Desde que Martina de Fashionerd.cl nos invitó a leer el capítulo “Cancer, Breast Reconstruction and Clothes”, del libro Through the Wardrobe: Women’s Relationships with their Clothes, me quedé inquieta, como cuando el sostén aprieta, sobre cuánto nos falta exigir a la industria de la ropa interior y lencería. No tan solo en tallaje y calidad, sino en responsabilidad y sustentabilidad.
Demandar sí, en inclusión de tallas y formas, para que ninguna uniteta quede fuera; uso de fibras más respetuosas y sustentables, para que telas flexibles como el nylon, poliéster, lycra con bajo porcentaje de algodón, entre otras, no sean las únicas opciones al momento de elegir un producto que respete nuestra piel y el medioambiente; y responsables y éticas, ¿dónde termina nuestra ropa interior y lencería entiendo que el reuso o intercambio, e incluso muchas veces el reciclaje, no son opciones?
Panorama del mercado actual
Según el Lingerie Market Size & Share Report el tamaño del mercado mundial de lencería se valoró en 29.900 millones de dólares en 2018, y se estima que el mercado mundial de ropa íntima crecerá a un ritmo notable, con una tasa compuesta anual del 8,1% entre 2018 y 2025. Pese a que otros informes pronostican una caída de más de cinco puntos en la tasa compuesta anual, debido a la pandemia, es una industria que no decrece. El tamaño del mercado global alcanzaría los 81.850 millones de dólares para el 2025, según el último informe del Global Intimate Apparel Market Growth 2021-2026.
Las mujeres dominaron el mercado de la ropa íntima en 2017, representando alrededor del 59% de los ingresos totales de este mercado. En respuesta a esta demanda, las marcas se han enfocado en diseñar prendas que satisfagan la calidad, el rendimiento; un aspecto que han trabajado sobretodo las marcas deportivas, y necesidad de comodidad de las y los consumidores. Pese a ello, la sensación sigue siendo: debo buscar y buscar antes de encontrar una prenda donde me sienta cómoda/o y encuadre con mi estilo de vida.
Para Paula Labra, fotógrafa y creadora de la marca Love Lust (@lovelust.cl), después de haber atendido a miles de personas en su tienda, afirma que “la comodidad pasó a ser lo número uno”. En particular, en el público femenino que consume sus productos.
Desde el 2009, Paula ha visto cómo el mercado de la ropa interior y lencería en Chile ha cambiado. Lo que la ha llevado a trabajar en construir una marca que ofrezca cada día más diversidad, una amplia oferta de tallas y por sobretodo, comodidad y sensualidad, apostando por importar sus productos desde Estados Unidos y Holanda hacia Chile.
“El cambio más fuerte es el dejar de usar sostenes con barba. Lo hermoso de este cambio, es que fue a través de las generaciones, no fue sólo en las ‘jóvenes’, sino en mujeres de todas las edades. A raíz de esto tuvimos que aumentar la compra de productos sin barba.
Otro punto que ha cambiado es la idea de que no hay cosas lindas en tallas grandes. Por lo que hemos tenido que pedir insistentemente a los proveedores que aumenten los modelos. Nosotros [como marca] si conseguimos bastantes, pero no es suficiente”.
Pero, ¿qué pasa en materia de sostenibilidad?
Chile, al igual que Europa y Estados Unidos, avanzan en la oferta de tallas y modelos, no tanto así en aspectos claves que los consumidores están buscando: responsabilidad social, local y ambiental. En nuestro país, hoy en día, no existen marcas chilenas de ropa íntima y lencería certificadas que estén abordando este público, pero sí hay varias que se están comenzando a ocuparse de este desafío.
De estas marcas versará esta serie de artículos que estaremos realizando. Donde hablaremos de los cuerpos, de nuestra sociedad y el diseño de ropa íntima, no binaria, no polarizada. Donde las telas naturales y que nacen del upcycling exploran lo íntimo. Porque como dice Victoria Zaccari, fundadora del proyecto Sostenibilidad Popular, “interpretar la moda como una herramienta para integrar diversas realidades puede ser una tarea compleja, debido a que –como sociedad– no sólo hemos segmentado la forma de producción, enseñanza y consumo, sino que hemos creado una escala jerárquica de valores a nivel humano. Esto confluye en una polarización, en una concepción binaria de la vida”.
Y es por ello, que he hemos decidido conocerlas y enfrascarse en una discusión que nos gusta, nos envuelve. Queremos visibilizar estos esfuerzos. Con cuidado, de a poco, porque realmente su trabajo implica este respeto.