Desde muy pequeña me visualizaba viajando por el mundo. Siempre lo pensaba de una manera bastante ingenua, no sabía cómo lo lograría, pero tenía la certeza de que pasaría. Hoy a mis 27 años este sueño, esta experiencia que anhelaba vivir, ha comenzado.
Llevo seis meses viviendo en Melbourne, Australia; es mi primer viaje fuera de Chile. Nunca pensé que este sería el primer país que conocería, tenía otros lugares en mi cabeza, pero desde el año pasado todo me llevó acá. Han sido los seis meses más intensos y expansivos que he tenido. Claramente no tenía idea antes de llegar de lo que encontraría realmente.
El poder de estar en contacto con la creatividad y bajar el ritmo
Melbourne para mí es un lugar donde puedes vivir y experimentar la creatividad en todos los aspectos de tu vida. Cada día encuentras distintas actividades, desde workshops, recorridos, exposiciones, festivales, etc. También posee lugares mágicos, como grandes jardines donde puedes sentirte desconectada de la ciudad y tener espacios para la conexión contigo misma. Una de las cosas que más me ha sorprendido y ayudado a conectar conmigo y mi creatividad es bajar las revoluciones, dejar de sentir ese aceleramiento constante que sentía en Santiago y comenzar a moverme en otro ritmo físico y mental.
En comparación con Chile, hay una gran diferencia respecto a la seguridad, se respira tranquilidad y vas confiando rápidamente en tu vecino de asiento. En mi experiencia, casi no existen opiniones sobre las apariencias, no ves ojos que juzgan ni miradas de desaprobación.
Conexión femenina
He tenido la suerte de contactar con distintas mujeres de diversos países. Es hermoso ver que a pesar de tener culturas y estilos de vida distintos, todas llegamos a lo mismo: una amorosa conexión con nuestra esencia y el profundo deseo de avanzar a pesar del miedo y la ansiedad. De alguna forma, venimos en búsqueda de acercarnos a una vida con más conciencia, igualitaria y enriquecedora. Queremos mantenernos conectadas a la fuente de abundancia mientras encontramos las herramientas con las cuales cada una hará su contribución a este mundo.
He sido parte de distintos encuentros de mujeres y me he dado cuenta de lo poderoso que es compartir con otras. Estamos en un momento importante, y para que todo esto se dé de la mejor forma, es necesario detener las comparaciones y la competitividad entre nosotras, “cuando una sana, todas sanamos”. No importa de donde vengas ni lo que te enseñaron, lo que importa es el hoy y cómo dejar atrás todas esas capas que te impiden ser tú.
Para disfrutar de un viaje exterior es necesario un viaje interior
Cambiar de casa, de ciudad o de país, siempre trae la ilusión de empezar de nuevo, del «ahora sí que sí». Para mí, estar al otro lado del mundo, lejos de la gente que amo y de lo que conocía, ha sido fuerte, pero necesario. Es bello darse cuenta de que los lazos se mantienen y fortalecen a pesar de la distancia. No puedo dejar de sentirme afortunada por encontrar bellas personas y tener experiencias expansivas, por sentirme segura y parte de este lugar, pero como toda experiencia, también tiene su lado B.
El aprendizaje más potente que tengo en este momento es haberme dado cuenta de que ningún viaje o trabajo te conectará realmente contigo y tu propósito si no haces el trabajo interno. ¿Por qué? En estos meses he visto que en ciertos aspectos de mi vida seguía repitiendo patrones tóxicos, continuaba relacionándome conmigo y con otros a través de creencias limitantes, dejándome llevar por impulsos, y estaba volviendo a crear situaciones negativas. Pensaba que al llegar a otro lugar todo se desvanecería y renacería por arte de magia, pero no es así, tienes que trabajar por tu bienestar y realmente comprometerte contigo. Suena fácil, pero no lo es.
De nada sirve dar un viaje si internamente no te habitas, si no tienes la valentía y vulnerabilidad de ser capaz de ver tu sombra y tu luz amorosamente. Tienes que lanzarte al vacío. Este viaje ha sido poner en mi cara todo aquello que ya no va más, que no funciona, con esta nueva realidad que quiero crear. Y sí, ha sido fuerte y requiere mucha fortaleza emocional.
Sinceramente, sigo sintiendo mucha ansiedad e incluso vértigo porque me estoy moviendo a un nuevo escenario que no sé a dónde me llevará. Sin duda el entorno ayuda, sobre todo estando lejos; las cosas se sienten profundamente y ves cómo el tiempo pasa más rápido y te ves enfrentada a nuevos retos cada día. Pero lo que más te ayuda es el viaje hacia ti, es tenerte a ti misma.
Creo sinceramente que cuando uno comienza el viaje hacia uno, tu exterior por consecuencia comienza a cambiar, ya sea porque aparecen nuevas experiencias, viajes, personas o nuevos caminos. Este viaje exterior e interiormente también me ha permitido darme cuenta de lo importante de estar comprometida con una misma. Todas vivimos procesos distintos, pero creo que todas queremos lo mismo: crear una realidad más expansiva y consiente con nosotras y nuestro entorno.
Si decides hacer un viaje físico, sería doblemente enriquecedor que también te comprometieras a hacer un viaje interior. Y eso sí que da miedo, pero es tan maravilloso que tendrás el doble de recompensas más que quedándote donde estás por miedo.
Imagen de portada: cortesía de Belén Lucaveche