Hablar de las estaciones del año me emociona. Es que de una y mil formas aprendo y además, veo muchas similitudes entre los acontecimientos del huerto y mi propia vida.
El huerto y sus estaciones me recuerdan a las emociones, las que deben ser tomadas como olas del mar que vienen y van. Como corrientes de agua, con las cuales no podemos ir en contra. Hay que conocer las estaciones, aprovecharlas, aceptarlas y dejarlas fluir.
No siempre nos gusta el frío, a veces nos desespera el calor, en dónde yo vivo (Los Cabos, México), por ejemplo, la temporada de huracanes es complicada. Los fuertes vientos de septiembre, junto a las lluvias torrenciales y los huracanes con los cuales debemos lidiar cada año, nos traen ese panorama gris, donde nada crece y mucho muere, lo que nos hace reflexionar sobre la vida: tomar lo mejor de cada época del año y simplemente vivirla y transitar en ella con resiliencia, aprendiendo cada año a vivirla de la mejor manera posible.
En el huerto los tiempos son sagrados, son precisos. Hay semillas que sólo germinan con frío, mientras que otras solo lo harán con más calor.
La naturaleza nos enseña a ver la vida desde distintos ángulos, con diferentes perspectivas y con gamas y abanicos anchos, llenos de texturas y diversidad de colores. Porque así es la vida, a la que siempre vemos desde el sentir que queremos, tenemos o podemos, pero que siempre cambia, que siempre se transforma, que nunca empieza y acaba, solo camina y está para que la tomemos, aprendamos, transitemos y nos conozcamos. En el huerto pasa igual, necesitamos transitar por todas las estaciones.
Entender y conocer la temporada de tus semillas es importante, y puedes aprender mucho de ti observando todo lo que pasa en las diferentes estaciones del año, ya sea con tus semillas, plantas y huerto.
Sembrar semillas o trasplantar fuera de temporada expondrá a tus plantas a condiciones climatológicas para las que no están diseñadas, y las plantas por más esfuerzo de adaptabilidad que hagan, lo más seguro es que se enfermen, se debiliten y mueran.
Paso a paso: cómo germinar, plantar y ver florecer
Es importante que consideres los tiempos de germinación y crecimiento de tus plantas. Éstas pueden ser trasplantadas hasta que tengan cuatro hojas verdaderas, las que deben estar formadas completamente y disponibles para cortar. Si no tienen estas condiciones, es mejor dejarlas crecer en almácigos. La mayoría de las semillas tardan de 10 a 12 días en germinar, y entre tres semanas a un mes para convertirse en plántula y así, poder ser trasplantadas.
En septiembre comienza la primavera en el hemisferio sur, y con ello vienen grandes oportunidades para iniciar tu propio huerto. Si vives en el hemisferio norte también es excelente temporada para sembrar tus semillas y empezar a prepararte para tener plantas listas para finales de octubre y principios de noviembre.
Ten en cuenta que todas las plantas necesitan mucha luz, como mínimo unas seis horas diarias. No olvides mantener siempre húmedo tu sustrato, y regar la base y nunca desde arriba. Hazlo siempre en las horas de menos sol y calor e intenta ser constante en la cantidad y frecuencia, ya que las plantas se adaptan.
Para germinar semillas debes recordar que tu sustrato debe tener buena textura, y un buen balance de nutrientes. Es importante que tu sustrato permita una buena filtración y porosidad. Por ello, te recomiendo utilizar, para la germinación de tus semillas, una mezcla de 25% composta, 25% tierra negra y 50% de fibra de coco.
A la hora de sembrar tus semillas recuerda sembrarlas a una profundidad de 2 veces el tamaño de la semilla, si siembras demasiado profundo la semilla nunca germinará. Las semillas no necesitan luz para germinar, una vez que salió el primer brote es importante que tus almácigos reciban un mínimo de cinco horas de luz solar.