Las mujeres ghanesas llevan generaciones usando manteca de karité para nutrir su rostro, cuerpo, cabello y labios, y protegerlos de los vientos secos del desierto del Sahara. La elaboran manualmente ellas mismas mediante un largo proceso compuesto por 18 pasos que está basado en técnicas tradicionales, traspasadas de madres a hijas, donde no se utiliza ningún producto químico con el fin de garantizar que la manteca de karité sea de la más alta calidad.
Como parte de sus reconocidos esfuerzos por hacer una diferencia positiva para las personas y el planeta, The Body Shop hizo de este ingrediente la estrella de su Manteca Corporal Nutritiva de Karité y apoya directamente a las mujeres que lo producen. Esto es así desde que, en 1992, Anita Roddick, la icónica fundadora de la marca, visitó Ghana y conoció el karité. Quedó, por una parte, asombrada por sus propiedades hidratantes y nutritivas, y por otra, impresionada con la fortaleza de las mujeres expertas que trabajaban para obtener este ingrediente en la Asociación de Manteca de Karité para mujeres de Tungteiya. Profundamente inspirada por ellas, Anita no dudó en incorporar a esta comunidad en su programa de comercio justo a partir de 1994. En ese entonces, eran solo 50 mujeres las que se dedicaban a trabajar las semillas de karité. Hoy, son 640 mujeres, de 11 aldeas diferentes, las que se encargan de proveer las 290 toneladas de manteca de karité que The Body Shop requiere anualmente.
De hecho, este año se cumplen 25 años de esta alianza con la comunidad de mujeres de Tungteiya, quienes hoy en día producen la manteca de karité que The Body Shop utiliza en 250 de sus productos. Y es que el comercio con comunidades está en el centro de lo que hace la empresa, que fue pionera en el comercio justo en la industria de la belleza y desde 1987 ha venido creando productos con ingredientes de calidad obtenidos de forma sostenible, y trabajando con agricultores de distintos países para levantar económicamente a comunidades de proveedores en zonas vulnerables.
Además de pagar el precio justo por el karité –cosa que hacen con todos sus proveedores–, The Body Shop paga un monto adicional para el desarrollo de la comunidad, lo que ayuda al fondo social de Tungteiya, al Fondo de Acción Comunitaria del Norte de Ghana, e invierte en proyectos comunitarios relacionados a la salubridad, sanitización, agua potable y educación. Un ejemplo de esto son las siete escuelas que dan educación a 12.000 jóvenes en la comunidad. En total, esta alianza beneficia a 49.000 personas cada año.
Alianzas de comercio justo como esta demuestran que el camino para las empresas del presente y el futuro es pagar justamente a los proveedores e invertir en ellos para ayudar a empoderar sus comunidades. Especialmente en materia de “transparencia, claridad y equidad de género”, que son aristas fundamentales, según nos contaba Gerardo Wijnant, especialista en el tema. Y es que el comercio justo con las comunidades es, como ha dicho Rudi Dalvai, presidente de la Organización Mundial de Comercio Justo, indudablemente una ventaja; para la empresa, sus trabajadores, sus proveedores y usuarios. Poder disfrutar del cálido aroma y la cremosa textura de la Manteca Corporal Nutritiva de Karité con la seguridad de que fue producida de manera justa es una gran satisfacción para un consumidor consciente.
El protagonismo de las mujeres de Tungteiya en la producción de este ingrediente les da herramientas para superarse, pues reciben un sueldo propio e independiente que, a su vez, les otorga confianza en sí mismas, les ayuda a ser respetadas en la comunidad y les permite escolarizar a sus hijos e hijas. Este año, The Body Shop incluso está comprando más manteca de karité para los productos que se van a incorporar a la línea, lo que aumentará los fondos para los proyectos comunitarios de Tungteiya en un 30%. Y este es solo uno de decenas de socios de comercio justo con los que trabaja The Body Shop alrededor del mundo, impulsando los derechos de las mujeres y la igualdad de oportunidades mediante un trabajo justamente remunerado. Hoy, el 95% de sus productos están enriquecidos con ingredientes obtenidos de forma sostenible a través de su programa de comercio justo.
¿Qué hay del planeta? Pues, las trabajadoras de Tungteiya recolectan las nueces de karité recién caídas para luego procesarlas y producir a mano la manteca. Ellas mismas, además, plantan algunas de las nueces para reforestar y permitir que crezcan árboles para las generaciones futuras. The Body Shop fue también co-fundador de la Global Shea Alliance (GSA), una organización sin fines de lucro que ayuda a la industria del karité a luchar por un mundo más sostenible, y beneficia a las 8 millones de mujeres que son la parte más crucial de esta industria.
Hace tiempo que The Body Shop lidera el ámbito de los negocios éticos. Y acaba de obtener, este octubre, la certificación de Empresa B, lo que la convierte en la mayor B Corp fundada por una mujer. Con esto, consolida sus esfuerzos en comercio justo y se une a un número creciente de empresas en todo el mundo que actúan para reducir la desigualdad, disminuir los índices de pobreza, cuidar el medioambiente, promover comunidades más fuertes y crear empleos con dignidad y propósito.
Imágenes: cortesía de The Body Shop
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Este artículo fue patrocinado por The Body Shop como parte de una #AlianzaFranca.