Si existe una palabra que define la filosofía slow es el balance, pero pocas industrias son tan ajenas a ese concepto como la de la moda. Entonces ¿puede aplicar esa filosofía a nuestro vestuario? ¿cómo nace esta idea y de qué se trata?
Estamos acostumbrados a la novedad, a entrar cada dos semanas a una tienda y encontrar nuevos productos: cada vez más baratos, de telas de peor calidad y que por lo tanto duran –si somos optimistas- un par de lavados. Pero ¿qué importa si costó solo $4.990 (o menos) y por el mismo precio puedo comprar una nueva? Pagamos poco y tenemos mucho ¿Suena familiar? Frente a este escenario es que el término moda lenta o slow fashion se ha posicionado como una alternativa que implica un cambio de paradigma, pero ¿qué significa?
El término moda lenta o slow fashion fue acuñado el año 2008 por la investigadora, autora, consultora, profesora y activista del diseño y moda Kate Fletcher frente al sistema que impera actualmente dentro del sistema de la moda: el fast fashion o moda rápida. A grandes rasgos, este se caracteriza por producir y vender prendas baratas, homogéneas y de manera masiva, aumentando así la velocidad de diseño, producción, entrega y reposición de stock, lo que se traduce en una sucesiva reducción de los plazos de entrega de fábricas proveedoras (cultivos, fábricas textiles y de confección), cambiando el transporte marino por opciones más rápidas como transporte aéreo o terrestre y teniendo como uno de sus fines el creciente y sostenido crecimiento económico.
¿Los beneficios? Más ropa, más tendencias y todo más barato.
¿Las repercusiones? Un aumento desenfrenado de la demanda por recursos materiales y de mano de obra, hipercompetencia entre proveedores, precarias condiciones laborales y un desmedido impacto a nivel medioambiental.
En este contexto de obsesión por el crecimiento económico es que una nueva mirada y modelo emerge bajo el nombre Moda Lenta o Slow Fashion, promoviendo la cultura y los valores de “lo lento” en la moda.
Inspirado en el movimiento slow food, la moda lenta es mucho más que el contrario de la moda rápida o fast fashion. En palabras de Kate Fletcher “lento no solo define la velocidad, sino también representa una visión diferente del mundo que aboga por un tipo de actividad de la moda que promueva el placer de su variedad, su multiplicidad y su importancia cultural dentro de los límites biofísicos. La moda lenta requiere de un cambio de infraestructura y una menor producción de artículos. No se trata de dejar el negocio como está y limitarse a diseñar prendas clásicas y planificar con plazos más amplios (…). La moda lenta representa una ruptura con las prácticas actuales del sector, con los valores y los objetivos de la moda rápida (basada en el crecimiento).”
De una manera similar, la periodista y bloguera Sofía Calvo menciona en su libro “El nuevo vestir” que “el slow fashion se entiende como el modelo de negocio que busca crear prendas ecológicamente amigables, transparentando el proceso de fabricación, tanto a nivel de materiales como de las condiciones de los trabajadores que las crearon. Todo ello sin seguir los ritmos de las tendencias, ya que aspira a crear productos atemporales de calidad.”
De esta forma, podemos concluir que el slow fashion se presenta como un cambio de paradigma que cuestiona el modelo a la base del sistema de la moda actual, promoviendo valores como la calidad por sobre la cantidad, modelos de negocio y de hacer respetuosos y conscientes de su impacto en el medio ambiente, sus trabajadores y comunidades, así como favorecer la producción local, diversa y basada en la confianza.