“¿Cómo se atreven los talibanes a quitar mi derecho básico a la educación?» dijo una joven de tan solo 11 años cuando los talibanes estaban tomando el valle de Swat, prohibiendo a su paso la televisión, la música y la educación de las niñas. Esa joven es Malala Yousafzai, una de las más jóvenes y reconocidas activistas por los derechos a la educación infantil, sobre todo femenina.
Malala es la mayor de tres hermanos y la única mujer, algo que no era precisamente un motivo de celebración en su natal Pakistán. “Cuando nací, los habitantes de nuestra aldea se compadecieron de mi madre y nadie felicitó a mi padre. Llegué al alba, cuando se apaga la última estrella, lo que los pashtunes consideramos un buen augurio (…) Era una niña en una tierra en la que se disparan rifles al aire para celebrar la llegada de un hijo varón, mientras que a las hijas se las oculta tras una cortina y su función en la vida no es más que preparar la comida y procrear. Para la mayoría de los pashtunes, cuando nace una niña es un día triste” cuenta en su libro “Yo soy Malala”.
Sin embargo, sus padres han sido activos en alentar las inquietudes de esta joven activista. En particular su padre, un apasionado defensor y activista por la educación, quien inculcó desde muy temprana edad el amor por la educación, y posteriormente la necesidad de luchar y hacer frente a la prohibición de educarse que, por el solo hecho de ser mujeres, muchas niñas debían enfrentar.
¿Cuándo empieza todo?
Fue el año 2007 que todo cambia en su natal valle de Swat. Los talibanes tomaron el control de esa y otras zonas del noroeste de Pakistán, prohibiendo a las niñas a asistir al colegio, destruyendo en un año más de 400 escuelas y haciendo de esta prohibición un lema de su campaña terrorista.
Impávida frente a esta situación y alentada por su familia, Malala levanta la voz frente a esta situación. Primero declarando públicamente y de manera televisada su oposición al régimen talibán y la prohibición de la educación declarando “¿Cómo se atreven los talibanes a quitar mi derecho básico a la educación?». Una guerra para proteger y garantizar el derecho a la educación había comenzado.
A principios del año 2009 se publica la primera colaboración de Malala para la BBC Urdu, donde bajo el seudónimo “Gul Makai” empezó a bloguear sobre cómo era la vida bajo el régimen talibán y su deseo por asistir a la escuela, reflexionando en torno a la importancia de la educación y desafiando la mirada talibana.
Luego, el año 2009, el periodista Adam B. Ellick publicó junto a The New York Times un documental sobre la vida de Malala en el contexto de la invasión talibana, y ahí todo explotó: su mensaje pro-educación, el aumento de exposición en la prensa, los premios y reconocimientos internacionales, pero también el peligro.
“¿Quién es Malala?” dijo un hombre con la cara cubierta que se subió al autobus que llevaba a Malala y a otro grupo de niños y niñas al colegio. Ese 9 de octubre de 2012 nadie dijo nada, pero las miradas apuntaron inevitablemente a la joven activista de 15 años, quien recibió 3 disparos. Una de las balas entró y salió de su cabeza y se alojó en su hombro. Gravemente herida, fue trasladada a un hospital militar en Peshawar y cuatro días después a una unidad de cuidados intensivos en Birmingham, Inglaterra.
Tras una sorprendente recuperación y dispuesta a volver a estudiar, la exposición y apoyo a Malala y su causa cobraron mucha más fuerza. El año 2013 es invitada a hablar en Nueva York frente a las Naciones Unidas, publica su primer libro titulado “Yo soy Malala” y recibió el premio Sájarov a la libertad de pensamiento, otorgado por el Parlamento Europeo. Ese mismo año fundó junto a su padre Malala Fund, organización sin fines de lucro cuyo objetivo es garantizar el acceso a una educación libre, segura y calidad para las niñas del mundo.
El año 2014 gana el Premio Nobel de la Paz, siendo la persona más joven en recibir esta distinción en todas las categorías. “Este premio no es solo para mí. Es para esos niños olvidados que quieren educación. Es para esos niños asustados que quieren la paz. Es para esos niños sin voz que quieren un cambio » dijo Malala al aceptar el premio.
Hoy con 22 años, Malala reside en Birmingham, y de acuerdo a The Nobel Prize, el Malala Fund se ha convertido “en una organización que, a través de la educación, capacita a niñas alrededor del mundo para alcanzar su potencial y convertirse en líderes seguras y fuertes en sus propios países”.
Ilustración por Sol Paperán