La pandemia nos ha obligado a parar. Vivíamos a un ritmo vertiginoso que nos hacía expresar —como muletilla y queja constante— un “no tengo tiempo”. El concepto del tiempo es el que hoy más que nunca está en juego. Es como si algo hubiera explotado, dejando en viva evidencia que no podemos seguir corriendo.
Parece que los seres humanos no cambiamos, si no experimentamos catástrofes. Estamos conscientes e inconscientes a la vez, y solo despertamos cuando viene el tsunami. Pero la vida tiene agrios como dulces, y esta crisis nos ha permitido forzosamente vivir un tiempo distinto. Uno en que no hemos podido escapar a las preguntas vitales, las que le dan sentido a la vida y de cómo queremos vivirla.
Primero, este tiempo pandémico —y con todos sus bemoles— nos ha permitido vivir la casa y reflexionar sobre cómo la habitamos. En este “nuevo tiempo”, vuelve a tomar sentido lo “hecho con tiempo”, con paciencia, respetando el ritmo de la naturaleza, uno de los valores que lamentablemente la modernidad ha descartado.
En artesanía se habla de sapiencia, del latín sapiens, que significa saber e ia que indica cualidad. Una sabiduría o saber-hacer que está vinculado a los conocimientos que los artesanos y artesanas han obtenido de la experiencia. La artesanía nació para solucionar necesidades de la vida cotidiana, de hombres y mujeres del campo.
Ellos y ellas, gracias a su inteligencia, fueron utilizando las materias primas que su hábitat les ofrecía, para tejer canastos de fibras vegetales, hilar lana de oveja para tejer frazadas o cosechar greda, para hacer alfarería. Esas piezas utilitarias, que originalmente los artesanos y artesanas hacían para su uso propio, con el paso del tiempo, se comenzaron a vender. Así, la artesanía se ganó un lugar en las casas de Chile.
Como ha pasado en muchos países, incluído el nuestro, y debido a una serie de factores, tanto económicos como políticos, el aumento y diversidad de productos industrializados que han ingresado a nuestros hogares han terminado por reemplazar muchas de estas piezas.
Entonces, y frente a todo lo expuesto… ¿no creen que tiene total sentido llegar a la casa y limpiarse los zapatos en un choapino tejido con pita, por artesanos de la zona central? ¿Servir una sopa en platos de greda de Pomaire? ¿Tener a mano una pilwa —la bolsa mapuche tejida con fibra vegetal— para ir a comprar las verduras a la feria? ¿Llevar el pan calentito a la mesa en una panera de Chimbarongo? Nosotros sí.
Esta es nuestra nueva apuesta como Artesanías de Chile: que las y los chilenos volvamos a tener en nuestras casas básicos artesanos. Y es por esta razón, que hemos trabajado para lanzar nuestra línea de productos: Básicos Artesanos. Una serie que nos invita a reflexionar sobre el origen, sobre el tiempo y nuestras tradiciones. Piezas de artesanía que nos dan identidad, y que nos traen al presente un imaginario lleno de sentido y de unión nacional.
Colección disponible en todas nuestras tiendas. Más información en www.artesaniasdechile.cl