Cuando hablamos de que un producto es ‘local’ o está hecho de forma local, podríamos creer que todos pensamos más o menos lo mismo. Pero en realidad está lejos de ser así.
Cada vez es más común escuchar sobre productos locales o sobre la importancia de comprar localmente. Pero, ¿qué hace que un producto sea considerado local? ¿A qué distancia tiene que haber sido producido? ¿Qué pasa cuando está hecho geográficamente muy cerca de nosotros, pero en rigor proviene del otro lado de una frontera, por ejemplo?
¿Qué significa?
Lo local hace referencia a los productos de una localidad o región. Es un término que se usa especialmente en el ámbito de la alimentación, para referirse a la producción de algo en un lugar particular; aunque también toma en cuenta el sitio donde se hace el procesamiento, la distribución y finalmente la venta y el consumo del producto.
En general, comprendemos el término local en referencia a un área delimitada, como una localidad y su área más inmediata. Pero también podría ser una región o estado.
¿Por qué surgió el concepto?
El consumo local suele relacionarse con el eslogan think global, act local (piensa globalmente, actúa localmente), a menudo utilizado en el movimiento ecologista.
Se habla también de que la noción de lo local proviene de principios del siglo XX, cuando en Estados Unidos empezaron a crecer las granjas-empresa por sobre las granjas familiares. Durante la década de los 60 y sobre todo en los setenta en ese país, se dio también el movimiento back to the land, un fenómeno social que consistió en una migración más bien desde las áreas urbanas a las rurales, haciendo énfasis en la autosuficiencia, la autonomía y la comunidad. Con este movimiento, incrementó el número de miembros de las granjas que vendían una variedad de productos, muchas veces, directamente a sus consumidores.
¿A qué distancia tiene que estar hecho algo para que sea considerado local?
No existe una definición universal (o monitoreada) de local. En algunos países, los alimentos que se producen a apenas un par de kilómetros de distancia pero al otro lado de la frontera, ya no se consideran locales. En otros casos, productos cultivados a 200 kilómetros, pero dentro del mismo estado o región, sí podrían ser llamados locales.
En pocas palabras, la definición de local o regional es flexible y difiere según a quién se le pregunte. Algunos productores consideran que si el alimento es fácilmente transportable a la feria, por ejemplo, puede decirse que es local (pero esa definición es algo ambigua, obviamente). Otros lo miden de acuerdo con el tiempo que les toma el recorrido del producto desde su lugar de producción a su punto de distribución. Si es menos de un día, se puede decir que es local para algunos. Y otros simplemente se rigen por los límites de una ciudad o región.
Lo que sí, existen argumentos para no usar las fronteras de los países como medida para definir el concepto de local. Hay un ejemplo muy bueno de esto en internet: el queso producido en Alsacia, Francia es más local para un alemán de Fráncfort que para un francés de Marsella. Es como decir que algo producido en Arica es más local para una persona que vive en Tacna, Perú que para alguien que vive en Puerto Varas.
Es interesante pensar en esto respecto a la denominación de origen también, ya que hay países como Italia o Francia que son bastante estrictos con los límites de donde algo es producido y eso influye en cómo se comercializa al final.
Algunos defensores del rigor en la definición de local argumentan que 160 kilómetros (o menos), de la granja a la mesa, es lo que se puede considerar local.
¿Cuál es el problema?
Al no existir un proceso de certificación oficial o una definición legal universal, hay productos que se venden como supuestamente locales cuando en realidad, según la definición propia de cada uno, podrían no serlo. Por ende, cada vendedor (supermercado, restaurante, etc.) puede decidir a qué llama local y a qué no.
Según un estudio de Nielsen, quien encuestó a 20.000 consumidores, la percepción de ‘comida local’ es bastante dispersa. Algunas personas piensan que el alimento proviene de la región o estado, otros creen que basta con que sea del país. Incluso, quienes respondieron variaban su percepción de acuerdo con el producto; por lo que, por ejemplo, no sería lo mismo un tomate local que un queso local. La mayoría aparentemente respondió que los huevos, el pan y las frutas y verduras deberían ser de la misma ciudad para ser llamados locales.
¿Por qué es importante pensar en esto?
Es útil reflexionar sobre el concepto que tenemos de local, dado que consumir alimentos y artículos producidos dentro de las inmediaciones de nuestra ubicación es generalmente más amigable con el medioambiente que el consumo de productos que provienen de localidades lejanas.
Esta es la noción de food miles, un término acuñado por Tim Lang (profesor de Food Policy en la City University de Londres), que hace referencia a la distancia que recorre la comida cuando es transportada desde su lugar de producción hasta que llega a las manos del consumidor. Hoy en día, esta es una dimensión bastante utilizada en el estudio del impacto medioambiental de los alimentos.
¿Qué podemos hacer como consumidores?
Lo primero es preguntar. De dónde proviene tal o cual alimento o dónde se hizo cierto objeto o de dónde vienen los materiales con los que está hecho. En definitiva, detenernos a pensar en la historia detrás de lo que consumimos, no solo en los productos en sí.
Además del aspecto medioambiental, una ventaja de consumir productos o alimentos producidos en la misma zona (o al menos ciudad o región) donde uno se encuentra, es que con esa compra se beneficia a la economía local (también llamada economía basada en la comunidad), es decir, la red de relaciones sociales y comerciales que se llevan a cabo en un lugar en particular. Dicho en simple, cuando uno compra a quienes tiene cerca, beneficia a la gente que vive y trabaja a su alrededor, antes que a un productor lejano.
Preferir lo que algunas fuentes llaman ‘sistemas de alimentación locales’, además, tiende a implementar mayor responsabilidad. Esto es porque cuando uno prefiere productos hechos en sus alrededores, tiende a hacerse cargo de los aspectos en los que estos podrían mejorar y toma conciencia del impacto que pueden tener las acciones que están detrás de su producción. Una persona que compra localmente también tiende a exigirles más a sus productores: mejor calidad, más prácticas sustentables en producción y distribución, etc. Es por esto que: “las decisiones de compra que favorecen el consumo local afectan directamente al bienestar de la población, mejorando las economías locales y el medioambiente”.
Fuentes
Gail Feenstra, Creating space for sustainable food systems: Lessons from the field
Tim Lang, Food Miles
David Morris, Is Eating Local the Best Choice?
Kate Bernot, No one knows what “local” food means
Jennifer Chait, Locally Grown Food
Anjali Prasertong, Local Food: What is your definition?