Nuevos paradigmas sobre la formación, percepción y el hacer moda

por | Mar 22, 2022

¿Cómo sé está formando a las y los diseñadores de moda en Chile?

Durante el 2021 a nivel global, según Google Trends, se alcanzó el máximo histórico en búsquedas de conceptos como “sostenibilidad”, seguido por “cambio climático”. Por otro lado, el concepto “moda sostenible” ha tenido un incremento sostenido desde el año 2016 a la fecha, siendo julio de 2020 cuando alcanzó abruptamente su máxima frecuencia de búsqueda en el mundo. 

Lo anterior, hace evidente la llegada de grandes cambios, tanto en el perfilamiento de consumidores de moda, como en sus motivaciones y hábitos de compra. Y también drásticos cambios en la industria, sobre todo en la manera de hacer y vender moda. 

Este fenómeno de repensar y adaptar el “sistema moda” no es novedad. A lo largo de la historia, es posible reconocer dramáticas interrupciones a lo “establecido”. Recordemos lo que sucedió en los 50’s con Pier Cardin y la vanguardista instauración del *prêt-à-porter, innovación que provocó su inmediata expulsión de la Cámara Sindical de Alta Costura de París, pues democratizó el buen diseño, masificando su producción y permitiéndose llegar a nuevos segmentos socioeconómicos de la sociedad.

Esta convicción democrática del diseñador, modificó no sólo el mercado del diseño de autor o de alta costura, sino que también la manera en que se ideaba, proyectaba, producía y comunicaba la indumentaria. Hoy, su visión no nos parece ninguna novedad, pues así concebimos la industria, mientras que a él, le generó un patrimonio estimado de 600 millones de euros, según el ranking Forbes 2018, y más de 30.000 piezas de diseño en el archivo de la marca.

Otro gran cambio digno de destacar en una fugaz retrospectiva de la moda, es el “Antifashion” que caracterizó los 90’. La austeridad en la indumentaria, la síntesis visual de la antropometría humana, o incluso, la desproporción del cuerpo como contrarespuesta a la proliferación de nuevas clases sociales —sobrediseñadas, a sus excesos y a sus nuevas planificaciones urbanas que imponían sociedades más desiguales y menos dinámicas— es lo reconocible en este periodo. 

La reducción de la paleta cromática, la evidencia de un “proceso en construcción” como resultado en las terminaciones de las prendas, la reformulación de la silueta, la postura desenfadada del maniquí y la desvinculación total en tiempo y espacio de la tendencia, del mainstream, creo que representan fidedignamente las ansias de oponerse a lo establecido y establecer un cambio. 

En ambas situaciones, son indiscutibles las modificaciones al “sistema moda” propuestas por los mismos diseñadores. Esta capacidad creativa, narrativa y de observación del entorno es lo que invita a preguntarse:

¿Constituye entonces un desafío mayor el hecho de reformular y repensar la industria cuando el cambio surge a partir de la demanda del consumidor, de las nuevas necesidades de las sociedades contemporáneas y no de los propios diseñadores?

Tratando de buscar una respuesta, es que me obligo a enlistar las necesidades evidentes que tenemos en la actualidad y futuro inmediato para quienes formamos a los nuevos diseñadores de moda, en función de los últimos sucesos que han transformado nuestra sociedad y en tanto la industria. 

En primer lugar, el cambio climático es una realidad insoslayable y que hoy, incluso en Chile, obliga a rediseñar la industria desde la óptica productiva y a los productores a responsabilizarse de las implicancias medioambientales que genera la actividad de su negocio. Es prioritario adecuar entonces los proyectos curriculares en función de los nuevos marcos regulatorios nacionales e internacionales.

En segundo lugar, la emergencia sanitaria obligó también a revisar exhaustivamente las matrices productivas de los países y sobre todo a repensar la cadena de valor de la industria de la moda, dado que el efecto económico en la industria mundial se traduce en una pérdida de más de 1.500 millones de dólares según la ONU, que sólo en exportaciones tuvo un impacto asociado de 50.000 millones

La crisis pone en evidencia la precariedad de la industria de la moda rápida (principalmente), generando una dependencia total con la cuna del Covid-19. «La gran mayoría de ciertos productos sólo se hacen en China; nos volvimos muy dependientes y permitimos que sucediera porque era rentable», afirma Gary A. Wassner, CEO de Hilldun Corporation y presidente de Interluxe.

Dicha rentabilidad pasada, hoy trajo costos muy altos que la moda debe asumir y que, a nivel local, repercute indiscutiblemente en una falta de suministros por la ausencia de una política de desarrollo sostenible. Toda cadena productiva en Chile, vinculada a la confección de indumentaria, se ve afectada al no ser un país productor de textiles ni de insumos o materias primas, siendo incluso, mayoritariamente una industria de moda lenta. 

Sumado a lo anterior, otro desafío que creo imperativo es formar diseñadores capaces de identificar nuevos ámbitos de acción profesionales, que permitan la generación de productos y servicios que satisfagan las necesidades pendientes de los productores nacionales.

CAPITAL DE INVERSIÓN

Las pérdidas asociadas a la falta de ingresos por venta de producto, son sólo una cara de la moneda, pues la otra cara no es evidentemente visible. Esto da paso al tercer desafío de esta reflexión, se requiere el capital de inversión que la industria ha tenido que desembolsar por dos propósitos; el primero, lograr el funcionamiento remoto al interior de las empresas y fábricas; y segundo, llegar a sus clientes finales desarrollando cadenas logísticas online antes no contempladas, eficientes y rápidas, ya que la inmediatez es algo que demanda fuertemente el consumidor actual. 

Asimismo, la industria ha tenido que rediseñar las estrategias comunicacionales y se ha visto obligada a implementar propuestas de valor conscientes, inclusivas y responsables, con el objeto de generar contenido relevante y establecer así una relación permanente en el tiempo con el consumidor. Razón por la cual, los proyectos formativos deben incorporar contenidos tanto de comunicación y mercadotecnia de manera importante en sus currículos.

RESPONSABILIDAD SOCIAL

Finalmente, pero no menos relevante, es que los proyectos académicos posean una sólida formación ética y que promuevan el pensamiento crítico y la responsabilidad pública, incorporando un porcentaje no menor de contenidos asociados al ámbito jurídico del ejercicio disciplinar. Tópicos como la apropiación cultural, derechos de autor  y propiedad intelectual no han sido ámbitos de estudios propios del diseñador tradicionalmente, sin embargo, se torna relevante incluirlos en su proceso formativo.

Hoy, más que nunca, el escrutinio público es determinante para el éxito de una marca. Esto se hace evidente con el conflicto bélico que está viviendo Ucrania. Ha sido bastante cuestionada la lenta reacción de las marcas de lujo frente al conflicto, pues aún cuando agradecemos los “gestos creativos” como el desfile en absoluto silencio de Giorgio Armani en Milán, o la pasarela performática de Balenciaga en plena tormenta, aún no vemos decisiones estratégicas reales en las relaciones transaccionales con Rusia.

Foto: Desfile Endémico de DMG UDD, 2021.

*“Prêt-à-porter”: expresión francesa que significa textualmente Listo para llevar. Se refiere a las prendas de moda producidas en serie con patrones que se repiten en función de la demanda; es por tanto la moda que (con diferentes calidades y precios) se ve en la calle a diario.

Diseñadora Industrial, Máster en Dirección de Marketing. Académica especializada en Interactive teaching for deep learning, Harvard University y en Fashion Textiles, Naba-Milán. Directora de Moda y Gestión UDD.

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