Una nueva semana de Fashion Revolution me pilla así. El vigor de la conciencia viva y humana, y la incomodidad y la honestidad de las preguntas han sido los estados en que he habitado durante estos últimos meses. Segundo año que vivo esta semana completamente online. Sumergida en las conexiones y diálogos que se pueden generar con tantas personas alrededor del mundo, inmersas, al igual que yo, en las preguntas que subyacen del #QuiénQuizoMiRopa, #QuéHayEnMiRopa y #QuiénHizoMisTelas.
No hay duda no válida. No hay respuestas absolutas ante preguntas que son mucho más profundas y complejas. Basta con querer preguntarse, siempre lo digo. ¡Pero vaya que cuesta! Es tensión, el entender y asumir que la moda, como industria, es más que una tendencia y belleza. Es colonialista, trazada en las rutas del algodón. Es racista y clasista, donde las personas más vulnerables son las que reciben y cargan con las demandas y consecuencias de nuestro consumo y sobreconsumo. Es política, y por lo tanto, debe ser un espacio de inclusión, donde no solo te inviten al baile, sino que te saquen a bailar. Es tangible, gracias a la fuerza y resiliencia de la naturaleza y sus recursos finitos. Es donde el capitalismo racializado incrusta sus raíces a través de “un otro” y la creación de un nosotros y un ellos en los discursos y narrativas sobre las que se basan las instituciones. Es problemática.
Y Fashion Revolution, nos invita a sumergirnos en estas búsquedas inciertas. A que nos deje de dar lo mismo. A cambiar nuestras relaciones como ciudadanos y consumidores. A tomar decisiones basadas en los valores, no solo en lo bello de un producto en Instagram. A proteger a las personas que conforman esta industria y proteger su entorno de vida y laboral, que al fin y al cabo, si lo pensamos bien, tendrá un efecto beneficioso para todos nosotros. Orsola de Castro, en su último libro, nos aprieta ante la pregunta: «¿estamos realmente dispuestos a seguir ignorando la deforestación, contaminación y explotación humana?». Yo no, ¿y tú?
Ante la ausencia de conocimiento, es fácil evitar hacernos preguntas.
Más de 90 países y millones de ciudadanos, de todas partes del globo, se unieron este 2021 al llamado de Fashion Revolution. Latinoamérica y su red de voluntarias y voluntarios estuvo generando contenido como nunca antes, y la red de suprarrecicladores impartiendo una serie de tutoriales en vivo, que pueden ver aquí. Además de charlas vía Zoom e Instagram por parte de las y los coordinadores de Fashion Revolution México, Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, Brasil, Venezuela, Paraguay y Colombia.
En materia internacional, no puedo dejar de mencionar mi gozo de ver en Fashion Open Studio el trabajo de marcas y jóvenes diseñadores que se construyen en bases sostenibles, innovativas, regenerativas y, sobre todo, donde las relaciones mencionadas anteriormente son ley. Sumado a ello, los discursos e intercambios de ideas en los cuales me sumergí en Mujer Sustentable, Open Education, Propiedad Intelectual y Derechos de la Naturaleza, El Futuro de los Fashion Media y el panel de preguntas y respuestas con que abrió Fashion Revolution la semana.
La #FashionRevolutionWeek me recuerda que la moda es una construcción humana. Un mecanismo cultural en continuo movimiento. Donde los simbolismos calan profundo y la naturaleza no es sólo inspiración, es protagonista. La mano de la mujer creadora debe ser revalorizada y la interrelación que existe entre ella y la naturaleza, reconstruida.
Insto a masticar de forma insolente las preguntas que Fashion Revolution nos invita a hacernos. A cuestionar y permitirnos ser cuestionados. Abrir espacios de diálogo y de toma de consciencia colectiva. A elevar las demandas de las costureras y diseñadores chilenos y avanzar hacia un plan de acción nacional en materia textil. A exigir mayor transparencia y responsabilidad a las grandes marcas en su impacto social, político, económico y ambiental. A adquirir conocimiento, porque, como dice la escritora y crítica cultural Vanessa Rosales, el futuro de la industria está en la educación y allí radica su revolución.
Imaginar y construir una nueva industria de la moda se hace a diario. Cada día es un día nuevo de trabajo para lograrlo.