Antiguamente asociada solo a un pasatiempo para mujeres mayores, el tejido goza hoy en día de una posición muy distinta: libre de género, edad y estética definida, sumando cada vez a más personas a experimentar las múltiples posibilidades creativas, de relajo y conexión con el presente que el acto de tejer tiene.
En medio de este renacer de la cultura craft, nace La Tejería, proyecto que Javiera Hernández y su madre María Antonieta crean con la intención de compartir en redes sociales lo que ya estaban haciendo. “Sin ningún objetivo más que demostrar que tejer podía hacerlo alguien de cualquier edad, que podía ser moderno”, cuenta Javiera. “Pero comenzó a pasar algo inesperado: muchas personas jóvenes nos comentaban que querían aprender, que les hiciéramos clases. Nos miramos con mi mamá y nos reímos. Ensayamos durante un mes y nos lanzamos con dos talleres. Se llenaron. Y de ahí no hemos parado. ¿Por qué? Porque al final terminamos compartiendo la parte nuclear de lo que más nos gusta del tejido: el proceso de tejer y la tertulia rica que se forma con personas que se regalan este rato de relajo”.
Javiera nos cuenta que las manualidades siempre han sido parte de su vida. “Somos tres hermanas y mi mamá desde chicas nos armó panoramas en torno a las manualidades”, como paseos a comprar materiales a la calle Rosas o hacer sus propios adornos para la pieza. Pero sin duda el tejido tomó un lugar especial en su vida. Si bien no recuerda el porqué de su preferencia, sí hay una historia que hace sentido. “Vengo de familias donde conviví con mis bisabuelas hasta los 24 años. Siempre las vi tejer a ellas, a mis abuelas y a mi mamá. Tengo pantuflas hechas por mi abuela, gorros hechos por mi mamá que uso hasta el día de hoy. El tejido me encanta porque es como una impresora 3D: puedes crear lo que quieras con un hilo y un par de palillos o un crochet. Desde ropa hasta decoración. Basta aprender unos puntos básicos y luego todo queda en la combinación de colores y en echar a volar la imaginación. Además es muy transportable, no necesitas grandes aparatos para tejer, lo metes a la cartera y puedes sacarlo en cualquier lugar: salas de espera, mientras viajas, hasta en juntas con amigos o la familia. Además, el placer de saber que puedes hacerte tu propia ropa a tu pinta, es increíble”.
Pero en la vida de Javiera no todo ha sido tejer. Después de estudiar periodismo se dedicó a su carrera por 10 años, trabajando en medios de comunicación como El Mercurio, la revista Rolling Stone, Radio Cooperativa, Radio Duna y Radio Zero. “Siempre cubriendo cultura y tendencias”, dice. Si bien le interesa el desarrollo de reportajes y sumergirse en nuevos mundos, la carrera de periodista puede ser muy estresante: “Todo te lo piden para entregarlo ayer. Y siempre estás muy conectada a un computador o un celular. Entonces, el tejido lo volví a retomar cuando llegaba a mi casa luego de un largo día de trabajo. Era la única forma de dejar el celular de lado y despejar la mente. Y bueno, Pinterest le dio sentido a algo que yo siempre había creído: se pueden hacer cosas preciosas, colorinches y modernas, tejidas. Para mí, tejer nunca fue un símil a ser una abuelita. Pero para muchos sí. Y quizás por eso me costó ‘salir del clóset’ como le digo yo. Pero cuando vi las mantas de granny squares y mi mamá me enseñó el crochet, mi cabeza explotó”. Así, entre días ocupados, el tejido empezó a ocupar cada vez un espacio más importante, creativo y creador en su día a día.
Guiadas por sus propias ganas de tejer, de ofrecer una visión contemporánea sobre el tejido y de la entusiasta respuesta de una audiencia hambrienta por conocer más, La Tejería creció desde una cuenta de Instagram y Facebook a impartir talleres, para luego abrir su propia tienda online. “Con el tiempo, fuimos creando nuevos talleres y empezamos a tener un tope: aquí no encontrábamos los materiales con que queríamos tejer. Veíamos cómo en Europa se estaba creando un sinfín de materiales mucho más allá del típico ovillo de lana acrílica que existía en Chile. Así que como buena busquilla que soy, contacté a medio mundo hasta que di con dos de las mejores marcas de hilados que existen actualmente y comenzamos a importarlas. Eso nos llevó a crear un ecommerce”.
De manera orgánica, el proyecto ha ido creciendo poco a poco, y esos mismos talleres que en algún momento se realizaban en los livings de sus casas, hoy se realizan en su propio taller, ubicado en Vitacura. “Todo esto que fue pasando de forma orgánica nos hizo ver que había una necesidad y de a poco se fue formando también un movimiento: hoy hay una comunidad tejeril tanto en Chile como en el mundo. Todos vamos compartiendo consejos, mostrando lo que vamos tejiendo. Y cuando todo eso pudimos verlo de forma más clara, decidí renunciar a mi trabajo como periodista y dedicarme 100% a La Tejería”.
“También este año inauguramos los Paseos La Tejería: viajes de uno o más días a diferentes zonas de Chile donde conocemos el proceso de ciertos hilados, los tintes naturales, el trabajo de artesanos y ponemos en valor todo el trabajo textil que se hace en nuestro país. Con esto, el círculo empezó a cerrar y todo tomó mucho más sentido: informar y hacer comunidad. Al final siento que puedo ser periodista y tejedora a la vez. Que ambos oficios se potencian”.
En medio de ovillos de lana, de entradas en el blog de su sitio web, rutas por Chile y workshops en su taller, Javiera también se tomó un momento para contarnos sobre aquello que, como el acto de tejer, también estimula sus sentidos. Como buena amante de los textiles, es el terciopelo su textura favorita, pues le recuerda a un sillón verde que estaba en la casa de su bisabuela: “ahí jugaba a hacer dibujos peinándolo con mi mano hacia un lado y al otro. Es esa época de niña en que uno pasa largos ratos con adultos, ellos tejen y conversan. Yo siempre estaba ahí mirando cómo tejían y parando la oreja cuando hablaban. Me encantaría tener más ratos de ocio compartidos como esos”.
Si hablamos del olfato, la lavanda es un aroma favorito, porque tranquiliza y limpia el aire, además de recordarle viajes al sur. Y cuando de viajes se trata, esos largos ratos arriba de un auto, bus o tren mirando la naturaleza son sus favoritos para observar. “Amo esos ratos de traslado, incluso los prefiero a veces antes que hacer un viaje más corto en un avión”, dice.
Disfruta escuchando música de piano, y declara que siempre anda en busca de compositores de piano que mantengan su ánimo arriba. Y en cuanto a sabores, el limón es su preferido, “es fresco y limpio”.
Fotografía: Sabido Aguad
Collage: Josefina Bascopé