Kilómetro 0: ¿Por qué comer local y de temporada sí importa?

por | Oct 22, 2021

Uno de los puntos más importantes de consumir local es ahorrar kilómetros y kilómetros de traslados que muchos de los productos que consumimos a diario deben realizar. Estos deben hacer —para llegar a nuestra mesa— largos viajes, lo que conlleva a que aumente el porcentaje de desperdicio de alimentos, porque mientras más largo el trayecto […]

Uno de los puntos más importantes de consumir local es ahorrar kilómetros y kilómetros de traslados que muchos de los productos que consumimos a diario deben realizar. Estos deben hacer —para llegar a nuestra mesa— largos viajes, lo que conlleva a que aumente el porcentaje de desperdicio de alimentos, porque mientras más largo el trayecto es más probable que se dañen los alimentos, o se necesiten sistemas, como cadenas de frío, lo que aumenta el uso de recursos.

Otros beneficios de comer local son:

  • Se reduce el riesgo de que los alimentos se contaminen.  Si son agroecológicos, mientras más viajes hagan, más interacciones tendrá. Por ende, pasará por más manos, contenedores, bodegas, etc. 
  • Entre más fresco sea el alimento, este tendrá más nutrientes y te durará más.
  • Al no tener que viajar cientos de kilómetros —incluso miles— se reduce el uso de embalaje e intermediarios lo que implica un precio más justo.
  • Se aprovecha lo estacional, lo que ¡es primordial! Ya que ayudas a la economía local, se promueve el mercado agrícola de tu país y de tu zona, y el desarrollo local sostenible.

Me pregunto, e invito a preguntarnos en conjunto, ¿por qué tenemos que estar comiendo de todo, en todas partes y en cualquier momento del año?

¿Sabemos de dónde viene el plátano, el mango, la piña, las castañas de cajú, el palmito? ¿Sabías que la piña tiene un ciclo completo de 32 a 46 meses en nacer y cosecharse? Luego, la planta madre muere lentamente una vez que se completa la madurez, pero puede nacer un brote grande que continuará creciendo y eventualmente, producirá una nueva fruta, siempre en el caso de que sea vuelto a plantar y cultivar.

Otro ejemplo, que nos ayuda a entender este tema, es pensar en el plátano que viene desde Perú, el tercer país más grande de Sudamérica. Estos, luego de ser cosechados, son trasladados al puerto, luego de viajar miles de kilómetros de distancia. De ahí viajan en barcos hacia los diferentes puertos de Chile y desde ahí, a los lugares comerciales donde finalmente los compraremos.

Si bien he visto árboles de plátano en Chile, es a nivel muy pequeño, ni siquiera alcanza para que sean comercializados. Ahora, ¿por qué pongo el ejemplo del plátano? Porque es una fruta que está muy presente en nuestra dieta diaria. Hace varios años —y después de meses de estar sólo comiendo verdura y frutas en base a canastas agroecológicas y locales— me di cuenta de que en ese año no había comido un solo plátano. ¿Cómo?, te preguntarás.  Simple, porque ninguna de las canastas que llegaban los incluían. Y claro, como se me hizo costumbre, hoy en día casi no consumo plátano. Algunas veces me doy el gustito y compro, consciente de mi huella, pero sin culpa.

Es así cuando te empiezas a cuestionar la procedencia de los alimentos que llegan a tu mesa. La canasta de este mes está compuesta de: chirimoya (ñami), acelga, kale, papas, habas, coliflor, kiwie, naranja, manzana, cebolla, ajo, zapallo butternut, betarragas, physalis y pera.

Si bien en el mercado veo tomates, para mi todavía no están disponibles, y lo acepto. ¿Por qué forzar la naturaleza, no respetar sus ciclos y querer abarcar una variada dieta sin mirar la procedencia?

Como les he contado en mi anterior artículo “Acción colectiva y consumo local”, pertenezco a dos cooperativas. Una ofrece la canasta de verduras y frutas que acabo de mencionar, mientras que la otra cooperativa vende varios productos de uso diario y también hierbas, algas, harinas, pastas y diferentes tipos de granos, como: arroz, legumbres, nueces, almendras, etc.

Nunca se ha vendido castañas de cajú, por ejemplo, porque la idea es vender 95% local y agroecológico. El 5% restante incluye alimentos como el chocolate, la canela, el aceite de coco y el café. Debo decir que la venta de aceite de coco no la comparto, pero es un producto bastante solicitado por muchas personas que se proveen ahí. A mi parecer, ese 5% no es un gran daño, ¿no crees?

Te invito a que analices tu dieta. Tu canastas de verduras, frutas, granos, envasados, y te preguntes: ¿cuánto porcentaje de todo esto es local? ¿a qué empresas estamos privilegiando, premiando y entregando nuestro dinero?

Hace mucho analicé mis compras del mes y me di cuenta de que casi el 100% era chileno y de emprendimientos. Sentí que iba por buen camino y por ello te invito a que lo hagas. Come ¡más local! Opta por nuestras frutas y verduras, ya que al ser un país tan extenso y contar con una gran variedad de climas, la oferta en color, sabor y textura es de una riqueza que debemos cuidar, preferir y mantener viva.

*Te recordamos que Pamela dicta charlas a colegios, comunidades, universidades y empresas a pedido. Y así seguir explorando sobre estos temas y muchos más.

Pamela es ingeniera comercial, diplomada en Gestión Cultural (UC) y en Educación para el Desarrollo Sostenible (USACH), ha dedicado su vida en la educación ambiental mediante distintas organizaciones y plataformas, podrás escucharla en el podcast Mueve la Fecha, verla en su canal YouTube Pame Sustentable, leerla en el libro Yo, sustentable y conocer sus acciones en su web e IG Compostera.cl Además, participa de 2 cooperativas de abastecimiento que trabajan bajo las premisas de comercio Justo, agroecológico, Local y de temporada.

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