En el año ’53 uno de los hermanos de mi abuela regresó de una gira de estudios por Europa de la que trajo varios tesoros (o al menos lo que el presupuesto de un estudiante de tercer año de universidad permitía). En ese tiempo los viajes eran menos comunes y frecuentes que hoy en día y cada uno de ellos se convertía en una verdadera travesía que incluía mar y tierra y varias semanas de duración. Entre las preciadas pertenencias venía una camisa que el tío Domingo, que siempre ha sido un amante del buen vestir, compró en Londres. ¿Qué tenía de especial? Que era ‘inarrugable’.
Ya he mencionado en una columna anterior la promesa de las telas de lavar y usar o ‘wash n’ wear’ y parto esta vez con la anécdota de la camisa porque esta promesa de la perfección explica el por qué el lino es menos popular de lo que, a mi juicio, debiese ser. Según recuerda mi abuela, ella prefería usar telas sintéticas que imitaban el lino por varios motivos, pero fuera del valor por metro o la disponibilidad de telas de lino en esa época ella sigue afirmando que las arrugas son ‘antiestéticas’.
Lo interesante de la experiencia de mi abuela es que representa lo que yo llamo paradigmas de la vestimenta que hoy están en jaque debido, fundamentalmente, a los cambios medioambientales que hacen que fibras como el lino se hagan más necesarias. Cada vez que menciono el lino a propósito del calor y la necesidad de usar materiales que ventilen nuestro cuerpo, la respuesta es mayoritariamente una negativa a propósito de las arrugas que a mí me parecen parte del atractivo del material pues dan cuenta de una naturaleza viva que se relaciona con el cuerpo y el entorno de manera activa, contribuyendo a vincularnos de manera armónica en condiciones hostiles como lo son el calor y la humedad.
¿Qué es el lino? El lino es una fibra vegetal, es decir que proviene de una planta, como el algodón o el cáñamo. La semilla de la planta es la muy conocida linaza de la que se extraen aceite y harina y la fibra se fabrica a partir del tallo de esta planta.
El proceso completo, desde la semilla hasta la fabricación de una tela requieren de muy poca agua pues para el cultivo de la planta basta con el agua proveniente de las lluvias. Además, el ciclo de la planta impacta positivamente el suelo y, a diferencia de otras fibras textiles, se manipulan de manera mecánica para paralelizarlas, es decir que, utilizando fuerza física y no químicos, las fibras del tallo de la planta se “machacan” para así ordenarlas y ponerlas una al lado de la otra de manera ordenada para ir construyendo la hebra del hilado.
Desde hace casi 10.000 años esta fibra está presente en nuestras vestimentas con su característica textura y aspecto arrugado en contextos tan disímiles como servir para las mortajas de los faraones o el dar forma a hogazas de pan artesanal. Las connotaciones que este material tuvo en otros tiempos son poderosos elementos de los que hoy podemos aprender para consumir mejor. En el antiguo Egipto, el uso del lino para vestimenta estaba reservado a los sumos sacerdotes y en ese mismo tiempo, este noble material era venerado refiriéndose a él como ‘luz de luna tejida’. En los países nórdicos, las semillas de lino eran esparcidas afuera de las casas para espantar la brujería, todo bajo el beneplácito de Freja, la diosa de la fertilidad que curiosamente protege la planta de lino (una bella coincidencia que habla por sí sola).
El lino es la fibra natural de mayor durabilidad. A diferencia del algodón, que es la fibra vegetal más popular y por lo tanto más barata, el lino puede mantenerse a través del tiempo en muy buenas condiciones. Es de, tanto así que es el soporte favorito para las pinturas al óleo dada su calidad de material de archivo. Quisiera invitarlos a que revisen alguna prenda que tengan hace tiempo de lino y la comparen con otra de algodón de similar antigüedad. ¿En qué condiciones está? ¿Cómo resiste el paso del tiempo? Creo que en el contexto de consumo actual el escoger materiales que nos permitan reducir los ciclos de recambio de nuestras prendas es fundamental y acá el lino brilla por su durabilidad en condiciones domésticas (lavado con agua).
