Hay dos tipos de personas: las que creen que la tecnología nos controla y las que creen que los humanos controlamos a la tecnología. Lo primero se llama determinismo tecnológico, me acuerdo de haberlo estudiado en la universidad, creo que a propósito de la experiencia de usuario o la cultura visual de las redes sociales. La cosa es que yo tiendo a suscribir a esa corriente, y el documental The Social Dilemma solo me reforzó esas sospechas.
Estrenado a principios de este año en Netflix, este documental revela por qué la adicción a las redes sociales no es una casualidad. Muestra entrevistas con una serie de ex ejecutivos de Silicon Valley, expertos, programadores, diseñadores de interfaz y creadores de hitos de las redes sociales –como el inventor del botón ‘Me gusta’ en Facebook–, quienes dan su testimonio sobre cómo fueron creadas las redes sociales. Aunque en sus inicios muchas de ellas partieron con la meta aparentemente inocente de conectarnos y facilitar el contacto y la comunicación, algunas de los features fueron cobrando vida propia y causando severas consecuencias fuera de las mismas redes sociales, en la vida real y tangible.
Por ejemplo, el inventor del botón ‘Me gusta’ comenta que este fue inicialmente diseñado para esparcir buena onda y crear comunidad, pero pronto se convirtió en una métrica sobre lo que las otras personas aprueban o no. Se menciona en el documental que hoy en día hay varios estudios que conectan el peso que se le da a los likes con la depresión y ansiedad en niñxs y adolescentes cada vez más jóvenes.
Lo que los testimonios de este documental están determinados a exponer es que cualquier comportamiento adictivo no es una falta de voluntad personal, sino que es parte del diseño mismo de las redes sociales. Las cosas que sentimos que no podemos dejar de hacer fueron diseñadas así por estas grandes empresas, cuyo modelo de negocio transa con la atención de las personas y la vende a grandes compañías que buscan hacer publicidad dirigida.
Otro tema central en The Social Dilemma es la sofisticación de los algoritmos que están detrás de las redes sociales. Describe cómo todo el input que le damos (solo al usarlas) sobre lo que nos gusta, lo que vemos, a quién seguimos, el tiempo que invertimos, los alimenta a tal punto en que pueden llegar a predecir cuándo, cómo y qué nos gustará y atrapará nuestra atención. Esto les permite a los algoritmos influenciar levemente nuestros gustos y comportamientos, y recomendarnos más videos y posts similares para mantenernos en una cadena de consumo de contenido cada vez más larga y sostenida. Recordemos: el objetivo de estas empresas es mantener y vender nuestra atención. El scroll infinito y las notificaciones están pensadas especialmente para esto.
Hay un par de citas que marcan distintas temáticas del documental que me han dejado pensando aun semanas después de haberlo visto. Una es: “Si no estás pagando por el producto, tú eres el producto”. Y otra: “El producto son los cambios imperceptibles, ligeros y graduales en nuestro comportamiento y percepción”. Los usuarios creemos que somos los clientes de las redes sociales. Pues, la realidad es que los vendedores son las empresas multimillonarias como Facebook, Instagram, Twitter o el mismo Google; los clientes son las empresas que pagan por publicidad; y nosotros somos lo que está a la venta. Queda claro con ver The Social Dilemma que las redes sociales activamente buscan influenciar los comportamientos de los usuarios, es decir, implantar cambios muy sutiles en lo que nos gusta y lo que hacemos, con el fin de favorecer a sus clientes, los anunciantes.
Los temas más agudos que se tocan en las entrevistas de este documental son: el impacto de las redes sociales en la democracia, la polarización social y la salud mental. “Nunca en la historia 50 diseñadores han tomado decisiones que impacten a dos mil millones de personas”, dice Tristan Harris, un ex ético de diseño en Google, quien hoy trabaja concienciando sobre el trasfondo de las redes sociales.
El director de este documental es Jeff Orlowski, quizás conocido por el documental Chasing Coral, sobre un equipo de buzos, científicos y fotógrafos que registran la desaparición de los arrecifes de coral en el mundo.
Al final del documental los expertos entrevistados hacen un par de recomendaciones a los usuarios: desactivar las notificaciones, elegir expresamente lo que uno consume para no caer en los loops de recomendaciones del algoritmo, limitar el uso de las redes sociales en el dormitorio, restringir el uso para menores de 14 años. Todos ellos reconocen que sus propios hijos tienen terminantemente prohibidas las redes sociales, lo que definitivamente dice algo sobre la percepción que tienen los mismos directivos de estas sobre su efecto en las personas.
La impresión general que deja The Social Dilemma es que, aunque hay esperanza, existe una necesidad urgente de regulación para estas empresas que ya no son start-ups inocentes, sino conglomerados ultrapoderosos, capaces de alterar el comportamiento humano y, por consecuencia, el futuro.
Disponible en Netflix.