte del índice en los últimos tres años, hemos visto que han mejorado su puntuación alrededor de un 9% y cada año se suman nuevas marcas, unas 50 año a año.
No sé si realmente las marcas quieren ser más transparentes, pero se ven obligados, no solo por la presión del consumidor sino también por la legislación. Existe la ley de esclavitud moderna en Inglaterra, la ley de transparencia de cadenas de suministro de California, entre otras, entonces las marcas saben que tienen que hacer algo. Por otra parte, es bueno para su reputación, porque una vez que se sabe dónde se fabrica la ropa, que no se subcontrata, pueden asegurar que no va a suceder algo que dañe su reputación.
Y también para el financiamiento. Cada vez son más los bancos y grandes compañías de inversión que se fijan en la transparencia, porque quieren estar seguros de que su dinero será bien invertido, y que la marca no tendrá problemas como lo ocurrido en Rana Plaza, que pueda destruir la confianza en ella.
Con tu marca Pachacuti has conocido de cerca la realidad de Latinoamérica y su vínculo con la moda. Desde esa experiencia, ¿cómo crees que nosotros, desde nuestra realidad como región, podemos aportar a hacer una revolución de la moda?
Creo que en América Latina hay materias primas, hay cadenas de suministros muy cortas y eso es una ventaja muy grande. También hay habilidades tradicionales en todo el continente (las cuales lamentablemente están en peligro de extinción), entonces hay mucho aquí. La moda de Latinoamérica es muy diferente a la del resto del mundo, entonces hay una muy buena oportunidad para la industria, especialmente la más sustentable, que trabaja, por ejemplo, con descartes. De hecho, en Argentina hay muchos diseñadores trabajando con los desperdicios de la industria.
De aquí en adelante, ¿qué es lo que no puede faltar para construir una nueva industria de la moda? ¿Cuáles son estos puntos críticos a atacar de manera más urgente?
La transparencia y las materias primas. La mayoría de las materias primas actuales son muy contaminantes, contribuyen mucho a la generación de gases de efecto invernadero. Se dice que la industria de la moda necesita cortar sus emisiones en un 80% para el año 2050, pero si la industria sigue funcionando como ahora podría aportar hasta un 60% más de emisiones para el 2030, entonces debemos hacer algo urgente.
Hay materias primas que son mejores y que tienen un menor impacto, como el lino, cáñamo o piñatex, pero las marcas deben invertir [en innovación], porque hay nuevas telas de laboratorio que aún son muy pequeñas. Por otra parte, también debemos reciclar las fibras, porque podríamos ocupar las fibras de algodón, lana, poliéster, etc. que ya existen y una prenda de poliéster reciclado tiene 50% menos emisiones que una de poliéster virgen.
El consumo consciente no se trata solo de comprar, también existen otras maneras para vincularnos con la moda de una manera diferente. ¿Cómo ustedes, desde Fashion Revolution, abordan esto? Uno piensa en LA industria de la moda y se pregunta qué comprar, pero no es la única alternativa.
Se puede intercambiar, comprar ropa de segunda mano, aprender a reparar, se puede alquilar, hay muchas otras maneras de buscar ropa “nueva” para ti.
Todo va a cambiar, estoy segura. Hasta ahora, la mayoría de los lugares donde se alquila ropa tienen tenidas para eventos especiales, pero he visto por ejemplo en Brasil que hay lugares donde se puede pagar una membresía mensual y acceder a ropa para el día a día, para trabajar, salir en las noches, etc.
Y para terminar, ¿qué le aconsejarías a una persona que está iniciando esta búsqueda por consumir de una manera más justa y ética?
Tenemos una meta en Fashion Revolution que dice “sé curioso, descubre, actúa”. Todo el mundo tiene sus propias prioridades, para algunos serán los derechos humanos, para otros los derechos animales, y así entonces cada uno debe hacerse sus propias investigaciones.
Ilustración de portada:Sol Paperán