La primera vez que conversé con Macarena fue en el verano del 2018, para una entrevista laboral. Fundación Basura estaba buscando una profesional de las comunicaciones para participar en un proyecto específico, y yo era parte de las postulantes a ese cargo.
Sin tener certeza alguna de si me escogerían, recuerdo haberle dicho algo como: “si no quedo, igualmente me gustaría ser parte de la fundación, aprender y ver en qué puedo aportar”. Y es que quedé encantada por la convicción en sus palabras, pues más de allá de lo inspiradoras que puedan resultar algunas personas, aquellas que efectivamente actúan de acuerdo a sus creencias, son las que, al menos a mí, me cautivan.
A poco más de un año, y habiendo tenido la oportunidad de compartir profesionalmente, esta vez nos reunimos en una entrevista donde quien respondió las preguntas fue ella.
¿Cuál fue tu primer acercamiento a un estilo de vida “basura cero”?
Tengo recuerdos de infancia en los que salía con mi hermana a recorrer por el barrio y recogíamos distintas cosas que encontrábamos botadas que, ante nuestros ojos, eran tesoros que recolectábamos para luego llevarlos a casa, donde, junto a nuestra tía Nena, los convertíamos en nuevas creaciones.
Sin tener una noción o consciencia sobre el concepto de reutilización, sin duda, esos juegos de niña fueron un descubrimiento natural de que todo tiene valor. De que la basura no existe.
Cuéntanos sobre el paso de estudiar arquitectura a crear Fundación Basura.
Durante mi formación profesional, empecé a descubrir la realidad sobre los residuos en la construcción y la cantidad de recursos depositados en vertederos. Fue impactante. A ese impacto le siguió una sensación de indignación, de decir “esto está mal, hay que hacer algo”.
Tras finalizar mi máster en Alemania −donde no solo evidencié que es posible gestionar de manera correcta los residuos, sino también vivir una cultura respetuosa con el entorno−, creé un blog de diseño para publicar proyectos de arquitectura, arte y diseño en torno a la reutilización de materiales y la sustentabilidad.
Finalmente, al darme cuenta de que este era un tema transversal, gracias al apoyo de Miguel Valenzuela y Denisse Bonnefoy, en 2015 dimos origen a Fundación Basura.
¿En qué proyectos está actualmente la fundación?
Nuestro propósito es generar instancias para conectar y compartir la cultura ‘basura cero’ a través de una visión integral y reflexiva, recuperando el equilibrio en las relaciones sociales con el entorno. Creemos que ninguna campaña puede estar desprovista de una acción asociada a la educación y sensibilización, por eso estamos enfocados en educar a través de diferentes instancias, como cursos en línea, charlas, talleres y capacitaciones presenciales, y la Academia Basura Cero.
También estamos tratando de instaurar el término buen vivir, concepto que hace referencia a vivir plenamente basándose en la protección de la naturaleza y del equilibrio necesario para su regeneración continua.
Queremos transmitir con claridad que las necesidades inmediatas de los seres humanos no deben ser satisfechas a expensas de las futuras generaciones.
¿Por qué #LaBasuraNoExiste?
La basura no existe, porque no está en la naturaleza; en ella, todo tiene valor. Fue un invento del hombre para justificar un sistema de producción lineal inmerso en la sociedad de consumo, donde prevalece lo desechable: “lo uso una vez, ya no me sirve, lo boto, me compro otra cosa… y así”, pero depende de nosotros comprar cosas que van a convertirse en basura. Cada uno puede decidir si la basura existe o no.
En Fundación Basura sobresale la participación de mujeres, ¿a qué crees que se debe la relación entre mujeres y activismo en materia medioambiental?
Siento que de alguna manera las mujeres nos sentimos identificadas con la naturaleza. La naturaleza es el hogar, es quien cobija. La mujer es maternal y protectora. Ambas hemos sido abusadas, desvalorizadas. Y hoy, estamos exigiendo el cuidado que merecemos.
¿Qué consejos entregarías a quienes están dando los primeros pasos hacia una vida “basura cero”?
Para algunos, seguir ciertas ideologías suele resultar frustrante, porque socialmente te pueden hacer creer que es difícil. Pero lo importante, para mí, es irse a dormir en paz, con la tranquilidad de que uno está haciendo las cosas bien. Hay que entender que cuidar el medioambiente no es una moda, proteger nuestro hábitat es un deber.
Si hoy escoges quedarte en la comodidad, sin generar cambios en tus hábitos de consumo, simplemente no tendrás un futuro para poder seguir disfrutando comodidades. Esa es la realidad. Además, cuando aprendes a vivir respetando la naturaleza comienzas a experimentar un estilo más sano, más barato y feliz.