Yo nunca he sido buena para las dietas. Me encanta comer, sobre todo soy fanática de los postres, y no me echo nunca para atrás si me proponen salir a tomar un aperitivo o a comer algo.
Al mismo tiempo, siempre he tenido un peso fluctuante, a pesar de que en apariencia he seguido siempre con las mismas costumbres. El año pasado tuve que empezar una dieta desinflamante por un inicio de intolerancia al gluten. Ya no podía comer ni pasta, ni pan, ni postres: no creía durar ni una semana.
Sorprendentemente, a medida que iban pasando los días, esta dieta odiosa me forzaba a escuchar con más atención mi cuerpo. Por primera vez me di cuenta de en qué medida el tipo de comida y el tamaño de las porciones tenían un efecto sobre mi cuerpo y mi bienestar físico. Ahora que he descubierto la alimentación intuitiva, veo todo lo que me ha estado pasando desde otra perspectiva.
¿De qué estoy hablando? La alimentación intuitiva o intuitive eating no es una dieta, ni una forma restrictiva de comer. Es un estilo de alimentación que quiere favorecer una actitud sana hacia la comida y la imagen que tenemos de nuestro cuerpo. Nos empuja a escuchar profundamente las sensaciones y las necesidades del cuerpo. La definiría casi como una forma de meditación consciente.
Tiene una sola regla y bien simple: come cuando tienes hambre y para de comer cuando ya estés satisfecho. (Claro que la teoría es una cosa y la práctica otra, sino no existirían los problemas de sobrepeso y los trastornos alimenticios).
Para comer intuitivamente hay que reeducar totalmente nuestra mente y redescubrir cómo confiar en nuestro cuerpo.
Primero que todo, hay que diferenciar entre el hambre física, que se manifiesta con un estómago hambriento, fatiga, irritabilidad, y que desaparece después de haber comido; y el hambre emocional, que es impulsada por emociones como tristeza, aburrimiento, soledad –en la que la comida, además de no satisfacerla, incluso favorece el sentido de culpa y malestar–.
El término intuitive eating fue creado en 1995 por Evelyn Tribole y Elyse Resch, en el título del libro donde exponen los 10 principios clave de esta filosofía:
1) Rechaza la mentalidad de la dieta
La alimentación intuitiva es una filosofía anti-dieta total y no tiene piedad en decirnos que la dieta ideal, la que nos hará perder 10 kilos en una semana comiendo solo zanahorias, no existe.
2) Acepta el hambre
El hambre no es el enemigo. Responde a las primeras señales de hambre dándole comida al cuerpo.
Si dejamos acumular excesivamente el hambre, probablemente comeremos demasiado después
3) Haz la paz con la comida
Deja de luchar contra la comida. Olvídate de lo que deberías o no deberías comer.
4) Desafía la policía de la comida
La comida tampoco no es el enemigo, y no hay alimentos buenos y alimentos malos. Lucha contra los pensamientos que te quieran convencer de lo contrario.
5) Respeta tu sensación de estar satisfecho
Escucha las señales de tu cuerpo: él, solito, te va a decir cuando tiene hambre y cuándo ya está satisfecho.
Mientras vayas comiendo, date tiempo de reconocer el sabor de la comida y las sensaciones que cada alimento te provoca. Podrías sorprenderte de lo rica que es la comida cuando la saboreas sentándote a una mesa sin apuro.
6) Descubre el factor de satisfacción
Haz la experiencia de comer placentera: cocínate algo rico y siéntate para comerlo con calma.
Verás que necesitarás menos comida para sentirte satisfech@.
7) Acepta tus emociones sin usar la comida
El hambre emocional es una manera de hacer frente a las emociones, no de resolverlas. Lo recomendable es buscar alternativas para manejar las emociones que no impliquen comer, como ir a dar una vuelta, juntarse con amigos, meditar, hacer yoga, etc.
8) Respeta tu cuerpo
En vez de criticar tu cuerpo por todos los defectos que ves, admira su belleza y capacidad así por como es.
9) Haz ejercicio – siente la diferencia
Encuentra alguna actividad que te guste –caminar, hacer yoga, ir en bici, hacer zumba– y no la dejes más.
10) Cuida tu salud – alimentación liviana
La comida debe saber bien y debe hacerte bien. Ponle atención a los alimentos que no te hacen sentir bien, pero no seas extrem@: ¡una porción de torta no va a dañar tu salud!
Una investigación australiana ha estudiado la conexión entre la alimentación intuitiva y el bienestar psicológico, y los resultados hablan por sí solos: las personas que comen intuitivamente tienen actitudes psicológicas más sanas, un índice de masa corporal menor y mantienen su peso ideal más fácilmente.
No son descubrimientos nunca antes escuchados, ni son reglas estrictas. Si te dieron ganas de probar, solo tienes que aprender a escucharte.
Mi nuevo mantra para el 2019 –¿quién dijo que solo se pueden fijar propósitos el 1 de enero?– es: «Comeré si tengo hambre, y dejaré de comer cuando ya me sienta satisfecha».
Y, si como a mí, te gusta leer y te manejas con el inglés, puedes profundizar el tema en el libro The Intuitive Eating Workbook: Ten Principles for Nourishing a Healthy Relationship with Food, de las mismas Evelyn Tribole y Elyse Resch.
Fuentes:
Definition of intuitive eating
A quick guide to intuitive eating
Relationships between intuitive eating and health indicators
10 principles of intuitive eating
Quali sono i principi e quali i benefici dell’alimentazione intuitiva