Son semanas ajetreadas para la activista, co -fundadora y Directora Global de Operaciones de Fashion Revolution, Carry Somers. Pese a ello, desde su residencia en Francia, se toma el tiempo de darnos esta entrevista y ahondar en las complejidades e interconexiones que existen entre los derechos humanos y naturales y la industria de la moda. Nos explica qué es para ella la moda sostenible y los desafíos que enfrenta el movimiento este 2021.
Fashion Revolution es un movimiento internacional que reclama por una industria de la moda capaz de respetar tanto el medio ambiente como a las personas que trabajan en las distintas esferas, y submundos, de las cadenas de suministro. En el 2020, a pocas semanas del inicio de una nueva Fashion Revolution Week, la Organización Mundial de la Salud declaró que la COVID-19 “puede caracterizarse como una pandemia”. Hecho que marcó el accionar del movimiento, llevando todas sus actividades a plataformas online y dando por hecho- que este 2021- el lema de lucha debía ser más claro y fuerte: “los derechos humanos y naturales están interconectados y son interdependientes”.
“El año pasado nos ha mostrado de forma evidente cómo la salud de nuestro mundo es la salud de su gente”, reflexiona Somers. “Cuando miramos el impacto de la pandemia en los trabajadores de la confección, las marcas han instituido una serie de respuestas y medidas de recuperación, pero éstas se centran principalmente en sus propias operaciones comerciales y en el bienestar de sus empleados, no en los trabajadores de la cadena de suministro”.
Derechos, relaciones y revolución: “Ha llegado el momento de exigir un mayor nivel de transparencia”
Las áreas más rentables de la producción de una prenda son las intangibles: diseño, desarrollo de marca y marketing. Pero para que una prenda llegue a nuestro armario se necesitan muchos pasos previos a éstos y es ahí donde entra una gran cadena de productores, minoristas y contratistas que no vemos, pero que tienen un profundo impacto humano, económico y ambiental.
Carry Somers entiende la complejidad de estos efectos, donde uno lleva al otro y viceversa. “Las marcas de moda no han hecho lo suficiente para erradicar los innumerables problemas a los que se enfrentan las personas que trabajan en sus cadenas de suministro, desde los abusos y la discriminación hasta los bajos salarios. Ha llegado el momento de exigir un mayor nivel de transparencia. Algunas de las condiciones de trabajo más severas y explotadoras, y que provocan los peores daños medioambientales, se dan en lo más profundo de las cadenas de suministro de la moda, donde se cultivan los materiales y se fabrican los tejidos, como demuestran las recientes revelaciones sobre el trabajo forzado de los uigures en la región china de Xinjiang”.
Por ello este año, además de exigir a las marcas #QuiénHizoMiRopa y #QuéHayEnMiRopa, Fashion Revolution nos invita a preguntar #QuiénHizoMisTelas (#WhoMadeMyFabric). Millones de personas en el mundo cultivan fibras, extraen materias primas y minerales, hilan, tejen, tiñen, bordan y adornan tejidos y textiles y viven en la invisibilidad total que nos comenta Carry.
“Toda esta explotación humana y la degradación de los ecosistemas que vemos hoy en día a nuestro alrededor son el producto de siglos de colonialismo y explotación globalizada, y en gran parte se deriva de una visión del mundo centrada en Occidente en la que la prosperidad humana y medioambiental se consideran aisladas y desconectadas entre sí”.
Calentamiento global y explotación, ¿cómo se conectan con la transparencia y la trazabilidad?
La campaña de Fashion Revolution Week 2021 nos invita a hacer un cambio radical en nuestras relaciones -entre nosotros, con nuestra ropa, dentro de las cadenas de suministro de la moda y con el mundo natural- para que los derechos de las personas y los derechos de la naturaleza tengan mayor importancia en la toma de decisiones.
“Como ejemplo de su interconexión, alrededor del 60% de nuestra ropa está hecha de fibras sintéticas, como el poliéster, el acrílico y el nylon, que son todos plásticos, y esta cantidad se ha duplicado en los últimos 20 años. Se calcula que los textiles son la mayor fuente de microplásticos, ya que representan el 34,8% de la contaminación primaria mundial por microplásticos, con unas 700.000 microfibras que se liberan en cada ciclo de lavado”.
