La moda puede tener un efecto contagioso. Basta un anuncio publicitario en televisión, radio o un par de publicaciones de redes sociales para extenderse una nueva tendencia. Si bien la moda es una forma de expresión y parte de nuestra identidad cultural, también puede tener efectos nocivos para la salud del planeta y la dignidad de las personas si no se toman acciones concretas.
Este relato parte cinco años atrás, cuando, gracias a una invitación que recibí de una empresa a desarrollar un programa de sustentabilidad, empecé este increíble viaje hacia la industria de la moda, un camino fascinante y sin pasaje de regreso. La historia inicia en China con la participación en las reuniones de compra. Agendas apretadas, entre ropa, colores, texturas, cajas y olor a té verde. Ajustarse a un precio conveniente era el gran desafío. Mientras observaba, admiraba la interacción de culturas tan diferentes, unidas para satisfacer los deseos voraces del consumo.
Un tiempo después me embarcaba a Bangladesh e India donde pude visitar alrededor de 20 fábricas buscando profundizar en las cuestionadas prácticas ambientales y sociales de las que mucho se habla. Entre los colores de los saris, pude descubrir esfuerzos para aprovechar de manera eficiente el agua y evitar los vertimientos de contaminantes, usar mejores químicos en el teñido o técnicas más amigables en el desgaste de los jeans. Desde la perspectiva social, me sorprendió en Bangladesh que las grandes fábricas cuentan con jardín infantil y profesionales de la salud, botiquines de primeros auxilios y sistemas de emergencia muy bien establecidos. Aunque no todo es color de rosa, también observé desafíos en el cuidado a las personas y en materia del ambiente; cuya gestión hace parte de la asesoría que he brindado a través de la empresa Cadenas de Valor Sustentables (CAV+S). Si bien este relato podría extenderse me gustaría sintetizar a continuación las buenas prácticas que tanto las marcas como consumidores podrían seguir para avanzar hacia una toma de decisiones más consciente y responsable.
El pecado del país de origen
Existe mucha información respecto a los desafíos sociales y ambientales que aquejan a la industria de la moda, aunque poco se asocia estas falencias a la desprotección legal o el contexto histórico, social y cultural de los países donde se establece esta cadena. Por mencionar algunos ejemplos, en Bangladesh aún no se ha ratificado el convenio fundamental OIT sobre la edad mínima (Número 138, 1973), y por consiguiente las marcas suelen establecer rigurosos procedimientos a través de auditorías e inspecciones para velar por la no presencia de menores en las instalaciones. O en India, donde una historia marcada por las diferencias religiosas hace que en algunas fábricas se contraten personas de una misma religión, agotando así las posibilidades de incorporar una creencia diferente, lo que podría sugerir una suerte de discriminación. Armonizar los estándares de la industria con el contexto local permite avanzar hacia una cadena de valor más responsable, consciente y respetuosa del entorno local. Estos datos son una invitación a comprender el contexto en el que se teje la cadena de la moda.
¿Y qué pueden hacer las marcas? Conocer el ámbito legal, un poco de la cultura e incluso de la historia de los lugares donde se establece la industria de la moda permite definir estándares de producción sólidos y a la vez armonizados con la realidad. Es por eso que las marcas podrían estudiar, además de lo mencionado, los riesgos asociados a sus cadenas de valor, cuya gestión puede ser priorizada considerando el contexto país, el ciclo de vida del producto, la representatividad para su negocio, y construir programas que les permitan gestionarlos apropiadamente. Las inspecciones y auditorías son por lo general el camino por el que varias marcas han optado, aunque según la experiencia de CAV+S el éxito radica en la seria convicción de los directivos y representantes de marcas.
Cada buena acción tiene su costo
Para nadie es un secreto que varias marcas reconocidas han decretado un aumento significativo de prendas con atributos sustentables. En los escenarios de compra se ofrece un menú de atributos, tales como: algodón orgánico, poliéster reciclado, con certificación de químicos controlados; cada uno con un precio diferenciador. Este precio, que ya es superior al convencional, puede aumentar aun más si es que se requiere presentar un certificado que lo respalde. Este tipo de incremento se refleja en el precio final del producto, donde solo una oferta suficiente podría incentivar que el precio final sea accesible a cualquier bolsillo. Es decir, normalizar la sostenibilidad para que esté al alcance de todxs.
¿Qué pueden hacer las marcas y los consumidores? La experiencia de CAV+S ha demostrado que el empoderamiento de los equipos de compra es clave para garantizar que los productos sean lo que verdaderamente declaran. Para ello es fundamental contar con los respaldos suficientes, como certificados que permitan trazar un determinado atributo a lo largo de la cadena. Asimismo, si el consumidor demanda cada vez más productos con atributos sustentables, aumentará su oferta en el mercado. Esta simple acción catalizará la estabilización de precios y el cumplimiento con las declaraciones que hacen las marcas. Por mencionar un ejemplo, las primeras prendas que se confeccionaron con hilos de poliéster reciclado tuvieron un precio superior al que puede verse ahora en las tiendas; la razón es que se ha desarrollado una industria en torno a la logística de recolección de botellas plásticas, procesamiento, generación de hilos, telas etc. Y esto ha permitido una estabilización en los precios.
Etiquetas
También las etiquetas entregan información relevante. Un ejemplo es una prenda certificada Oeko-Tex®, que indica que cumple la normativa respecto al bajo contenido de sustancias nocivas para la salud. En este caso la prenda certificada debería tener una etiqueta visible que indique el número de certificado, el nombre del instituto que realiza el testeo químico y el link donde se puede verificar la información. Si no se observa esta información en la etiqueta es recomendable dirigirse al sello para confirmarlo ([email protected]). Otro ejemplo es una prenda etiquetada GOTS (por sus siglas en inglés, Global Organic Textile Standard) la cual debería incluir el contenido orgánico de la prenda, la empresa certificadora y el número de licencia de la entidad certificada.
¿Qué pueden hacer las marcas y los consumidores? Comprender las reglas de los estándares y empoderar a los equipos en el reconocimiento de las buenas prácticas permitirá que las marcas hagan un buen uso de las virtudes de sus productos.
Los consumidores también juegan un rol fundamental exigiendo transparencia y preguntando a las marcas sobre sus decisiones responsables. Estas lecciones no evitan los impactos de la industria de la moda, pero sí pueden ayudar a reducirlos y mitigarlos. Acciones tales como la moda circular, las certificaciones de fábricas y de producto, la comunicación de atributos de sustentabilidad, entre otros, permitirá que la moda se integre saludablemente al planeta.