A inicios de este año tuve la oportunidad de conocer a Emma Patthey, Gerenta General de KUNA Chile, y puedo decir que me llevé una gran –y grata– sorpresa de esas llamadas y encuentros. No solo porque me encontré con una mujer joven, con mucha energía y conocimientos liderando una marca de gran tradición, sino también porque detrás de esta última se escondía una historia familiar fascinante que merecía ser contada.
En pocas palabras, podría resumir a KUNA como una mezcla perfecta entre respeto por la tradición y visión de futuro, innovación, calidad, atemporalidad, pero la verdad es que su origen, valores y proceso van más allá. Por eso, las y los invito a sumergirnos en el universo de esta marca de origen peruano a través del relato de Emma, tercera generación detrás de KUNA.
KUNA, tal como la conocemos hoy, nace el año 2007, pero la historia detrás de la marca se remonta a finales de los años 80, incluso antes, cuando tu abuelo llega a Perú a finales de los años 50. ¿Podrías contarme un poco más sobre el origen de lo que hoy conocemos como Grupo Inca? ¿Qué motivó o inspiró a tu abuelo a emprender en un país foráneo? Y sobre todo, ¿qué fue lo que vio en Perú y sus textiles que lo hizo embarcarse en esta aventura?
Mi abuelo, Francis Patthey, llegó desde Suiza a Perú en 1950. Luego de ver un aviso en el diario sobre un trabajo en Bolivia, decidió irse a la aventura. Nunca llegó a Bolivia pero sí a Perú, donde trabajaba para una empresa británica que tenía la concesión del ferrocarril. Luego fue cambiando de trabajos hasta que llegó a una empresa que se dedicaba al acopio, clasificación y exportación de fibra de alpaca. Conociendo poco a poco esta industria, se enamoró del producto y junto a un socio vieron el potencial de este mercado. Así, comenzaron su propia empresa donde compraban directamente a alpaqueros y productores de la fibra y luego iban directamente a vender a los clientes en Europa, simplificando el nexo comercial que existía antes entre la materia prima y el cliente final. Llegaron a venderle a clientes como Loro Piana.
La fibra de alpaca tiene una historia muy bonita, es una fibra que viene de la mano de la cultura peruana. Además de la calidad inigualable, el calor que aporta, su liviandad y el brillo, está relacionado con paisajes del altiplano, con colores maravillosos y personas que aprenden sus oficios de generación en generación. Mi abuelo se enamoró tanto del país que formó su familia (mi familia) en Arequipa, se casó con mi abuela Carmen, arequipeña, y tuvo a sus tres hijos ahí.
El negocio fue creciendo hasta que en el 2007 nace KUNA.
¿Y cómo nace la marca? ¿Cuál fue la necesidad que detectaron o el aporte que quisieron hacer a través de ella?
KUNA nació como “el siguiente paso” de la empresa. Ya teníamos en la cadena productiva la peinaduría, tintorería, hilandería y se confeccionaban (aún se hace) prendas para marcas externas. Entonces el paso lógico era tener nuestra propia marca, pero con un foco especial, mantener la identidad andina del producto.
Las marcas a las que se les confecciona prendas son marcas internacionales reconocidas mundialmente, pero que venden con su propio sello. KUNA busca mostrar el textil como parte de la cultura peruana/andina, mostrar la calidad peruana y lo más importante, mostrar el origen de la alpaca.
Es importante, especialmente hoy, mostrar de dónde vienen los productos, fabricar en Latinoamérica, hacer resaltar la verdadera calidad de las fibras naturales y mostrarle al mundo qué significa usar ropa confeccionada con fibras naturales, darle trabajo a tu comunidad y apoyar el mercado local.
Aunque seamos una marca peruana en Chile, se valora mucho el hecho de ser una marca latinoamericana y, para mí, eso vale como una compra local.
Asociamos las prendas de KUNA con excelente calidad, pero eso pareciera ser consecuencia de una filosofía más profunda. ¿Me podrías contar cuáles son los valores que guían la propuesta de la marca?
La misión del Grupo Inca es ofrecer productos y servicios vinculados a nuestra identidad cultural. La visión es trascender en el tiempo trabajando responsablemente en beneficio de nuestro entorno.
Creo que estos dos puntos definen perfectamente nuestros valores como empresa y como familia.
KUNA une el pasado y el presente con sus diseños y colores inspirados en las antiguas culturas andinas. Queremos mostrar los paisajes de la naturaleza en nuestras prendas y reflejar el ambiente armonioso que existía entre el hombre y la naturaleza en la época precolombina.
