En el día a día, los billetes son el objeto transaccional más común a la hora de realizar una compra, o al menos gozan de ese lugar en nuestro imaginario. Pero, ¿qué sucede con estos valiosos papeles impresos una vez que han cumplido con su vida útil?
Frente a esa interrogante, la diseñadora industrial Francisca Reyes tomó el desafío de generar un nuevo material para crear delicadas piezas de joyería contemporánea y, así, darles una nueva vida a billetes que perdieron su valor.
¿Cómo nace la idea de Circulante?
Durante mi formación como diseñadora industrial, siempre tuve las ganas de diseñar objetos relacionados con el ámbito de la indumentaria y, de manera inconsciente o muy consciente quizás, todo lo que hacía siempre iba dirigido en esa dirección. No es casual, pues crecí con la herencia de dos abuelas que estaban vinculadas con esto. Una que tenía una pequeña tienda de ropa llamada Reggia, ubicada en Providencia, y otra a quien le fascinaba hacer y arreglar ropa, tejer, e incluso confeccionarse sus propios collares.
Es por esto que durante mi proyecto de título, el año 2014, quise hacer un cruce entre esa herencia de infancia y todo lo aprendido durante la carrera. Además, había dos motivaciones personales que me inquietaban: 1) reflexionar sobre la relación que tenemos con la indumentaria hoy en día, entendiéndola como un medio de comunicación y expresión dentro de una sociedad y contextos específicos; 2) el interés de generar una nueva propuesta de material a través de elementos de desecho, que no necesariamente provinieran de materias que tradicionalmente se podían encontrar en el mercado.
Por lo tanto, el proyecto comprende el desarrollo de objetos portables a través del lenguaje de la indumentaria, entendida como el primer acto del habitar; un acto que busca comunicar.
¿Por qué escogiste como material los billetes en desuso? ¿Cómo fue el proceso de llegar a ellos?
Desde la inquietud por utilizar o reutilizar materiales o desechos no convencionales para desarrollar mi proyecto vinculado a la indumentaria, hice una búsqueda de diversos desechos de procesos industriales. Si bien había muchas alternativas, ninguna me llamaba tanto la atención. Hasta que descubrí que el billete, un objeto de uso tan cotidiano, tiene una vida útil tal como todos los demás, y que había una gran interrogante sobre qué pasaba con ellos después de cumplir su función.
Cualquier billete que sale de circulación en cualquier parte del mundo, ya sea porque cumple con su tiempo de uso (1 a 2 años aproximadamente, dependiendo de su composición material), o porque está rayado, roto o le falta más de su 50%, debe ser triturado para dejar de valer como tal –es decir, en referencia a su valor fiduciario–, y reemplazado por uno nuevo.
Es aquí donde nace el concepto de Circulante –que es el nombre técnico del billete–, con este manifiesto: “Aquello que vuelve a tener un nuevo origen, vuelve a nacer en un nuevo contexto y por lo tanto vuelve a circular”.
Elegir el billete como material resumía muy bien mi objetivo, pues si bien este nos habla de un papel que usamos a diario para realizar intercambio de bienes y servicios, su real valor de intercambio está en su significado (semántica) y en su simbolismo a través de su gráfica (subliminal), su cromática y textura, que busca plasmar una imagen de identidad.
¿Cómo fue el proceso de transformar esa materialidad en joyas?
El proceso fue largo, pues consistió de ensayos y errores desde el proyecto de título. En él, experimenté con los billetes en su estado original (papel triturado), mezclándolo con diversos elementos para crear volúmenes y poder llegar al objetivo de ese momento, que era diseñar botones. Los botones eran, en cuanto a la indumentaria, objetos ídem al billete, por su cualidad de cotidianos. El punto de partida fue el botón como un objeto de contacto diario, que ornamenta y aparece dentro de una prenda e identifica al portador. Posteriormente, el botón se transformó en una joya, después de realizar un primer ejercicio en prototipos que mostré en Ventura Lambrate, durante la Semana del Diseño de Milán, el año 2017. Me di cuenta de que era muy posible crear una colección que recibiera interés del público.
¿Cómo crees que la joyería contemporánea responde a temáticas como el consumismo y la cultura desechable y de impacto medioambiental?
Creo que la joyería contemporánea es un área de la indumentaria que permite mostrar manifestaciones de la joyería de un modo poco convencional, pues permite salirse de todo esquema en cuanto a materialidades, técnicas tradicionales, y crear tipologías nuevas. Creo que es interesante y responde a esas temáticas. En algunos casos, un objeto es un modo de transmitir o comunicar un mensaje, un modo de activismo o de protesta contra algo.
Cuéntame en qué estás actualmente con el proyecto.
Se acaba de lanzar la Colección 10/10, que estamos vendiendo a través de la cuenta de Instagram de Circulante y por encargos directos. El sitio web de la tienda online no tiene habilitado el sistema de compras aún, pero sí pueden ver toda la colección en detalle, valores, tiempos de producción, y hacer sus pedidos directamente conmigo. También hay un sitio web diseñado únicamente para el proyecto, donde se pueden informar más.
¿Cómo proyectas Circulante? ¿Cuáles son los próximos pasos que tienes en mente?
La marca se bautiza como Circulante: Objetos Contemporáneos, pues la intención es abrir la posibilidad de hacer objetos de diversas escalas: tanto los objetos portables o joyería, como mobiliario en una escala mayor. En base a esta premisa de desarrollo, el proyecto está en constante evolución desde que comenzó, y el ritmo de exploración va de la mano con los resultados. No hay tiempos exactos que cumplir, sino que la exploración, el aprendizaje y el cruce de conocimientos que voy adquiriendo, los voy aplicando y de esa manera voy diseñando.