Fundadora y directora ejecutiva del Centro de solidaridad para los trabajadores en Bangladesh (Bangladesh Centre for Workers’ Solidarity), Kalpona Akter lucha desde el año 2000 por los derechos de los trabajadores de la industria de la moda. Más concretamente, por estándares de seguridad en las fábricas, salarios justos y el derecho a la unión sindical.
Ha sido la pieza clave para instar a marcas occidentales a firmar el Acuerdo de seguridad de Bangladesh después del desastre del Rana Plaza en 2013, y su testimonio en el Congreso estadounidense ha ayudado a estructurar la legislación para eliminar el trabajo esclavo de la industria de la ropa. Está también favoreciendo el involucramiento de grupos de trabajadores en el Sustainability Compact, que reúne a la Unión Europea, el gobierno de Bangladesh, Estados Unidos, Canadá y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), junto a empleadores, sindicatos y accionistas, para promover mejoras continuas en los derechos laborales y la seguridad de las fábricas en la industria de la moda (Ready Made Garment o RMG).
Es una sola mujer que representa “cuatro millones de voces en Bangladesh – y varios otros millones de personas en otros países”, como dice Kalpona en el escenario de Voices, la reunión anual de The Business of Fashion.
En Bangladesh, el segundo mayor fabricante de ropa en el mundo, con más de 4000 fábricas, el 85% de los trabajadores son mujeres, a menudo con hijxs. Ellas migran a la ciudad desde el campo en busca de una vida mejor, y terminan siendo pagadas 68 dólares al mes, “más 10 dólares de premio si tienen suerte”, dice Kalpona en su discurso en Voices. “Ni siquiera aquí [en Bangladesh] se puede vivir con tan solo 68 dólares”, enfatiza.
Consciente de que las malas condiciones de trabajo existen desde hace tiempo y solo han ido cambiando de lugar, Kalpona no quiere que su lucha se quede en Bangladesh: “ahora debemos trabajar juntos y hacer cambios con un solo objetivo: un trabajo con dignidad”, asegura en Business of Fashion.
Kalpona Akter empieza a trabajar en fábricas textiles a los 12 años, para apoyar económicamente a sus papás y a sus siete hermanos. Se ve obligada a trabajar 15 o 16 horas de pie, bajo maltratos, incluso abusos, por parte de sus superiores. Solo después de una capacitación externa se da cuenta de que eso no tiene por qué continuar: “descubrí que yo también tenía derechos, que tenía que trabajar no más de ocho horas, y podía incluso denunciar los abusos”, dice.
Volviendo a la fábrica, trata de organizar un sindicato junto a sus compañeros de trabajo, pero termina inmediatamente despedida. “Yo creo que aún se arrepienten de esa decisión –ríe– si me hubiesen dejado ser, ahora estaría organizando 2000 personas en una fábrica”. En cambio, 29 años después, se encuentra defendiendo a los trabajadores de esta industria en todo el mundo, involucrando actores importantes, desde los organismos de las Naciones Unidas a las marcas de moda rápida, como Inditex y H&M, y también sufriendo las consecuencias, incluso con cárcel.
De hecho, Kalpona ha sido objeto de continuos ataques por el gobierno bangladesí y los propietarios de las fábricas, ataques que por suerte la presión internacional ha ayudado a mitigar. En 2016, como reconocimiento internacional a su trabajo, la ONG Human Rights Watch, que defiende los derechos humanos en el mundo, ha galardonado a Kalpona Akter por su Activismo Extraordinario, con el Premio Alison Des Forges.
Ilustración de portada: Sol Paperán
Fuentes: Business of Fashion | Kalpona Akter | BCWSBD | Pressenza