Cuando nos empezamos a sumergir en el mundo de la moda sostenible y cómo ser consumidores más responsables una pregunta que aparece inevitablemente en nuestra cabeza será, entonces… ¿ahora dónde puedo comprar? ¿cuáles son mis alternativas? Al menos para mi fue así. Me dije “estas marcas no entran más a mi clóset, dejo de apoyarlas con mi dinero y buscaré nuevas alternativas”. Sin ir más lejos, esa pregunta fue la que dio origen a Franca.
Moda consciente, más allá de las compras.
Sin embargo, a medida que han pasado los años la idea asociar el consumo consciente solo con mi preferencia por una u otra marca me empezó a parecer demasiado acotada, y fue en medio de esas preguntas que se cruzó en mi camino el libro de Kate Fletcher “Craft of use”, una obra que pone en cuestión la lógica del desarrollo anclada exclusivamente al crecimiento, y donde el uso que damos a nuestra ropa, así como las historias que hay detrás de cada una de ellas son las protagonistas.
Estamos familiarizadas con la idea de que nuestra compra es un voto, pues con nuestro dinero tenemos la capacidad de apoyar y alentar una forma de hacer negocios por sobre otra, haciendo una declaración de principios. Pero la omisión de esa compra puede ser igualmente poderosa, no solo porque dejamos de entregar recursos a una empresa o iniciativa que no se alinea con nuestros valores, sino que también nos permite tomar distancia y evaluar en primera instancia ¿Realmente necesito esto? ¿Con qué cuento actualmente?
Ya lo dijo Orsola de Castro, “la prenda más sustentable es aquella que ya existe en nuestro clóset”, pero nos preguntamos ¿Qué hace de un clóset uno “realmente” sustentable? ¿Las marcas que encontramos ahí dentro o el uso que hacemos de esas prendas?
Desde una cultura del consumo (qué) a una cultura del uso (cómo)
Estamos acostumbrados a una industria de la moda que nos dice que “debemos tener” (los clásicos “must have”) ciertos ítems temporada tras temporada, pero… ¿Qué pasa si dejamos atrás la idea de una cultura del consumo, y damos paso a una cultura del uso?
En un sistema de la moda basado en el sostenido crecimiento económico, que significa la utilización de recursos y mano de obra, el uso que damos a nuestra ropa es efectivamente un aspecto muy poco o casi nulamente discutido, y con un tremendo potencial de cambio. Invita a que nos sumerjamos en el lado más oculto, menos hablado de la industria de la moda, y convenientemente, en uno donde como consumidores y usuarios tenemos mucho poder, donde no hay necesidad de estrategias de marketing, de grandes acciones corporativas, y que en definitiva, solo depende de nosotras.
Pero ¿por qué es importante hablar del uso de la ropa?
Escala humana: En primer lugar, creo que lo más atractivo es que precisamente son acciones que todxs podemos hacer. Todxs tenemos ropa, usamos esa ropa o tenemos la posibilidad de hacerlo, de volver a poseer realmente lo que tenemos y no al contrario. No significa cambiar el sistema de la moda en su totalidad, pero inevitablemente afecta cómo nos vinculamos con esta industria.
Sujetos de la moda: Por otra parte, nos convierte en algo así como “practicantes de la moda”, es decir, en personas activas que participan conscientemente y día a día utilizando los productos que esta industria vende, no solo como meros consumidores de tendencias, sino como creadores de estilos personales.
Creatividad: Ligado a lo anterior, invita a descubrir nuevos insights, ideas y formas de usar y pensar la ropa que ya tenemos o que ya existe.
Además, porque nos permite cambiar la ética detrás de una prenda ¿Quién no tiene en su clóset una (o varias) prendas de cadenas fast fashion? Quizás hoy sentimos que nuestros valores personales no tienen nada en común con esas marcas, pero eso no significa que deba descartarla para cumplir con un ideal de clóset, pues si uso esa prenda una y otra vez, si la cuido para alargar su vida, si en cada uso disfruto de la historia que hemos construido juntas… ¿no estamos precisamente cambiando el destino de esa prenda?
Por último, nos invita a pensar el uso de la ropa no como un acto solamente individual, sino también colectivo ¿Cómo? A través de nuevas formas de usar y “renovar el clóset” como la herencia o los clásicos préstamos, hasta nuevas formas de encuentro y modelos de negocios basados en el arriendo o intercambios.
¿Esto significa que no puedo comprar nada nuevo? Para nada, creo que seré la primera en apoyar una marca ética si tengo la posibilidad, pues no solo admiro la capacidad emprendedora y pasión que hay detrás de dichos proyectos, sino que reconozco que para mí una prenda/inversión es un tesoro que disfruto muchísimo… pero no es la única manera que construir un clóset más sostenible.
Precisamente porque amamos la ropa (sino quizás no te preocuparía que hoy sea vista como un bien desechable), significa que cada persona debe encontrar la mejor manera de efectivamente usar su ropa: una forma que se ajusta a su realidad, gustos y preferencias. Lejos de homogeneizar, el uso que damos a nuestra ropa es una puerta de entrada a ser más creativas y vestir efectivamente a nuestra medida, honrando nuestros gustos y recursos.
Por simple que parezca, usar, cuidar y amar nuestra ropa no es superficial, es más bien un acto de rebeldía, que invita a apostar por un consumo más responsable y accesible.
Fotografía portada: Amaia Diez para tienda Franca. 2016