Sin experiencia previa en la industria de la moda ni estudios sobre diseño o sustentabilidad, tres amigos deciden unirse para iniciar una gran aventura: diseñar la primera zapatilla sustentable de Chile. Así nace Kruza, una marca que destaca por su perfecta combinación de diseño y ética, y nos demuestra en cada uno de sus pasos que la convicción y las ganas son la mejor herramienta para iniciar un cambio.
Después de ensayos y errores, de empaparse de la industria de la moda y calzado nacional y mundial, los socios Felipe Arrigorriaga, Benjamín Moreno y Cristóbal Arancibia lanzan en abril del 2019 la marca de zapatillas Kruza, la que en su corta vida dentro del mercado ya está dando que hablar no solo por sus diseños sino por el profundo compromiso que tiene con hacer las cosas lo mejor posible, lo más éticamente posible, lo más sustentable posible.
Conversamos con Felipe, quien nos contó sobre los orígenes de la marca, sus principales desafíos, hitos y proyecciones, además de profundizar en sus procesos productivos y cómo la sustentabilidad está en el ADN de Kruza.
Si bien ninguno de ustedes es diseñador o tenía experiencia en moda deciden emprender en un proyecto en esta industria. ¿Cómo llegaron a la idea de desarrollar la primera marca de zapatillas sustentables en Chile?
La historia empieza hace mucho tiempo, porque lo primero que nos une es que somos amigos de la vida y tuvimos la suerte de volver a encontrarnos en una etapa donde estamos buscando darle sentido a lo que hacemos. Venimos de industrias súper tradicionales, donde lo único que importa es maximizar las utilidades, y eso te va dejando una sensación de vacío. Entonces empezamos a juntarnos hace cerca de un año y medio, con la idea de hacer un proyecto que tuviese un impacto positivo; de alguna forma hacerse cargo de lo que está ocurriendo hoy, del estilo de vida que estamos llevando y la forma actual de consumir.
Además tenemos una pasión especial por las zapatillas, como un objeto de culto, como una forma de pararse sobre la tierra, de conectarse, de ser tú mismo en cualquier momento.
Así nace Kruza, para trabajar de forma local, honesta y a escala humana. Buscamos que el “hecho en Chile” sea sinónimo de calidad, amigable con el medioambiente y justo.
Me imagino que ha habido mucho aprendizaje en este camino, desde conocer cómo funciona esta industria, aprender sobre diseño, identificar su cadena de valor, etc. ¿Cómo ha sido el proceso de desarrollar el proyecto?
El proceso ha sido toda una aventura, con mucho aprendizaje, con ires y venires, con toda una sumatoria de experiencias. Partiendo por el estudio inicial de la industria, del tamaño que tiene en el mundo, la cantidad de empleos que genera, los residuos, los procesos y lo que ha pasado en Chile en los últimos 40 años. El impacto que han tenido los tratados de libre comercio, la desaparición de la industria local, la pérdida de profesionales y lo deteriorada que está hoy. Aún así existen las personas que perseveran en el oficio, que siguen ahí, laburando por hacer las cosas bien. De esas personas nos hemos encontrado varias, y hemos decidido trabajar en conjunto, cooperando para lograr hacer una zapatilla de buena calidad, única, cambiante, siempre en movimiento.
Hemos recorrido muchos talleres y conocido a mucha gente linda que se ha arriesgado a trabajar con nosotros, de una forma diferente, muchas veces más complicada, pero que tiene un sentido mas allá porque busca dejar una huella, aportar un poco al entorno.
Crear un pequeño ecosistema de recolección y reciclaje creo que ha sido la tarea más larga y complicada, pues ha sido un trabajo muy arduo y lento, de juntarse con mucha gente y empresas para contarles del proyecto y que creyeran en nosotros cuando Kruza todavía estaba a nivel de ideas. En ese sentido, estamos muy agradecidos con todas las personas que se han atrevido a trabajar con nosotros y creer en el proyecto.
Lo más increible ha sido lo que hemos crecido como equipo, viviendo y sintiendo cada una de las etapas, los errores, los aciertos, los hitos, y por sobre todo trabajar siendo una familia que va creciendo y alegrándose con cada uno de los pasos que vamos dando.
Los últimos meses han sido muy vertiginosos, es otra cosa ya salir a la calle y que las zapatillas estén dando vueltas por la ciudad y por el mundo, la adrenalina sube muchísimo. Hemos tenido un recibimiento súper lindo, nos damos cuenta que a la gente le fascina la idea y le encantan las zapatillas, lo que nos ha dado una tremenda alegría.
Kruza busca ser la primera marca de zapatillas sustentables de Chile, pero sabemos que la sustentabilidad es un concepto bastante amplio. ¿Cómo abordan el concepto de sustentabilidad? ¿Qué aspectos han priorizado en el desarrollo de la marca y qué pasos les gustaría dar en el futuro?
Partimos de la base de ser un proyecto con triple impacto (planeta, comunidad, economía) y sobre eso trabajamos con la economía circular como sustento del funcionamiento de Kruza. Entonces partimos el proceso reciclando y reutilizando materiales que son desechos para diferentes empresas y personas. Después hacemos ecodiseño para pensar los modelos de zapatillas y definimos que nosotros no hacemos colecciones, sino que vamos trabajando sobre modelos que van cambiando con los materiales y son de ediciones limitadas. Así, las zapatillas van mutando, nunca son iguales y van renovando.
