Los y las consumidoras hemos cambiado, y esperamos que las marcas también lo hagan. Hoy, no esperamos que una marca de moda sólo venda sus productos, sino que también muestre y demuestre una posición clara sobre los temas políticos, sociales y medioambientales que se toman la agenda global. Que asuman su responsabilidad por su contribución o aporte al problema, pero sobre todo a la solución.
El 2020 reventó la industria textil en todos sus extremos. Los primeros meses de pandemia y las largas cuarentenas hicieron caer las ventas entre un 27 a un 30% y el 90% de los beneficios de las empresas del sector, según un cálculo de la consultora McKinsey. Muchas grandes marcas europeas y americanas, para proteger su liquidez, retrasaron, suspendieron o directamente cancelaron órdenes de compra a sus cadenas de suministro, dejando a millones de trabajadores y trabajadoras en una brutal crisis social y económica, según datos de la organización Workers Rights Consortium.
Hace 9 días y en pleno “mes de la moda”, Rusia inició un ataque bélico hacia Ucrania. Los ojos del mundo de la moda se encontraban centrados en las pasarelas de Milán, para luego seguir hacia París y dar cobertura a lo presentado en las reconocidas Fashion Week o semanas de la moda.
Frente al actual escenario, el ánimo no ha sido el mismo y se nos hace inevitable preguntar y preguntarnos: ¿Qué rol debería jugar la moda en medio de esta crisis? Y como consumidores ¿deberíamos presionar a nuestras marcas favoritas tener una posición frente al tema?
Diversas marcas, plataformas, modelos e influencers han alzado su voz. Rechazando de plano la invasión rusa, tomando medidas y congelando relaciones. Algunos ejemplos de ello han sido:
Tsum Kyiv, uno de los mayores almacenes de lujo ucraniano, ha pedido a la industria de la moda que deje de comercializar con Rusia. «La industria de la moda tiene que levantarse. Dejar de comercializar, dejar de suministrar a Rusia. Detener sus relaciones con Rusia», ha señalado Marusya Koval, directora de marketing de la compañía.
A este llamado también se ha unido la diseñadora ucraniana Lili Litkovskaya, que actualmente se encuentra en París, quien ha convertido su showroom en un escaparate para otros talentos ucranianos e instando a la comunidad de la moda en París a unirse por la paz.
El primero de marzo la revista online e impresa 1 Granary publicó una carta abierta a la industria de la moda, solicitando que utilicen su enorme poder para reclamar sanciones fuertes contra Rusia, otorgar ayuda económica a organizaciones que se encuentran trabajando en Ucrania y además, utilizar sus plataformas para ampliar los recursos.
Si bien en tiempos de crisis, la moda puede ser vista como algo frívolo o no esencial, la verdad es que en ella radica un poder que pocas industrias más tienen, ha señalado la fundadora y editora general de la plataforma, Olya Kuryshchuk.
A partir de este jueves 3 de marzo grandes marcas han escuchado el llamado y se han unido a la acción de manera pública. La marca de lujo británica Burberry anunció la suspensión de todos sus envíos de productos a Rusia «debido a problemas operativos», además de otorgar ayuda a la campaña “Ucrania está en crisis” de la Cruz Roja Británica (British Red Cross Ukraine Crisis Appeal).
Balenciaga ha donado dinero (suma no revelada) al programa mundial World Food Program, mientras que Gucci ha enviado 500.000 dólares a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Por su parte el conglomerado Kering también hizo una donación a ACNUR, aunque no se reveló la suma precisa. Caso contrario ha sido lo realizado por su “archirival”, el grupo francés LVMH, quien anunció públicamente —y en todas sus plataformas— una donación de 5 millones de euros para apoyar al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en su trabajo en favor de las víctimas directas e indirectas de la guerra en Ucrania.
El grupo OTB Group de Renzo Rosso —propietario de las marcas Diesel, Maison Margiela, Marni, Viktor & Rolf, Jil Sander y Amiri—, por medio de su fundación, anunció en los últimos días que también han apoyado a la ACNUR y así también lo ha publicado la Camera Nazionale della Moda Italiana (CNDM).
Por otra parte, marcas como la danesa Ganni se han mostrado más firmes en su posición. Sus fundadores donaron 100.000 coronas (aproximadamente 15 000 dólares) al Danish Refugee Council y la compañía se está alineando con las sanciones internacionales y congelando todo el comercio con Rusia, además de alentar las donaciones dentro de su comunidad. Una línea similar ha tomado la marca húngara Nanushka.
Swatch Group AG —dueños de Omega, Longines y Tissot— han suspendido sus envíos de productos a Rusia. “En Swatch Group estamos monitoreando y analizando la situación muy de cerca. Por el momento, hemos suspendido nuestras exportaciones a Rusia”.
¿Y qué pasa con la moda rápida y streetwear?
H&M anunció la suspensión temporal de sus ventas en Rusia y Nike eliminó la venta online de sus productos en el país. Adidas por su parte este martes informó que “había interrumpido su asociación con la Unión de Fútbol de Rusia”, a la luz del actual conflicto en Ucrania.
Un movimiento que también ha sido seguido por marcas como la española Mango, la británica Asos, quien ha señalado vía Twitter que “hemos observado con horror e incredulidad los impactantes acontecimientos en Ucrania. Hemos llegado a la conclusión de que no es práctico ni correcto seguir comerciando en Rusia”.
El grupo danés Bestseller —propietario de las marcas de moda Vero Moda, Jack & Jones y Only— también se ha sumado, y es de esperar que la lista continúe.
Como mencionamos, este conflicto bélico estalla en medio del mes de la moda, y aunque las clásicas capitales de la moda siguen operando, el “Mercedes Fashion Week Rusia” ha cancelado su programación, prevista para realizarse en Moscú del 16 al 20 de marzo. Los organizadores dicen que la decisión fue «obvia» y que están «operando apropiadamente» en respuesta a la situación.
Donaciones, cerrar sus operaciones, levantar la voz y condenar la guerra, ¿Cuál debería ser la posición de una de las industrias más poderosas a nivel global? ¿Puede la industria de la moda desconocer su injerencia cultural y económica frente a un conflicto de estas características? ¿Cómo hacerlo adecuadamente, sin parecer oportunista y superficial?
La moda tiene algo que decir, de eso no nos cabe duda, y nosotras como consumidoras y consumidores también debemos ser parte de esta discusión.
Texto original por Javiera Amengual
Chequeo de información por Pilar Uribe
Imagen de portada vía Vogue Magazine