Es posible que tengamos la noción general de que es mejor apoyar al diseño local que comprar en grandes cadenas. Pero ¿por qué exactamente es así? ¿Cuál es el impacto de preferir lo local?
Al hablar de “preferir” o “apoyar” el diseño local, no hablamos necesariamente de comprar. Sabemos que muchas veces la compra más responsable es la que no se hace. Pero si ya estamos en busca de algo, preferir lo local se trata de considerar primero el producto nacional antes que cualquier otro. Es decir, empezar la búsqueda por ahí, y priorizar escoger un objeto alineado con nuestros propios valores.
Me atrevería a decir que los negocios locales suelen tener una inclinación hacia favorecer el consumo responsable antes que vender por vender. Por tanto, a diferencia de las grandes cadenas, su objetivo no tiende a ser simplemente vender a toda costa, sino procurar que la persona se lleve, a conciencia, algo que realmente le guste o necesite y que vaya a atesorar por mucho tiempo o regalar con orgullo.
Invertir nuestro dinero y nuestro tiempo en favorecer a marcas que creen lo que nosotros creemos y que promueven lo que queremos que exista en el mundo vale mucho más la pena desde un punto de vista ético.
Ahora bien, ¿cómo concretamente afecta apoyar o no a los negocios locales?
Entre los beneficios sociales, económicos y ambientales de comprar local está que:
Genera trabajos locales. Las pequeñas marcas son fuentes de trabajo para personas de la misma ciudad, comuna o alrededores de donde hacen su producción. Si una marca local empieza a crecer, es posible que con el tiempo contraten a nuevas personas, y como su producción es local, también lo será la mano de obra. Por tanto, al comprar local aumentamos la probabilidad de generar plazas de trabajo para las personas que nos rodean, como nuestros vecinos, colegas, familiares, amigos, residentes de nuestro barrio, etc.
Mejora la economía local. Comprar diseño local promueve, en principio, que los impuestos generados por esas ventas sean reinvertidos en la misma localidad, resultando en una posible mejora para las respectivas comunidades donde se encuentran ubicados estos negocios. Si compramos en una pequeña tienda de ropa, por ejemplo, suscitamos mejoras en su negocio y aumentamos su disposición a desarrollarse o crecer, y eso eventualmente puede ayudar a que su espacio o su barrio se aprecien o sean mejor valorados.
Reduce el impacto ambiental. Si compramos un objeto que fue hecho en nuestra misma ciudad, por ejemplo, con materiales que se dan cerca de ahí, los viajes que hacen las materias primas serán mucho más cortos versus si compramos algo que fue hecho en Canadá con materiales de India. La misma lógica aplica para el consecuente viaje que hará el producto terminado hasta nuestra casa, por lo que no es igual que se haya hecho a 20 minutos de nosotros versus que se haya hecho en Bangladesh y luego se haya exportado a Chile para venderse en una gran tienda y posteriormente transportarse a nuestra casa. Todos los traslados implican una serie de emisiones de gases de efecto invernadero que se ahorran o reducen si preferimos productos hechos más cerca de nosotros: menos vuelos, menos viajes en barco, menos camiones, menos congestión de tráfico, menos traslados en general, menos contaminación.
Aumenta la diversidad cultural y creativa. Imaginemos un barrio donde no hay nada más que grandes cadenas. ¿Es ese un lugar por donde quisiéramos circular? Cuando vamos de viaje solemos valorar los barrios con historia y carácter, preferimos los pequeños puestos de comida local hecha con ingredientes de la zona o las pequeñas librerías o las tiendas de ropa hecha en esa ciudad. Esa es la misma perspectiva que podríamos aplicar para observar lo que sucede en la ciudad donde vivimos: valorar lo que nos gusta que exista cerca de nosotros y los negocios que consideramos que les dan vida a los barrios de nuestra ciudad. Al existir una oferta de productos hechos localmente, crece con ellos la diversidad creativa, cultural y comercial de nuestras comunidades.
¿Qué quiero que siga existiendo en mi comunidad?
Ahora que muchas tiendas permanecen cerradas debido a la actual crisis por la pandemia, vale la pena preguntarnos: ¿qué es lo que quiero que siga existiendo en mi barrio o en mi ciudad cuando todo esto pase? ¿Qué es lo que perdería mi comunidad si dejaran de existir los almacenes de muebles hechos a mano, las tiendas de objetos, ropa o zapatos hechos en Chile?
Es quizás intenso hacerse esos cuestionamientos, pero creo que el ejercicio es útil. Muchas veces damos por sentado (me incluyo totalmente) el poder visitar ciertas tiendas que venden marcas locales, pero no siempre logramos traducir esa sensación en un estímulo real para esas marcas. Es decir, si reconozco que hay ciertas tiendas que quiero que sigan existiendo en el futuro porque aportan diversidad a mi comunidad o generan trabajo para las personas de mi barrio y promueven un oficio o una industria nacional, ¿cómo puedo mejorar el apoyo que les doy para incentivarlas a seguir haciendo lo que hacen?
