Hoy por hoy, no es novedad escuchar que la industria de la moda tiene un grave problema: los desechos textiles. Hace 10 años, el panorama no era tan distinto, pero era invisible para los ojos de muchos. Sin embargo, la diseñadora industrial Bernardita Marambio, quien para el año 2008 aún era estudiante, vio en este tremendo problema una oportunidad; la de desarrollar un material que reinsertara con una nueva vida aquellos textiles perdidos.
Investigación, prueba, ensayo y error fueron parte del camino que llevaron a Bernardita a desarrollar Demodé, material que cuenta con certificación LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental) y que combina residuos textiles pre-consumidor con un adhesivo 100% biodegradable a base de almidón, dando como resultado un material versátil y resistente que puede ser utilizado para la realización de productos tan variados como mobiliario, accesorios como carteras y espejos o muros interiores.
Los inicios de la investigación que posteriormente derivarían en Demodé empezaron hace más de 10 años, mucho antes de que se instalara de forma más masiva la problemática en torno a los residuos textiles. ¿Cómo empezó todo? ¿Qué despertó en ti la curiosidad de investigar y posteriormente desarrollar este proyecto?
Demodé nace como mi proyecto de título el año 2009 para titularme como diseñadora industrial en la Universidad Diego Portales. El taller de título por el que opté, liderado por Mari Gálmez, fue el primer taller de la universidad en invitar a la creación de nuevos materiales. Fue un taller súper experimental, muy entretenido y del que se obtuvieron muy buenos resultados.
Desde el primer día recuerdo que quería trabajar con el textil, no desde el vestuario ni la indumentaria, sino porque ingenuamente me llamaba la atención lo que la moda causaba. Me hacía la pregunta de qué pasaba con esa ropa que no se usaba, dónde iba a terminar. Bajo esa inquietud, encontré una noticia en internet que gatilló mi interés: en el norte del país se quemaba la ropa que venía en mal estado, o se tiraba a los ríos contaminando las aguas.
Fue un año intenso de investigación. En el primer semestre conocí el problema de los residuos en general, y del desecho textil en particular, en Chile y en el mundo. Sobre nuestro país había muy poca información, solo algunos datos que eran alarmantes; por ejemplo, que cerca de 16 mil toneladas de textil al año eran desechadas a los vertederos y el daño era causado principalmente por textiles que contienen fibras sintéticas, ya que demoran lo mismo que una botella de plástico en desaparecer, dejando irreparables daños en la tierra.
¿Cómo fue el proceso de ensayo y error, y de posteriormente dar con lo que sería el material final?
El objetivo era lograr una nueva materia prima a partir de los desechos textiles. Luego de investigar datos duros del problema, comencé a hacer varias probetas en diferentes formatos y mezclándolos con diferentes adhesivos. Fui homologando el textil por medio del triturado, deshaciendo por completo las prendas, hasta que quedaran solo pedacitos de esta para que fuera más fácil de mezclar con algún aglomerante.
Ese primer semestre lo cerré llegando a la mezcla de textil y almidón, dando pie a la segunda etapa de desarrollo de un material estandarizado, que sería destinado a ser revestimiento de muro bajo el concepto de “lo que antes vestía tu cuerpo ahora reviste tu espacio”.
La materia prima con la que trabajas es, principalmente, residuos textiles y almidón. ¿Cómo diste con esa combinación?
Luego de mezclar el textil con diferentes adhesivos, pasando por la cola animal –que me llenaba de hongos las muestras y no era muy agradable de mostrar en clases (risas)– tenía dentro de mis experimentaciones de un taller anterior al de título, un trabajo en base al textil y el almidón. Trabajé endureciendo telas con almidón, también conocido como almidonado, una técnica muy antigua utilizada para liberar de arrugas cuellos de camisas, trajes de la realeza y del clero, manteles y tejidos a crochet. Con ese almidón gelatinoso, que se genera a partir del hervor de agua y de maicena, se remoja y empapa el textil, luego se plancha y se obtiene una pieza rígida. Pero ese almidón por sí solo no me servía, porque no tenía la propiedad de ser adhesivo, solamente endurecía el textil y se despegaba el textil triturado.
Buscando en internet, encontré un empresa que vendía almidón adhesivo y biodegradable (utilizado para pegar las capas de cartón corrugado). Me conseguí muestras del adhesivo y cuando hice la mezcla por primera vez, lo puse en un molde y dejé que se secara al sol. Obtuve naturalmente este aglomerado textil-almidón, duro como piedra y versátil como la madera. Recuerdo el día que logré cortar con una sierra una palmeta de 30 milímetros de espesor y saltaba de la emoción.
Demodé es un material bastante versátil, ¿qué tipo de productos son los que has desarrollado y qué otros usos crees que se le podría dar a este material?
El material es realmente muy versátil y siempre estoy experimentando con él. He ido simplificando muchos procesos a medida que pasan los años. Me ha tocado fabricar desde una puerta hasta objetos de escritorio y accesorios. Es muy entretenido cómo, a partir del formato, se pueden ir generando diferentes terminaciones. Mientras más grande el corte del textil, puedes desarrollar objetos de gran escala, y si vas disminuyendo el tamaño se obtienen terminaciones más finas.
Además, se puede trabajar de distintas maneras: con molde, sin molde, lijando, cortando, uniendo con otros materiales, etc. Me gusta pensar que sus usos son infinitos y me gustaría probarlo todo.
Desde que empezaste han pasado 10 años y me imagino que las cosas han ido cambiando en el camino. ¿Cómo ha sido la recepción desde sus inicios hasta ahora? ¿Has visto un cambio?
Siempre he tenido una excelente recepción y estoy profundamente agradecida. Demodé me hizo conocer una red increíble de personas, principalmente del mundo de la manufactura nacional. Es el proyecto que dio el puntapié inicial para entrar al mundo del diseño.
Creo que hoy en Chile se conoce más del tema y eso me alegra, hay varios proyectos que han surgido en torno a esta problemática y tenemos que ser muchos los que solucionemos este tremendo problema. Todo va de la mano del consumo, del exceso; es agobiante y eso espero que cambie. Eso es lo que me hizo sacar en limpio este proyecto: me enseñó a actuar y a consumir de manera más consciente, algo que resulta muy difícil en esta época.
¿Cuáles son los planes o proyecciones que tienes con este proyecto? ¿Cómo te imaginas y te gustaría que siguiera desarrollándose?
Siempre estoy tratando de producir con Demodé. El verano es el momento del año que más aprovecho para generar nuevas cosas, porque el calor del sol es mi principal aliado para el secado del material.
Yo lo trabajo a una escala muy pequeña, pero es un proyecto absolutamente escalable y espero estar 100% dedicada a él en algún momento.
Utilizo las enseñanzas de este proyecto en lo que me toca hacer como diseñadora en mi trabajo día a día, e intento fuertemente ser consciente con todo lo que se produce y se desecha. Me interesa ser coherente con mi trabajo completo y eso es algo que busco de resolver a diario.
Imágenes: cortesía Demodé