Está en tus manos

por | Abr 15, 2019

Lo que podría haber sido solo una mala noticia se convirtió en punto de inflexión en la industria de la moda.

Columna por Pablo Galaz, Coordinador de Fashion Revolution Chile.

Han transcurrido casi seis años desde el desastre del complejo industrial Rana Plaza en Dakha, Bangladesh, el 24 de abril del 2013. Un hito que, en un futuro no muy lejano, sabremos que marcó un antes y un después en el desarrollo de la industria y el consumo de la moda. Lo que podría haber sido solo una mala noticia de un día, en un país lejano y desconocido para Occidente, se convirtió en punto de inflexión que marca el resurgimiento de un movimiento que desde hace algunas décadas busca reducir los negativos impactos sociales, medioambientales y económicos de la industria, a través del replanteamiento de los procesos productivos como también de la necesidad de repensar nuestros comportamientos de consumo.

Este replanteamiento no es una excepción. Son varios los aspectos de nuestra vida cotidiana los que están cambiando, desde nuestra forma de valorar nuestro rol como sociedad sobre el impacto del cambio climático, la contaminación, la desigualdad de género o el aumento del trabajo forzado y la esclavitud, poniendo a prueba nuestra capacidad de empatizar con otras personas.

En ese contexto, solo unos meses después nace Fashion Revolution, un movimiento que busca conectar los vínculos rotos de la industria de la moda para hacerla más transparente, segura, limpia y justa; uniendo a todas las personas desde las y los agricultores de materias primas, hasta quienes vestimos las prendas, pasando por toda la cadena de suministro.

Cuando comenzamos este movimiento, buscábamos no solo generar una alerta mostrando que lo ocurrido en Rana Plaza era un desastre sistémico y no un accidente fortuito, ya que ocurre en muchos lugares del mundo, de muchas formas y en menor o mayor magnitud. Nos preguntamos cómo podríamos cambiar esto si no sabíamos dónde o a quien le ocurría, ni dónde debíamos poner la empatía. Descubrimos que si no sabíamos dónde o en qué condiciones se hacía nuestra ropa, debíamos exigirles mayor transparencia sobre los procesos de fabricación y distribución de sus productos a las marcas, que día a día buscan generar un vínculo con las personas para vendernos productos. Y esa transparencia comienza con una simple pregunta: ¿Quién hizo mi ropa?

A lo largo de estos años, el trabajo conjunto y colaborativo con otras organizaciones ha permitido que muchas marcas comiencen a ocuparse en mayor medida de la trazabilidad de sus procesos productivos, pues solo puedes mejorar aquellos desafíos que conoces. Es así como, en el 2016, lanzamos el primer Índice de Transparencia de la Moda, que este 2019 incluirá 200 marcas globales que ponen a prueba su transparencia ante las personas que consumen sus productos, con base en cinco ejes temáticos.

Nos dimos cuenta de que necesitábamos algo más que solo alcanzar un cambio a través de nuestra relación con las marcas. Llegaba el momento de entender que, como personas que consumen, podemos hacer un cambio que depende de nuestro esfuerzo, y que la forma alcanzarlo está más cerca de lo que pensamos.

“¡Amo esa ropa! ¡Amo esos zapatos y esos accesorios, deben ser míos!”. ¿Alguna vez te atrapaste en ese deseo irrefrenable de poseer algo que viste en un escaparate o un catálogo? Si tu respuesta es “sí”, entonces tienes el poder de marcar una diferencia no solo en tu vida, sino en la forma en la que, como sociedad, convivimos con nuestro comportamiento de consumo, más allá de una primera impresión. Porque si alguna vez has amado a alguien, sabrás que te comprometes a proteger a esa persona y hacer el mayor esfuerzo por crear recuerdos imperecederos con ella, y aprender de la experiencia, respetándola y cuidándola. La buena noticia es que pasa algo muy similar con nuestra ropa. También tenemos la oportunidad de cuidarla y protegerla, no solo dándole un mayor espacio de exclusividad en nuestro armario, comprando menos y usando la que realmente necesitamos, sino también cuidando la forma en la que la limpiamos y reparamos, porque así demostramos que realmente nos importa.

Es por eso que este año la Semana Fashion Revolution (22 al 28 de abril) –que se realiza desde el 2014 para conmemorar el desastre de Rana Plaza y celebrar una nueva forma de entender nuestra relación con la moda– pondrá énfasis a nivel global en recuperar las técnicas de creación, reparación y embellecimiento de nuestras indumentarias.

Puedes participar individualmente o como parte de un colectivo, agrupación o marca. Si tejes, bordas, coses, reparas, haces upcycling o deconstruyes, crea un evento donde invites a las personas a participar; muestra tu trabajo utilizando nuestros hashtags ( #fashionrevolution #quienhizomiropa #yohiceturopa #whomademyclothes #imadeyourclothes #lovestory #haulternative). Si no, te invitamos a aprender alguna nueva técnica o conocer antiguos oficios, conversar con personas mayores sobre cómo se confeccionaba o reparaba la ropa antes, y mirar la ropa que tienes y recordar las historias que has vivido con ellas.

Inscribe o participa en los eventos que se publican en nuestra página y redes sociales. Y sigue preguntándoles a las marcas #quienhizomiropa y exige que la fidelidad que buscan en nuestro consumo la retribuyan con su transparencia.

Cada cambio que haces marca la diferencia. Esta revolución está en tus manos.

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Descarga los recursos y documentos que están disponibles en el sitio: Fashion Revolution Chile y encuentra allí nuestras redes sociales (@fash_revchile en instagram), para que sigas y compartas todas las novedades y actividades.

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