Alimentos constantemente disponibles, brillantes en sus estantes y coloridos en sus empaques. Ofertas por aquí, 2×1 por allá y sin darnos cuenta, al regresar a nuestra casa hemos comprado más de lo necesario, nuestro refrigerador está lleno y nos preguntamos ¿podremos comernos toda esta comida? ¿Suena familiar? Eso es sólo la punta del iceberg. El desperdicio de comida es un secreto a voces que sucede en los hogares de muchos, pero que se remonta a los inicios de su producción y que se mantiene presente en toda la cadena hasta llegar a nosotros, y posteriormente a un basurero.
¿Y por qué debería preocuparnos este tema? ¿Qué es el desperdicio de comida? ¿A qué se refiere este término y por qué es un problema? Bueno, partamos por el principio.
No es lo mismo…
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas por la Alimentación y la Agricultura (FAO), existen dos conceptos principales: la pérdida de alimentos y el desperdicio de alimentos. El primero hace referencia a aquellos “alimentos que se pierden o estropean antes de llegar a su fase de producto final o a la venta minorista”, lo cual ocurre principalmente por problemas en la recolección, almacenamiento, embalaje, transporte y infraestructura, entre otras causas. Por su parte, el desperdicio de alimentos se refiere a aquellos productos que, siendo aptos para el consumo humano, no se llegan a consumir porque se dejan estropear, son descartados por minoristas o consumidores, ya sea por razones estéticas, de almacenamiento, caducidad o por la compra excesiva de alimentos.
Y ¿de cuánta pérdida y desperdicio de alimentos estamos hablando?
Toneladas de “basura”: Un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a cerca de 1.300 millones de toneladas al año (FAO). Lo anterior representa un desperdicio de los recursos e insumos utilizados en la producción, como tierra, agua y energía, incrementando inútilmente las emisiones de gases de efecto invernadero (FAO, 2011).
Cambio climático: Los alimentos que producimos, pero que luego no comemos, consumen un volumen de agua equivalente al caudal anual del río Volga en Europa y son responsables de añadir 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera del planeta (FAO, 2013), es decir un 8% del total de estos a nivel global. De acuerdo al experto y activista contra el Food Waste Tristram Stuart, el 10% de las emisiones de gases de los países más ricos proviene de la producción de alimentos que no fueron consumidos.
Esto no hace sentido: A pesar de que hoy en día países ricos como Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa producen casi el doble de la comida necesaria para satisfacer las necesidades nutricionales de su población, hasta la mitad de todo el suministro de alimentos se desperdicia entre «la granja y el tenedor» (Tristram Stuart). Por otra parte, se calcula que alrededor del 30% de la tierra agrícola está ocupada para producir alimentos que finalmente serán descartados (FAO, 2016) y que la irrigación total del agua utilizada para producir alimentos que serán descartados sería suficiente para el uso doméstico de 9 mil millones de personas (Tristram Stuart). Y para terminar… A pesar de que producimos más de lo que necesitamos y se descarta ⅓ de los alimentos, hoy en día alrededor de 800 millones de personas se va a acostar con hambre día a día.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Con los datos anteriormente mencionados tenemos cifras de sobra para entender que este problema es serio. Pero, así como somos parte del problema, ¡también podemos ser parte de la solución! Por eso aquí van un par de tips para aportar desde nuestro día a día:
Planificar las comidas de la semana: Ya lo hemos mencionado anteriormente, pero organizar nuestras comidas con anticipación nos permitirá saber con mayor exactitud qué comeremos esta semana, qué tenemos en nuestra casa y que no debemos comprar, y cuáles son esos alimentos que sí o sí debemos comprar. Lo mejor es que nuestro bolsillo también lo agradecerá, porque alimento que se pierde ¡también es dinero que se pierde!
La apariencia no lo es todo: Estamos acostumbrados a frutas perfectas y brillantes, pero no olvidemos que cuando hablamos de comidas el sabor es lo principal. Por eso, en la medida de lo posible optemos por esos alimentos que, sin ser perfectos (porque ¿qué lo es?) son igual de deliciosos. Una manzana machucada puede ser parte de un nutritivo jugo y un brócoli más pequeño igualmente delicioso.
Si tienes comida a punto de vencer… ¡existe una solución!: Maifud es una organización comunitaria que invita a compartir la comida que no vas a consumir ¿Cómo? Sólo debes enviarles un mensaje con una fotografía y descripción del alimento que quieres compartir, el estado del alimento o fecha de vencimiento, sector en que vives y contacto. Ellos comparten y empieza la magia de la colaboración 🙂
¡Participa!: Disco Sopa es un movimiento ciudadano que nace en Alemania, pero que se ha expandido por el mundo con la misión de incorporar a la comunidad a la recuperación de alimentos que -por razones estéticas o de maduración- son dados de baja en ferias o restaurantes, a pesar de estar en perfecto estado, para luego cocinarlos y consumirlos en una fiesta colaborativa. Puedes ser voluntario, hacer donaciones o participar de sus eventos. Puedes revisar sus redes para más información.
¿Y qué pasa con los residuos orgánicos generados en casa?: Compostar es la mejor solución, por eso la invitación es a capacitarnos e invertir en nuestra propia compostera u organizarnos con nuestros vecinos o comunidad para hacerlo en conjunto. Afortunadamente también existen emprendimientos como Namuntu Lumbri Club o Karubag que hacen el trabajo por nosotros, donde sólo debemos suscribirnos y reunir nuestros desechos orgánicos, para que sean retirados semanalmente. Por último, ¿y si nos organizamos con nuestros vecinos y nos acercamos a la Municipalidad para conversar al respecto? Por ejemplo, la Municipalidad de Providencia posee un programa de de compostaje domiciliario donde se hace entrega a la Comunidad de un kit de compostaje para la gestión de sus residuos orgánicos.
Entonces ¿nos ponemos manos a la obra?
Imágenes: WWF, Urban Conversion, Disco Sopa Chile, Franca. Magazine.