Hay personas que me buscan con demandas concretas y objetivas: tener menos ropa o más ropa, más a la moda, más funcional, que me quede, que me vea linda, etc. Como consultora de estilo, respondo con una metodología que tiene que ver con autoconocimiento y con buscar y construir identidad, estilo personal. Creo que desde ahí hay que partir, intentando ser más conscientes y consistentes, aunque como seres humanos seamos incoherentes por naturaleza. El clóset y el estilo que construimos son solo consecuencias de nuestras decisiones.
Puede parecer que la identidad es algún don o algo místico que podemos alcanzar, pero en la práctica es una búsqueda diaria por tener claridad de quiénes somos, y tiene que ver con presentarnos y ocupar lugares con más seguridad y confianza. Deriva de lo que producimos, de cómo nos relacionamos, de todas las interacciones que tenemos para construir nuestras experiencias de vida y entregar algo a la sociedad. Es común que nos presentemos a través de nuestra profesión o puesto de trabajo, pero creo que es más interesante (y necesario) pensar que somos mucho más que esto.
Para construir nuestros clósets vale poner atención especial en la ropa de trabajo, ya que tanto tiempo de nuestras vidas está dedicado a nuestra profesión, pero lo que elegimos vestir también tiene que acompañarnos en todas las otras actividades de nuestro día a día. Este conjunto de actividades y estilo de vida no es estático, evoluciona y cambia de acuerdo con las experiencias que vamos teniendo.
Cuando nos proponemos tomar el control de nuestras elecciones, dejamos de absorber todo de afuera y delegar al mercado o a la sociedad nuestras decisiones de consumo. Miramos más directamente lo que nos representa y lo que satisface nuestras expectativas y deseos más auténticos. Elegir ropa que combina con nosotros es una decisión, una elección, un voto. Si no lo hacemos conscientemente, alguien más lo hace por nosotros y terminamos comprando el maniquí de la vitrina de retail.
Podemos buscar una mejor definición de nuestra identidad si en nuestro día a día ponemos más atención a:
Nuestros valores:
- nuestra historia personal y familiar
- las características de nuestros comportamientos, elecciones y reacciones
- las características de las personas que admiramos
- qué nos motiva
Nuestros objetivos:
- qué características estamos buscando desarrollar y ejercitar
- en qué queremos mejorar, crecer o evolucionar
- qué queremos sentir, a qué emociones o valores no renunciamos
- con qué valores nos conectamos para tomar decisiones de todo tipo
- qué influencia la imagen u opinión que tenemos sobre nosotros mismos (nuestra autoestima)
Solo tiene sentido hablar de trayectoria, currículo o actividades profesionales si nacen desde la intención de conectar con nuestros valores, necesidades y objetivos. Si es así, podemos aportar con nuestro sello personal en cualquier cosa que elijamos hacer. Así mismo pasa en nuestro clóset, estas características de identidad encuentran equivalencia en colores, líneas, formas, texturas que, coordinados de determinada manera, van armando un rompecabezas que poco a poco se conecta con cómo queremos sentirnos y aparentarnos cada día.
Un ejemplo aplicado a la construcción del clóset: si tengo claro que un valor importante para mí es el cuidado del medioambiente, tengo la necesidad de contaminar menos. A partir de esta necesidad, sin renunciar a mi estilo personal, tengo como objetivos: tener menos ropa, usar más antes de descartar, comprar prendas de cadenas productivas menos contaminantes, buscar marcas que producen más responsablemente. El clóset que se arma a partir de estos objetivos es consecuencia de las decisiones que voy tomando a cada compra.
Si además de querer contaminar menos siento la necesidad de tener más variedad en mi clóset, puedo tener como objetivo encontrar formas más responsables de consumo de moda, y una decisión puede ser asociarme a un clóset compartido, intercambiar prendas o modificar prendas que ya tengo.
Cuando intentamos seguir este proceso de decisión, poniendo más atención a lo que realmente nos importa, identificando nuestras necesidades desde ahí, y definiendo objetivos más coherentes con nuestros valores, tomamos decisiones de compra más conscientes. No significa que vamos a ser ejemplos de consumidores perfectos (seguimos siendo humanos), pero vamos evolucionando paso a paso con un clóset que combina más con nuestro estilo de vida, y esto es un camino para expresar mejor nuestra identidad.
Mientras más nos conocemos y ejercitamos autoexpresión, más fortalecidos estamos para asumir nuestras elecciones, independiente de la propaganda, del mercado o presiones sociales. La búsqueda de nuestra identidad es esencial para que intentemos construir un clóset con menos prejuicios, que hable de nosotros de manera más personal. Yo trabajo por un mundo donde conocerse y aceptarse sea un camino para salir de los estereotipos y construir nuestra identidad. Lo hago a través de la ropa, pero creo que se hace con todo lo que vivimos.