Formas de apoyar el diseño local (que no necesariamente implican comprar)
Comprar, como hemos dicho, no es la única forma de apoyar. Si optamos por no adquirir algo en un momento determinado, recordemos que hay una serie de formas de apoyar al diseño local que no implican comprar. El apoyo a las pequeñas marcas locales puede darse de una serie de maneras, como lo mencionábamos junto a SISA en su reciente campaña #ConsideraLocal:
Algunas
formas directas de mostrar apoyo son:
– Comprar algo que ya teníamos en mente
desde antes.
– Comprar una gift card para seleccionar algo más adelante (y darle flujo
de caja a la marca ahora).
– Hacerle un regalo de una marca local a alguien con quien queremos tener
un detalle.
Y si no estamos en posición de comprar, algunas formas indirectas (pero no por eso menos valiosas) de apoyar son:
– ¡Correr la voz! Si nos gusta una marca local pero no podemos comprar ahora, quizás podemos contarles a nuestros conocidos lo que nos gusta de ella, para que ellos la tengan en mente cuando estén buscando algo de esa línea.
– Mantenernos conectados con la marca: suscribirnos a su newsletter, ver y compartir sus publicaciones en redes sociales, comentar en sus fotos, etc. Expresar apoyo a sus esfuerzos seguramente será bien recibido.
– Si es que decidimos comprar algo, tener paciencia con los envíos o los tiempos de respuesta que podrían tardar un poco más de lo habitual.
Bonus: ¿Cómo me favorece a mí el diseño local?
Preferir productos locales trae consigo, además de todo lo mencionado, una serie de pequeños beneficios en las opciones de compra y el acceso personal, como:
Diseños únicos. Poder comprar (o simplemente conocer) un objeto hecho de forma local nos da acceso a un oficio o forma de hacer específica de esa parte del mundo, o una manera especial de trabajar ciertos materiales. Es decir, suele tratarse de objetos particulares y con pocas unidades existentes, por lo que tener la opción de comprar una prenda u objeto del que solo existen 50 piezas, por ejemplo, puede ser muy especial.
Mayor transparencia. Si un objeto de diseño se produce cerca de nosotros, aumentan las probabilidades de que la marca nos pueda transmitir exactamente cómo está hecho. Esto promueve una industria nacional del diseño mucho más transparente y trazable.
Tendencia a la sustentabilidad. Si lo que estamos buscando es reducir nuestro impacto ambiental y social, preferir la oferta local podría facilitarlo. Ahora bien, cabe aclarar que local no es un sinónimo intercambiable de sustentable, y el hecho de que una marca sea local tampoco garantiza que esta será sustentable. Esto último requiere un compromiso no solo con el lugar de producción sino también con la procedencia y composición de los materiales, y una responsabilidad con quiénes, cómo y en qué condiciones se hacen los productos. La idea de apoyar lo local se vuelca más bien en preferir a las marcas que finalmente, de una u otra forma, nos dan garantía de sus buenas prácticas.
En lo ambiental, tienden a haber menos traslados: del material (aunque en el caso de la moda en Chile, por ejemplo, las telas casi siempre son importadas dado que no existe una industria textil nacional), del objeto terminado, de los largos recorridos para el envío, etc. También puede haber menos packaging involucrado si es que hay menos etapas de despacho. En definitiva, cuando preferimos lo local, todas las pequeñas acciones de la marca se ven reflejadas en nuestra elección y aportan a que no aumentemos nuestra huella de carbono personal.
Trato más personalizado. Al inclinarnos por el diseño local lo más probable es que tengamos contacto directo con el equipo que crea estos productos. En una marca muy grande la posibilidad de hablar directamente con los diseñadores es muy remota. En cambio, en una marca local es posible que los mismos diseñadores estén a cargo de responder preguntas, leer comentarios y estar atentos a las necesidades de sus clientes. Si nos volvemos visitantes regulares, es posible que empiecen a conocer nuestros gustos, tallas o preferencias, y que generemos un ambiente de entendimiento y comunidad con las personas que están detrás de las marcas locales que nos gustan.
Productos creados para durar. Las marcas gigantes, en su deseo de vender enormes cantidades para obtener mayores márgenes, podrían confeccionar sus productos con materiales menos durables o hacerlos demasiado supeditados a las tendencias con la idea de hacer que la persona se deshaga de lo que compró la temporada anterior y vuelva a comprar más seguido. En cambio, una marca de diseño local tenderá a crear productos atemporales que duren muchos años (y ojalá toda la vida), porque su prioridad tiende a favorecer las compras inteligentes, no las compras compulsivas recurrentes.
Hacer lo posible para que sigan existiendo marcas que buscan crear intencionalmente productos durables ayuda a promover que los productos que circulen por nuestra comunidad sean de mejor calidad y posibilita que sean hechos de manera responsable. Apoyar lo local pone en valor los oficios y esfuerzos de las personas que dedican su tiempo a crear piezas útiles, eternas y memorables.