Estamos acostumbradas a escuchar sobre los beneficios de la lactancia para la salud de lxs niñxs, de la madre, incluso para el bienestar de la sociedad, pero ¿qué hay de los beneficios de la lactancia para el planeta? Este es precisamente el tema central de la Semana Mundial de la Lactancia Materna (#SMLM2020), bajo el lema: “Apoyar la lactancia materna contribuye a un planeta más saludable”.
No es casualidad que justamente este año el foco se centre en su relación con el bienestar de nuestro planeta. Estar experimentando una crisis sanitaria global nos entrega un mensaje claro: hay algo que no estamos haciendo bien. Debemos replantear el modo en que convivimos con otras especies y cómo nos relacionamos con nuestro entorno.
La World Alliance for Breastfeeding Action (WABA) es una entidad que trabaja conjuntamente con la OMS y Unicef, y está encargada cada año de la celebración de la Semana Mundial de Lactancia Materna, en más de 170 países, que está “destinada a fomentar la lactancia materna, o natural, y a mejorar la salud de los bebés de todo el mundo”. Este año se celebrará del 1 al 7 de agosto, y el esfuerzo apunta a resaltar el impacto positivo de la lactancia materna para un planeta más saludable, con cuatro objetivos principales: informar sobre la relación entre la lactancia y el medioambiente; anclar la lactancia como una decisión climática inteligente; comprometer individuos y organizaciones para un mayor impacto; e impulsar acciones para mejorar la salud del planeta y las personas a través de la lactancia materna.
¿Cuál es la relación entre la lactancia y el cuidado del medioambiente?
Primero, existe un vínculo natural: la leche materna es un tejido vivo que forma parte de la naturaleza. La leche de una mamá humana es considerada el alimento idóneo para su cría humana. Basta con reflexionar que muchas generaciones vivieron y sobrevivieron gracias a ella.
Hoy se hace urgente que visibilicemos la lactancia tal como es: un recurso natural y sostenible. Normalmente, la explotación de los recursos naturales termina por agotarlos, pero con la lactancia materna ocurre todo lo contrario: mientras más succiona el bebé, más leche produce la glándula mamaria. Así funciona el maravilloso cuerpo de una mamífera.
Otra de sus características es que es un recurso natural inocuo. No requiere uso de agua, que en contexto de una pandemia es un bien aún más preciado y escaso. Tampoco necesita ningún tipo de energía eléctrica, gas o leña para su preparación.
La leche materna no necesita ser diluida, preparada o calentada. Sale del pecho con la medida justa y temperatura perfecta. Si la comparamos con la fórmula que se necesita producir y diluir, la diferencia es abismal: se calcula que para la producción de un kilo de fórmula se requiere más de 4.000 litros de agua (Rollins et al., 2016).
Por otra parte, la leche materna no genera residuos industriales, pues no implica un proceso de fabricación ni almacenamiento. Tampoco es necesario el uso de transporte y distribución, lo que impacta en el ahorro de combustible. Si a eso le sumamos que no es necesario limpiar o esterilizar nada, encontramos otro foco de ahorro en agua y productos de limpieza (que usualmente generan residuos desechables).
¡Y aún quedan más aristas! Aunque hay casos en los que la menstruación vuelve rápidamente tras el parto, un gran porcentaje de las mujeres que amamantan de manera exclusiva tienen amenorrea (ausencia de la menstruación) durante meses, incluso años si la lactancia se mantiene en el tiempo. En ese periodo, se produce un ahorro importante en el uso de toallas higiénicas y tampones –para quienes aún no hacen la transición a la copa menstrual– que tienen su propia huella de carbono, al mismo tiempo que se anula la generación de estos residuos.
Está comprobado que los niños amamantados se enferman menos debido a la función protectora y de inmunidad que tiene la leche materna. Un estudio publicado en la revista internacional Archives of Disease in Childhood concluyó que el sistema de salud del Reino Unido podría ahorrar 50 millones de euros anuales si las madres alargaran el tiempo que amamantan a sus hijxs. Para llegar a esta conclusión se calculó el costo total de cinco enfermedades que la lactancia ayuda a prevenir: gastroenteritis, infecciones respiratorias, otitis y enterocolitis necrotizante (en el caso de lxs niñxs) y cáncer de mama (en el caso de las madres).
Si se promoviera y protegiera la lactancia materna en nuestro país para aumentar y prolongar su duración, se disminuiría radicalmente el gasto público en salud. A su vez, esto significaría un ahorro en medicamentos, insumos médicos y hospitalizaciones, tres factores que impactan la generación de residuos que tanto contamina el planeta. Y si consideramos el ahorro en fondos dirigidos a la salud, estos podrían destinarse para ayudar a combatir la pobreza, entre otros de los objetivos de la ONU.
La lactancia en la crisis sanitaria actual
No puedo dejar de contextualizar esta SMLM en la crisis social y económica que vivimos hoy en Chile producto de la pandemia. El papel de la lactancia materna en situaciones de emergencia cobra mayor importancia. Hay familias que no tienen los recursos mínimos para alimentarse mientras están cumpliendo la cuarentena en sus hogares, otras que no tienen más alternativa que exponerse al contagio con el fin de salir y poder proveer, y muchas más que ni siquiera tienen acceso a agua potable. ¿Cómo, en estas circunstancias, pueden alimentar a su hijx lactante?
Existen dos opciones. La primera sería con fórmula, lo que puede representar un alto gasto en un presupuesto familiar ajustado, teniendo que salir de sus casas para comprarla y arriesgándose a que el agua donde la diluyan pudiera estar contaminada. La segunda sería con leche materna, de manera gratuita, sin tener que moverse de sus casas y con las condiciones higiénicas óptimas. Si bien la lactancia materna no siempre es la mejor alternativa para todas las madres y cada mujer tiene derecho a decidir sobre cómo alimentar sus hijxs y ser respetada, la normalización y promoción de la lactancia es fundamental para que la decisión de cada madre sea tomada de manera consciente e informada.
Incluso en casos donde las madres han tenido Covid+ o hay personas contagiadas dentro del grupo familiar, se puede continuar con la lactancia. La OMS recomienda no interrumpirla, ya que la leche materna contiene anticuerpos y factores bioactivos beneficiosos para los lactantes, capaces de combatir distintos virus y bacterias. Hasta la fecha, no hay estudios concluyentes que indiquen que el virus se traspasa a través de la leche materna. También se recalca que es de suma importancia tomar todas las precauciones higiénicas mientras se amamanta, como el uso de mascarilla y el lavado de manos y superficies, para evitar el contagio por contacto.
Son múltiples los beneficios de la lactancia materna: la salud de los niños y niñas, la salud de la mamá, el vínculo afectivo, la nutrición en la primera infancia, el ahorro familiar, el bienestar social, e incluso el impacto cero que genera en nuestro ecosistema. Pero para poder alcanzar su máximo potencial, hay algo sobre la lactancia materna que debemos modificar: el hecho de que actualmente esta recae en los hombros de una sola persona, la mamá. Para compartir esta responsabilidad se requiere tejer una verdadera red, que comprende una contención familiar, un apoyo del sistema laboral, una normalización social y finalmente un soporte político. El desafío hoy consiste en promover la lactancia materna y proteger a la diada (mamá e hijo o hija), facilitando información actualizada, condiciones, espacio y tiempo.