Este, en principio, iba a ser un artículo sobre cómo hablar con los niños y niñas exclusivamente sobre la crisis climática. Pero a raíz del movimiento social que vivimos actualmente en Chile desde el viernes 18 de octubre, quisimos hacerlo lo menos específico posible, para abarcar también –quizás indirectamente– posibles ideas de cómo empezar a hablar con los niños y niñas sobre lo que está sucediendo en el país.
Las conversaciones sobre la crisis climática (o la crisis social y económica actual), las escuchan los niños y niñas en todos lados: el colegio, la radio, lo que dicen los adultos a su alrededor. Quizás quienes mencionen el tema sean sus compañeros o sus profesores, o puede que hayan visto con sus propios ojos que algo está pasando. Basta con que escuchen las cacerolas (o los helicópteros) para que se hagan preguntas.
Al hablar con los niños sobre temáticas complejas, no se quiere, por supuesto, transmitir angustia o desesperanza. Tomando eso en cuenta, lo importante, según este artículo de NPR, es romper el hielo aunque sea difícil. Y para hacerlo, aquí les dejamos unas posibles recomendaciones sobre cómo empezar a hablar con los niños y niñas sobre la crisis climática, que en algunos casos son aplicables a otras temáticas complejas que forman parte de un problema más bien grande y sistemático.
Abrirse emocionalmente con otros adultos. Para muchas familias la crisis climática es evidente. Para otras con mayores privilegios puede que sus efectos directos no sean tan palpables aún, pero es una realidad con consecuencias globales y transversales. En ambos grupos, seguramente hay padres y madres que están –ellos mismos– lidiando con incertidumbre, confusión, distracción o miedo.
Es por esto que la primera recomendación es emocional y personal: requiere que los padres y madres hablen de la crisis con otros adultos y se abran sobre los propios sentimientos ante ella, dice Mary DeMocker, autora de The Parents’ Guide to Climate Revolution. Ella lo considera un necesario primer paso para poder ayudar efectivamente a los niños y niñas.
Tocar el tema. NPR hizo una encuesta donde encontraron que el 84% de los padres y madres pensaba que sus hijos debían aprender sobre el cambio climático. Sin embargo, solo un 45% de ellos había hablado con sus hijos del tema.
Basándose en recomendaciones de educadores y psicólogos, llegaron a este posible guion, que se puede usar como base para tocar el tema (de la crisis climática en este caso) con niños a partir de 4 o 5 años:
«Los humanos están quemando combustibles fósiles para obtener energía, en aviones, en autos y para iluminar las casas, y eso está llenando el aire de gases de efecto invernadero. Esos gases envuelven el planeta y hacen que se caliente. Un planeta más caliente tiene más tormentas y derrite el hielo de los polos. Los océanos crecen y esto hace que a los animales se les haga difícil encontrar lugares donde vivir. Es un problema muy grande y hay mucha gente inteligente trabajando para solucionarlo, y también hay mucho que nosotros podemos hacer como familia para ayudar”.
Está quizás demás decir que obviamente cada madre o padre conoce mejor que nadie a sus hijos o hijas, por lo que sabe si el nivel de información que le está dando es apropiado (no extremadamente gráfico o perturbante). Lo que menciona el artículo, y es muy cierto, es que los padres y madres no pueden controlar lo que los niños escuchan en otros lados, por lo que es mejor ser “proactivo” y tocar el tema, dándoles datos simples para entender el problema.
Explorar la naturaleza. En lo posible, llevar a los niños y niñas a visitar desde huertas hasta parques y bosques –y si se puede el mar o alguna montaña–, es clave para acercarlos a la naturaleza. Incluso puede bastar con detenerse a mirar las hormigas en la vereda, dice, y reflexionar sobre el rol que tiene cada parte de la naturaleza. La lógica detrás de esto es que, en principio, es difícil defender lo que uno no ama.
Hacer actividades reconfortantes. Recomienda tener un conjunto de actividades reconfortantes a la mano para cuando los niños tengan momentos de ansiedad o sientan particular preocupación o tristeza. Por ejemplo, sentarse a conversar, tomar un descanso, jugar algo en específico, juntarse con alguien cercano. En cualquier caso, es importante escuchar lo que los niños o niñas tienen para decir y ayudarlos a administrar sus sentimientos sin minimizarlos.
Tomar ciertas acciones. Se refiere a las cosas productivas que se pueden hacer en familia para mitigar el problema que le está causando estrés al niño o la niña. Si se trata de la crisis climática, pueden ser cosas como: explicarles cómo reciclar y hacerlo juntos, recoger juntos la basura del parque o la playa, o ayudarlos a escribir una carta a una autoridad local sobre un problema cercano, o asistir, si se quiere, a una marcha pacífica. Es cosa de cada uno decidir, y quizás incluso se puede hacer un brainstorming juntos sobre qué hacer. Que los niños y niñas sientan que los adultos que los rodean los ayudan a hacer algo al respecto los reconforta, así como ver a sus referentes en acción aplicando valores como empatía, cooperación, autosuficiencia.
Mantener los momentos de calma y encontrar esperanza. La última recomendación del artículo se basa en encontrar significado. Es un tema de mentalidad: “cómo enmarcar el problema de manera que puedan seguir esperanzados de un cambio y no colapsar ante el cinismo o la apatía o la desesperación”, dice. En definitiva, enseñarles que el mundo es un lugar donde vale la pena vivir, y reconocer que los problemas sí existen y mostrarles que sí se están abordando.
Fuentes: NPR / Treehugger / New York Times
Imagen destaca: Nacho Calonge