La agencia de tendencias TrendWatching ha destacado como una de las 5 principales tendencias de consumo 2019 el open source o código abierto, indicando que cada vez son más las empresas y organizaciones que se suman a compartir y entregar de forma gratuita ideas e innovaciones que permiten solucionar y reflexionar sobre los actuales desafíos a los que nos enfrentamos. ¿Lo mejor? Que la sustentabilidad se ve completamente beneficiada por esta tendencia, y es que esta mirada no sólo permite entregar la respuesta a diversos problemas, sino también reflexionar sobre éstos y hacer de esas soluciones el nuevo estándar de la industria al compartirla con otros.
De acuerdo al sitio web opensource.com el código abierto se refiere a algo que “puede ser modificado y compartido porque su diseño es accesible para todo el público”. En sus inicios, el término tenía relación principalmente con el desarrollo de softwares como Linux o WordPress, pero hoy en día éste ha tomado una visión más amplia, the open source way, y que tiene relación con compartir «cómo la forma de código abierto puede cambiar nuestro mundo de la misma manera que el modelo de código abierto ha cambiado el software».
Grandes compañías como McDonald’s o Starbucks buscan sumarse a esta mirada de open source a través de desafíos abiertos para desarrollar vasos completamente reciclables y compostables (aunque esto no deja atrás la lógica lineal de “tomar, hacer, tirar”, pero ese es otro tema) u otras como NextWave Plastics, donde compañías como HP e IKEA trabajan colaborativa y abiertamente con el objetivo de recuperar, reutilizar y reducir el plástico que termina en los océanos.
Una moda más colaborativa
La industria de la moda también ha tomado pasos en esta dirección, y aunque los mayores detractores del código abierto podrán temer por compartir información con sus competidores, es precisamente ese acto colaborativo el que sus partidarios defienden. “Los partidarios dicen que este enfoque permite a las empresas de moda crear versiones personalizadas de aplicaciones y software para usos como el servicio al cliente en línea y los sistemas de pago. Los defensores dicen que una mentalidad de código abierto también fomentaría la colaboración y facilitaría a las compañías unir recursos para abordar problemas como la sostenibilidad” señala el medio Business of Fashion ¿Interesante, no?
Pero una mirada open-source pueden ser mucho más que softwares y tecnología que suena a idioma extraño, pues como mencionamos la colaboración es un pilar fundamental de esta tendencia y es así como diversas marcas han optado por compartir información que puede beneficiar a muchos, o ir aún más lejos y compartir el patronaje de sus prendas para que sus usuarios y consumidores puedan hacerlas en casa. Un ejemplo de este approach es el desarrollo por parte del grupo Kering de la app My EP&L (Environmental Profit & Loss account), que permite a otras empresas, diseñadores o curiosos estimar el impacto de la cadena de valor de éstos.
Y si volvemos los ojos al territorio nacional, recordamos que en nuestra edición 02 les contamos sobre Fab Lab Santiago, primer laboratorio independiente en Latinoamérica perteneciente a la red mundial de Fab Labs, dentro del cual se encuentra el área Open Textiles, liderado por la diseñadora Camila Ríos. Dentro de los proyectos en desarrollo de encuentra “Economía Circular Textil”, el cual “consiste en la creación de un sistema compuesto por una serie de máquinas -no industriales- para reciclar textiles en desuso. Esta máquina será de código abierto, quiere decir que sus planos serán descargables en internet para libre uso, potenciando la apertura al mercado a pequeñas industrias locales”.
Si bien un enfoque open source permite la comercialización de aquello que se está compartiendo, nos parece un guiño en esta dirección el que la marca de diseño de autor nacional Sisa ha hecho con la campaña #SISAmadebyme, en la cual comparten bajo la licencia Creative Commons el patrón de una de sus prendas más clásicas y atemporales, el Top corto. Así, invitan a sus clientes y seguidores a descargar la información y animarse a realizar dicha prenda con sus propias manos.
Acostumbrados a la rapidez del fast fashion, esta acción busca por una parte generar conciencia en torno al tiempo y procesos que implica confeccionar una prenda, pues “A simple vista la prenda puede parecer simple, pero la forma, sus proporciones y medidas han pasado por un proceso largo de prueba y error. En esto reside el valor de compartirla” y agregan que “el hecho de compartir la información y el conocimiento, crea un círculo virtuoso, en que cada uno puede sumarle algo que reversione o mejore el resultado”.
Otro ejemplo de este mismo acercamiento lo evidencia el colectivo holandés Post Couture quienes, además de promover un modelo on demand, venden junto a sus prendas un kit DIY que incluye las instrucciones de ensamblaje y un link descargable con el patrón de dicha prenda, permitiendo el consumidor re-hacer cuántas veces quiera y en los materiales o colores que desee una nueva prenda hecha por sí mismo. Además, cuentan con una sección llamada DIY donde sólo venden los patrones descargables y para campañas como Fashion Revolution se han sumado con acciones com liberar dicha información por tiempo limitado.
Nos queda claro que algo interesante está sucediendo, que un modelo colaborativo está tomando forma y que, si tomamos en cuenta sus grises, nuevos modelos de negocio pueden dar solución a problemas que ya nos acompañan hace tiempo.
¿Qué te parece esta tendencia? ¿Qué hace falta para que más diseñadores y marcas locales se sumen a ella? ¿Conoces más casos? ¡Conversemos al respecto!
Imagen destacada vía Post Couture