Hemos hablado antes sobre lo importante que es la piel y lo que ponemos sobre ella. ¡El lino respira! Los hilados que se piensan para vestimenta provienen generalmente de fibras más largas y son, por ende más finos. La ropa es calurosa porque conserva el calor que nuestro cuerpo genera, pero la fibra del lino es hueca, por lo que tiene mayor capacidad de absorción que el algodón y permite que ese calor salga del cuerpo y por lo tanto, la temperatura baje.
Aunque absorbe más agua que el algodón, es más difícil (no imposible, ojo) que al lavarlo y secarlo produzca ese desagradable olor a humedad que aparece en las prendas luego de quedar mal secadas. Esa desafortunada mezcla de humedad estancada y bacterias que hace que muchas veces nuestras prendas huelan a sucio a pesar de haber salido recién de la lavadora, es algo menos probable en el lino que en el algodón ya que, por la forma de su fibra, al secarlo al aire la humedad se evapora más rápidamente. Además, el lino se vuelve más resistente cuando está húmedo, es decir que el deterioro por lavados es mucho menor que en el algodón.
La capacidad de rastrear el proceso de un material terminado hasta su estado más prematuro es la trazabilidad. La asociación de productores de lino europeo (Europa es el continente donde se produce una gran cantidad del lino que se consume en el mundo) tiene un extenso catálogo que permite saber qué campos adhieren a las prácticas de cultivo orgánico y cuáles cumplen con sus exigencias de calidad. Al ser una fibra de origen vegetal, es posible realizar el seguimiento completo de los componentes del material terminado. La asociación europea del lino la denomina como ‘una planta activa que respeta el medioambiente y preserva el suelo -al igual que los cultivos circundantes y la vida salvaje-‘ y destaca la ‘casi nula’ necesidad de fertilizantes y pesticidas para su cultivo (www.mastersoflinen.com).
¿Quién establece que las arrugas son feas? Ya nos referiremos en otra columna al planchado, pero en el caso del lino me parece muy importante mencionar que las arrugas son parte de una textura en particular, es decir que intentar “domesticar” este material con cortes pensados para otras fibras o pretender que se mantenga totalmente liso es precisamente negar la naturaleza del material. La característica aspereza y el tacto más parecido al papel van cambiando con el paso del tiempo pues, a diferencia de otras fibras, el lino se vuelve más suave con cada uso y su color y aspecto evolucionan de manera positiva a medida que lo vestimos y lavamos.
La historia tiene un peso considerable en el consumo consciente, pues apela a la revalorización de materiales cuya presencia se da muchas veces de manera silenciosa en el día a día. No muchos materiales pueden jactarse de ser testigos de la civilización humana desde sus orígenes, el lino es una de ellas. Velas de barco en Europa, mangueras de bomberos en Japón y billetes en Estados Unidos son algunos de los usos destacados a lo largo de la historia que ha tenido y sigue teniendo este noble material, no solo restringido a la vestimenta. En nuestro país la industria insignia de telas de lino fue la Sociedad de Linos La Unión que comenzó a funcionar en el año 1932 y cerró sus puertas en el año 2004 según consta en www.fundacionfuturo.cl
Quisiera invitarlos a descubrir esta fibra natural. Hoy, afortunadamente, vemos más prendas que incorporan el lino y utilizan su característica textura como parte del lenguaje de diseño de las prendas. Mis telas favoritas son mezclas de lino con otras fibras naturales, pues como materiales compuestos, explotan lo mejor que tiene cada uno de los componentes en pos del comportamiento de la estructura final, pero tal como en todo el mundo textil, hay una infinidad de grosores y aspectos de telas que debemos explorar. Lino irlandés, italiano, francés, japonés, todos se ven y se tocan distinto por provenir de zonas geográficas distintas.
Si aún no se convencen o están dudosos de por qué deberían usar más lino este verano, los invito a ver el hermoso documental Be Linen (subtítulos en inglés) que al menos a mí, me deja suspirando cada vez que lo veo ¡Que lo disfruten!
Imágenes: Zurita SS 18 / Jonas Tana / Museo Metropolitano de Nueva York / Walther Otto Müller (1896) – Wikipedia