Somers fue testigo del devastador impacto ambiental de los plásticos, microplásticos y productos químicos cuando se unió el 2020 a la eXXpedition. “Al adentrarnos en el Giro del Pacífico Sur, en una de las zonas más remotas del Océano Pacífico, pasamos los días arrojando la red de arrastre de manta y las botellas Niskin al océano y analizando los resultados. El mar parecía prístino, se podía ver a metros de profundidad, pero una red de arrastre tras otra sacaban grandes cantidades de microplásticos y microfibras”, nos relata.
Y agrega “la industria textil utiliza más de 15.000 sustancias químicas diferentes durante el proceso de fabricación, y la mayoría de ellas no han sido probadas. Además, el 60% de las marcas incluidas en el Índice de Transparencia de la Moda del año pasado no publicaron una lista de sustancias restringidas, por lo que no tenemos forma de saber qué sustancias químicas están o no permitidas en nuestra ropa”.
Moda rápida y sostenible: Ninguna se libra
Para Tansy Hoskins la “moda es una producción social” y como tal es un conjunto de conexiones e interacciones. Se sabe que los abusos que se comenten dentro de la industria del fast fashion también se pueden observar en las marcas de lujo como en las marcas más pequeñas. Por lo tanto, tal como puntualiza Somers, «la falla está en el sistema. Por eso tratamos de evitar el discurso binario y llevar la conversación a ser más matizada».
Sabemos que la relación entre el concepto de sostenibilidad y moda es complejo. Entendemos la moda sustentable, como aquella que logra trabajar con procesos de bajo impacto ambiental; de moda ética, donde el comercio justo y el derecho a los trabajadores son el centro; de moda circular, donde los productos están diseñados para que se puedan volver a insertar dentro del sistema; y la moda sostenible, como un conjunto de todas las anteriores. Frente a este panorama, ¿es la moda sostenible una solución?
“Para que la moda sea sostenible, necesitamos un cambio estructural y sistémico en la industria, y esto comienza con las poderosas fuerzas que la conforman. Las marcas tienen que hacer mucho más para garantizar que los beneficios de los accionistas no se prioricen por encima de la salud y el bienestar de los trabajadores y sus comunidades y de la protección de los valiosos ecosistemas. Tenemos que ver el progreso social y medioambiental vinculado a los salarios e incentivos, tanto a nivel de la junta directiva como de los compradores y diseñadores”, explica Carry Somers.
A lo anterior, Carry señala que debemos entender que la trazabilidad y transparencia seguirán siendo un desafío para la industria. “Me gustaría que las marcas de moda, grandes y pequeñas, informaran más sobre su impacto tangible y temporal en las personas y el medio ambiente, estableciendo objetivos y divulgando los progresos realizados para alcanzarlos. Es muy fácil publicar declaraciones de sostenibilidad en su sitio web y en las redes sociales. Puede que incluso utilices mejores materias primas, pero sí aumentan la producción año tras año y no controlan y reducen las emisiones de carbono en sus propias instalaciones y en su cadena de suministro, esas afirmaciones de sostenibilidad suenan vacías”.
“Elegir los materiales adecuados, apoyar a las marcas artesanales, de comercio justo y sostenibles es importante, pero si esa prenda queda en el fondo de tu armario, sigue sin ser sostenible. Compra ropa que usarás y compartirás; ropa que amarás durante años”.
Del 19 al 25 de abril se llevará a cabo la semana de Fashion Revolution y Carry Somers nos invita a todas y todos a contribuir al cambio. “Cada vez que se formulan las preguntas #QuiénHizoMiRopa y #QuiénHizoMisTelas y se exige una industria libre de trabajo infantil, de trabajo forzado moderno y de toda forma de explotación, se ayuda a remodelar la industria de la moda. Todos podemos utilizar nuestra voz y nuestro poder para ayudar a crear el cambio sistémico que se necesita urgentemente en toda la industria de la moda”.