Hablar de moda sostenible es abrirnos a un mundo lleno de preguntas.
Preguntas sobre quiénes hacen nuestra ropa, dónde la fabrican, en qué condiciones y volúmenes.
Preguntas sobre la velocidad de las nuevas (micro) tendencias, sobre el uso que hacemos de esas prendas y la forma en que son descartadas.
Preguntas sobre la explotación de recursos naturales, uso de agua, suelo y químicos, así como nuevas formas de agricultura.
Pero hay otra cara de la moda sostenible. Una que podríamos pecar de considerar menos relevante, más superficial y frívola, pero que desde mi punto de vista es tan relevante como la anterior: me refiero a la estética, al estilo y las formas en que vestimos nuestra ropa y cómo éstas pueden cambiar e influir a medida que cambia la industria y nosotros como consumidores.
Por ejemplo, si empezamos a priorizar el uso de materias primas locales o teñidos naturales, quizás vestiremos nuevas siluetas o colores que estén condicionados al uso de esos recursos. O si buscamos disminuir el impacto de una prenda en la etapa de cuidado de esta, probablemente nuestro concepto de «lo sucio» cambie. Si buscamos alargar la vida útil de la ropa, la reparación de la misma podría cambiar nuestra noción de lo nuevo o de cómo debe lucir una costura.
Desde los inicios de Franca. nuestra misión ha sido promover una industria de la moda más ética y estética. Una industria que respeta a las personas y al planeta, y que al mismo tiempo celebra la creatividad e identidad que se expresa a través del vestuario de la mano de creadores, productores y usuarios.
Después de 5 años explorando la dimensión ética de la moda, y cómo nuevas propuestas surgen para mostrarnos que existen nuevas formas de hacer, con este artículo quiero invitarles a explorar ¿Cómo luce la moda sostenible? ¿Existe una única manera? ¿Cuáles son las estéticas que nacen cuando la ética se pone al centro de la moda? Y en esa línea ¿Cómo los cambios en los procesos productivos y de consumo influyen en la forma en que nos vestimos, y cómo nuestro estilo personal y prioridades dan forma a estos nuevos procesos? En definitiva ¿Cómo ha cambiado la forma en que nos vestimos, y cómo nos vestiremos en el futuro? ¿De qué múltiples formas podría lucir la moda sostenible?
Las preguntas son amplias, ambiciosas de responder. Por lo mismo, quiero aclarar que este artículo y los que vengan no buscan respuestas definitivas, menos universales. Al contrario, reconocen que son observaciones que se hacen desde Latinoamérica, en particular desde Ciudad de México y Santiago de Chile. Por otra parte, estas reflexiones no suponen un reporte de tendencias, sino un ejercicio especulativo que nos invita a observar el presente y al mismo tiempo imaginar el futuro de la moda. A reconocer el increíble componente creativo que la habita y cómo conectando con esas nuevas estéticas podemos re-pensar nuestra forma de vestir.
Dicho lo anterior, en los próximos artículos exploraremos cómo nuevas -y no tan nuevas- técnicas como el upcycling, la inteligencia artificial, los biomateriales, entre otras, están cambiando la forma en que vestimos, y cómo diversos estilos de vida y tendencias nos invitan a valorar y explorar otras estéticas a la hora de vestir. Pero sobre todo, una exploración que nos permitirá pensar la moda sostenible más allá de sus clásicos estereotipos, porque definitivamente hay mucho más que lino y colores neutros para explorar.
Y tú ¿cómo crees que luce y lucirá la moda sostenible? Espero que nos acompañes a explorarlo.