Buscamos recordarle a las personas que trabajando en armonía con la naturaleza se logran proyectos increíbles. Respetamos el valor de la fibra natural y le damos vida a productos heredables que son resultado de un proceso realizado por personas con trabajo justo, responsabilidad social, responsabilidad ambiental y, sobre todo, dedicación.
Apostar por la sostenibilidad no es fácil, pero es parte central de su propuesta como marca. ¿Cuáles han sido sus principales logros y desafíos para hacer de KUNA una marca con sello sostenible y cuáles son sus apuestas a futuro en este sentido?
Es un desafío constante apostar por la sostenibilidad. Lo más urgente es educar a las personas sobre el valor de este tipo de productos y servicios. Explicarles por qué es necesario invertir en ellos y no caer en la tentación del fast fashion. La idea no es demonizar nuestro polo opuesto, pero sí educar para que las personas tengan claras las diferencias entre un producto y el otro. Solo cuando eso pase, es que van a entender el valor monetario de cada producto, van a entender que no solo están invirtiendo en una prenda sino que también están invirtiendo en un sueldo justo para los productores, trabajadores de la fábrica, vendedores, etc. Están invirtiendo en productos de calidad, en un mejor medioambiente, una mejor calidad de vida.
Creo que en KUNA hemos logrado ser parte de este movimiento manteniéndonos firmes con nuestra postura. Con lo complejo que está el mundo, es fácil tentarse con saltarse algún paso, mezclar con sintéticos para abaratar costos, o tomar medidas que salen de tus valores, pero KUNA ha logrado mantenerse fiel a su objetivo. Hemos hecho innumerables cosas para que los clientes aprendan sobre la fibra, capacitamos a las vendedoras para que entiendan todo el trasfondo de la marca y les cuenten esta maravillosa historia a los clientes para que compren con sentido.
Para el futuro queremos seguir apostando por la moda sostenible, continuar entregando este mensaje de invertir en prendas de calidad hasta que deje de ser solo moda y se vuelva una realidad permanente.
¿Cómo es el proceso productivo? ¿Cómo han logrado tener una mayor trazabilidad de sus productos?
Todo comienza con el animal. Existe una empresa del Grupo Inca que se llama Pacomarca. Ellos se encargan de realizar investigación y mejora genética de las alpacas, información que se comparte en pro de mejorar la fibra y por ende mejorar los precios para los alpaqueros.
El Grupo Inca trabaja con cooperativas de alpaqueros que se les capacita en la crianza de animales y se les da apoyo para que tengan el mejor producto posible. Luego se les compra esta fibra y se lleva a nuestras fábricas. Es aquí donde se lava, peina, tiñe y transforma en hilo. Una vez formado el hilo, se procede a fabricar la tela y finalmente llega la parte de la confección. Como último eslabón de la cadena están las tiendas donde se vende el producto final a nuestros clientes.
Encontré esta cita de tu abuelo y me pareció tan elocuente: Nada permanece estático, todo se transforma y hay que saber acompañar esos cambios para poder adaptarse, pero sin dejarse llevar lejos de nuestros principios. En relación a esto, tú eres parte de la tercera generación detrás de Grupo Inca y lideras a la marca en Chile. ¿Cuáles son los principales desafíos a la hora de conservar la tradición y al mismo tiempo adaptarse al presente y proyectar el futuro de la marca?
Teniendo en cuenta que vivimos en un mundo que se transforma constantemente y a una velocidad sorprendente, creo que sí debemos adaptarnos rápido, pero eso no significa que cambiemos nuestros principios ni raíces. Podemos cambiar los canales de venta, sistemas operativos, medios de comunicación, pero KUNA siempre va a tener su identidad peruana junto a la tradición textil alpaquera, y eso es lo lindo de la marca. Una marca que se mantiene fiel a sus principios de slow fashion, que se mantiene firme con sus estándares de calidad, cosas que son difíciles de hacer en un mundo donde todo se ha vuelto desechable.
Hay mucha gente que prefiere lo nuevo, lo europeo, lo norteamericano y eso es únicamente por prejuicios de la sociedad que nos han hecho pensar que eso es mejor que lo nuestro (lo latinoamericano), pero creo que cada vez más se está valorando la compra local, entender el origen de tus productos, leer las etiquetas de tus prendas, comprar con sentido y, sobre todo, comprar calidad.
Los desafíos se deben tomar como oportunidades y estoy segura de que KUNA será capaz de seguir transmitiendo su mensaje en este mundo que cambia cada vez más rápido.Imágenes cortesía Kuna
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Este artículo fue patrocinado por KUNA como parte de una #AlianzaFranca.