Es imposible ver a Emma Watson y no pensar en el maravilloso mundo mágico del cual ella fue protagonista, junto a Daniel Radcliffe y Rupert Grint.
Se le ha hecho tan difícil descolgarse de su papel en Harry Potter que no solo pensó en renunciar a las últimas dos películas de la saga para dedicarse a sus estudios de literatura inglesa en la Universidad Brown, en Estados Unidos, sino que también decidió lanzarse con proyectos actorales completamente distintos.
Participó en películas como Mi semana con Marilyn (2011), The Perks of Being a Wallflower (2012), The Bling Ring (2013), y la famosa adaptación cinematográfica de Disney de La bella y la bestia, donde interpreta una Bella empoderada y genial.
Algo ha tenido que ver con Chile también: en 2015 protagonizó la película alemana Colonia, dirigida por Florian Gallenberger, que se basa en hechos reales ocurridos en el sur de Chile durante la dictadura militar.
Es una actriz famosa, ya lo sabemos. Pero Emma Watson también ha ido construyendo una increíble fortaleza para inspirar a las personas a actuar en pro de un mundo más ético y consciente.
En el 2014 fue nombrada embajadora de UN Women, volviéndose portavoz del movimiento #HeForShe, que invita hombres y mujeres a luchar contra la desigualdad de género. Porque, Emma ha dicho, no se puede cambiar el mundo si solo la mitad de la población se siente cómoda con participar en la conversación.
Además, desde el 2011 se ha esforzado para promover un gran mensaje ambiental: la industria de la moda es una gran fuente de contaminación en el mundo (algunos dicen que es la segunda más contaminante) y cada uno de nosotros, como consumidores, podemos decidir cómo actuar al respecto.
Emma Watson ha tomado una posición clara en el asunto y se ha transformado en vocera de la moda green; uno de los ocho íconos sustentables que están revolucionando el mundo de la moda, según Lyst. Entre otras colaboraciones, trabajó con Alberta Ferretti, en el 2011, para lanzar la colección eco-consciente «Pure Threads».
En 2016, se aseguró que la mayoría de los trajes de La bella y la bestia fueran amigables con el ambiente. Y al año siguiente, abrió la cuenta de instagram @the_press_tour, para destacar sus outfits y sensibilizar a sus seguidores sobre las marcas sustentables de ropa y maquillaje que usa. En sus posts, no solo se preocupa de etiquetar a cada marca, sino también de describir minuciosamente las prendas que lleva puestas respondiendo a tres preguntas fundamentales: de qué material están hechas, dónde y cómo fueron producidas.
La misma atención le dedica al maquillaje, que ella usa estrictamente cruelty-free, es decir, libre de testeo en animales, y a base de ingredientes naturales y orgánicos. En el 2018, Vogue Australia invitó a Emma a co-editar el número de marzo, donde aprovechó de hablar sobre su idea de thoughtful fashion o moda respetuosa.
¿Cómo definir a Emma Watson entonces? No existe una única palabra que la pueda describir: es una actriz talentosa, pero también un ícono de estilo, embajadora de UN Women y una mujer exitosa que ha sabido aprovechar su fama para transmitir mensajes sociales y ambientales.
Aun cuando yo no tengo el poder adquisitivo de Emma, su labor me inspiró a hacer algo igualmente poderoso: no comprar más prendas de fibras sintéticas, por ejemplo. Son prendas que están hechas de un material contaminante –derivadas del petróleo–, que luego se transforman en desechos peligrosos. Una gota tras la otra rompen la piedra, ¿no?
Fuentes:
Repubblica.it/ Vogue.it / Stile.it/ Huffingtonpost.it