Costureras a Toda Máquina es de esos proyectos que nacen a pulso, y para dar respuesta a la urgencia. Que se engendran bajo el profundo anhelo de unión y colaboración, y de entender que la lucha por la dignidad es palabrería si no se da de manera democrática e igualitaria.
Durante la pandemia, un grupo de mujeres vieron la carencia que existía de productos de protección y cómo el acceso de éstos es limitado para los sectores más pobres de una sociedad. Desde ahí que este núcleo comenzó a trabajar en un prototipo de mascarillas para donar a centros de salud, luego pasaron a la confección de toallas higiénicas reutilizables, además de otros productos como cojines prono y pañales. Este grupo de mujeres que comienza a gestarse como un colectivo social, hoy es formalmente una cooperativa.
“Tras ese año de trabajo, el amor por el mundo textil y constatando que el rubro de la confección local está muy precarizado -la mayoría de las costureras son domiciliarias, en condiciones que no son reconocidas como trabajadoras- comenzó a surgir la idea de transformarnos en una cooperativa de trabajo. Esto permite a las costureras y a todas las personas de nuestra cadena de producción que reciban un pago acorde a la importante labor que desempeñan”, nos señala Nicole Sir, parte del equipo de Comunicaciones de la cooperativa y quien nos entregó más detalles sobre qué es y cómo funciona “Costureras a Toda Máquina”.
El conformarse como cooperativa, y no como sindicato, no es una decisión a caso. Para ellas era fundamental ser una organización que diera trabajo tanto a las cooperadas como a las asociadas, además de procurar contribuir a mejores condiciones para todas las personas que formen parte de la cooperativa o que trabajan asociadamente.
“Quienes forman parte de la cooperativa, pueden participar democráticamente de las decisiones en los distintos ámbitos, por ejemplo, diseño y confección, administración y logística, comunicaciones, etc, apuntando a ser una alternativa de trabajo rentable y un espacio para desarrollar las propias habilidades”, aclara Nicole.
Mientras que un sindicato es una asociación de trabajadores que operan dentro de una misma empresa o un mismo rubro y velan por derechos laborales y remuneraciones justas. Las cooperativas son empresas con un énfasis social, pero al fin y al cabo son empresas. Las cuales se insertan dentro de un sistema de mercado, pero que se rigen de acuerdo a sistema internos de democracia y horizontalidad.
“En las cooperativas las socias son dueñas de la empresa y sí, se busca generar ganancias para sus socias, colaboradoras y stakeholders en general”.
Regulación laboral de las costureras
El 2017 la Fundación Sol llevó a cabo el “Estudio del trabajo en domicilio en la cadena del vestuario en Chile y de la creación de organizaciones sindicales territoriales de las trabajadoras involucradas” el cual evidenció “la complejidad social y económica de las mujeres trabajadoras textiles en domicilio, se condensa al entremezclar las historias familiares, biográficas y económica-locales de los territorios”.
Actualmente en Chile no existe una regulación laboral en cuanto a las costureras domiciliarias, ni Tarifados Nacionales Unificados, lo que permitiría que, con independencia de la figura física o jurídica del empleador, se aseguren ingresos mínimos por tarea realizada.
Hoy, las grandes empresas del retail trabajan a través de la tercerización. Una empresa externa las contrata, con plazos muy cortos y a muy bajo pago, lo que hace que sea necesario producir grandes volúmenes para tener un sueldo digno.
“Como cooperativa apuntamos al reconocimiento de este oficio partiendo de una justa remuneración, plazos y escalas humanas de producción. Esto se engarza también con la lucha por una industria textil cuya forma de producción y consumo sea de acuerdo a la conservación de la naturaleza y con buenas condiciones laborales para todas las personas que trabajen en dicha industria”, señala Nicole y añade que “lo anterior es relevante en nuestro territorio por la desregulación que existe al respecto y considerando lo importante que fue esta industria hace más de 30 años en Chile”.
Para la socióloga y gerenta actual de Costureras a Toda Máquina, Beatriz O’Brien, en Chile aún existe “una gran fuerza productiva en las costureras domiciliarias, que pueden reactivar una industria nacional que nos permita no depender de los flujos del mercado global, al tiempo que sea respetuosa con quienes trabajan y la tierra que habitamos”.
Hacia el reconocimiento del trabajo de las costureras
La principal lucha que tiene hoy esta cooperativa de trabajo es ver la conformación de una nueva industria textil local. Para ello, se encuentran trabajando en base a solicitudes de diseñadoras/es y pequeñas empresas que se posicionan desde la sostenibilidad.
“Trabajamos a escala y de forma directa con nuestros y nuestras clientas en pedidos diversos de costura industrial que van desde el diseño o co-diseño de los pedidos, a los moldes, patronaje y confección”, indica Nicole.
Próximamente buscan abrir un marketplace, el cual podrá ser visitado en su recién lanzado sitio web y donde estarán disponibles productos desarrollados por las cooperadas y en formato pre-order.
“Hemos estado trabajando en alianza con Ecocitex, cosiendo algunos de los productos que están diseñando con sus telas tejidas con hilados de ropa reciclada, entre esas cosas hemos confeccionado para ellos: bucket-hat, tote bags, productos textiles para el hogar, etc. Además, hemos estado confeccionando algunas prendas para el clóset de Irina Karamanos, gracias a la coordinación con Ale Cuevas, quien nos consideró para un clóset hecho localmente con piezas básicas, pero vanguardistas”.
El impacto de esta cooperativa de trabajo apunta hacia el fortalecimiento de una nueva industria textil. Una que vea a las personas, a la naturaleza de forma equitativa. Partiendo por generar condiciones de trabajo justas y dignas, y donde las ganancias sean repartidas de manera horizontal entre los participantes de la cadena textil.
“A mediano plazo buscamos tener conformado un modo de gestión y producción que nos permita efectivamente pagarnos justamente y poder crear productos propios. A largo plazo, nuestras expectativas son abrir la cooperativa a más costureras y otras personas que quieran sumarse y generar trabajo para todas las personas que compongan la cooperativa. Ser un sustento económico y afectivo para mejorar la calidad de nuestras vidas”, concluye Nicole Sir.