El proceso productivo es de bajo consumo energético y el traslado que tienen es muy menor, entonces nuestra huella de carbono es muy baja.
Actualmente las zapatillas que están en el mercado tienen sobre un 80% de materiales reciclados o reutilizados, ¡lo que nos tiene súper orgullosos! Igual seguimos trabajando para mejorar, buscando nuevas cosas para reciclar, mirando materialidades que sean amigables con el medioambiente e investigando procesos productivos para ir disminuyendo nuestra huella y ojalá llegar a ser basura cero. También vamos a ofrecer la reparación de las zapatillas y su posterior reciclaje cuando hayan cumplido su vida útil.
Otra área muy importante para Kruza es nuestra relación con la comunidad, por eso es vital trabajar con honestidad, con un trato ético. Seguimos los principos del comercio justo, teniendo tratos transparentes con nuestros proveedores, llegando a consenso de precios, dándoles visibilidad en nuestra comunicación y pagando al día. Lo que buscamos es la colaboración y el trabajo a largo plazo. Trabajamos con cuatro talleres, haciendo un trabajo colaborativo desde la planta, cortes, aparado y control de calidad; en cada uno de los procesos hay gente con un talento enorme y mucho oficio.
Para hacer un packaging sustentable, estamos trabajando con la Fundación Ecolety, que nos confecciona una hermosas bolsas de jeans reutilizados. Estamos certificados por Sistema B y tenemos una alianza con Fundación Basura. En ambos, con evaluaciones profundas y planes de mejora continua.
La semana pasada nos avisaron que nos adjudicamos un Corfo de proyectos con impacto social, a través de la Aceleradora de Innovación Colab, lo que nos dejó súper contentos, pues recibir el apoyo de Corfo siempre es una buena señal.
¡Excelente! Y ahora mirando el otro lado de la moneda, ¿cuáles han sido sus mayores dificultades a la hora de desarrollar un producto de moda sustentable en Chile?
La mayor dificultad ha sido la falta de consciencia que existe dentro de la industria local de la moda acerca de la contaminación que genera y la problemática acerca de que la industria manufacturera local esté muy disminuida, la escasa tecnología y la falta de apertura hacia hacer las cosas de una forma diferente. Básicamente la resistencia está en las personas que han venido trabajando de una forma tradicional hace mucho tiempo y eso genera una reticencia al cambio que es muy difícil de abordar.
De cara al mercado, todavía visualizamos un nivel de consciencia bajo, pero en aumento, lo que implica que no es un tema popular aún en el país el saber de dónde vienen las cosas que compramos, cómo fueron hechas y bajo qué condiciones fueron creadas. Entonces, el hecho en Chile todavía es un eslogan que no suena con la fuerza que debería, no es algo que los consumidores exijan ni busquen, por lo tanto falta seguir reforzando la idea de que lo hecho en Chile puede ser igual o mejor que lo fabricado afuera.
Además de la sustentabilidad, que es algo que nos encanta, está el diseño y la estética, que son fundamentales si estamos hablando de moda. ¿Cómo es el proceso creativo detrás de Kruza? ¿Qué los inspira y cómo lo traducen en un par de zapatillas?
El proceso creativo lo hemos abordado de muchas formas. Lo hemos trabajado desde la ciudad, desde el movimiento que tenemos todos los días, los espacios que habitamos, cómo nos apropiamos de la urbe, cómo nos trasladamos y nos conectamos con la ciudad. Desde ahí se crea Kruza como un compañero de viaje, como una forma de pararse frente al mundo, como un continuo movimiento que va cambiando, mutando, reinventándose y viviendo una filosofía consciente, de tribu urbana, conectada por hacerse cargo del planeta en que vivimos, entendiendo que somos parte de él y no dueños como muchos creen, comprendiendo que lo que le hacemos a la tierra nos lo estamos haciendo a nosotros mismos.
Nos inspira ser rebeldes ante el sistema actual y tratar de cambiarlo desde adentro, nos inspira proponer una nueva forma de hacer las cosas y queremos que mucha gente pueda caminar diferente haciendo un aporte real al planeta y la comunidad.
Nos encanta hacer zapatillas modernas, urbanas, creativas y que se puedan utilizar en diferentes ocasiones y que reflejen la personalidad de cada uno.
Por último, pero no por eso menos importante: ¿dónde podemos encontrar Kruza y qué novedades o proyecciones tienen como marca?
Actualmente tenemos nuestra e-commerce que es www.kruza.eco donde se pueden encontrar todos los modelos de zapatillas. Físicamente estamos en dos espacios colaborativos, en Espacio Guerrero en el Drugstore, Providencia y en Casa Clara, en Vitacura, y estamos prontos a ser parte de otros espacios que les iremos contando en nuestras redes sociales, @kruza_bc.
En cuanto a lo que se viene, tenemos el lanzamiento de un par de modelos más para hombre y mujer, nuevas materialidades como jeans; estrenaremos pronto una nueva planta Kruza, algunas colaboraciones con arte y muchas sorpresas más.
Para el futuro tenemos hartos planes, desde internacionalizar la marca, llegando a varios países. Por otro lado, nos mueve mucho el poder hacer investigación y desarrollo para crear nuevos materiales que sean amigables con el medioambiente y aprovechando los desechos que se generan en Chile. Estamos trabajando en mejorar procesos productivos y ya estamos pensando en nuevas líneas de producto, relacionados al mundo de la moda.
¡Los invitamos a caminar diferente!