Uno de los sentimientos que ronda esta época del año es la gratitud, por la comida, los ingredientes y las personas que se sientan a la mesa a compartirlos. Aún así, en países como Estados Unidos unas 200 millones de libras de pavo terminan en la basura en una fiesta como el Día de Acción de Gracias. Este desperdicio representa, de acuerdo con el Consejo para la Defensa de Recursos Naturales (NRDC por sus siglas en inglés), suficiente agua para abastecer a una ciudad grande como Nueva York, y su huella de carbono es equivalente a que 800.000 autos crucen Chile de norte a sur.
Sabemos que en estos tiempos de fiestas solemos cocinar para más personas más seguido. Por lo mismo, creemos que es un buen momento para mitigar nuestro impacto ambiental y tomar algunas consideraciones a la hora de preparar las recetas para estas fiestas de cierre de año.
1. Planificar cuánta comida realmente se necesita. Save the Food es un programa de la NRDC para reducir el desperdicio de alimentos, y uno de sus recursos es una calculadora llamada Guest-imator que sirve para estimar y planificar porciones más acertadamente, con preguntas sobre cuántos invitados son, qué tanto suelen comer, qué tipo de comida serviremos, etc.
2. Delegar. Un malón siempre se siente como un esfuerzo colaborativo y reduce la presión puesta en el anfitrión. Al pedirle a cada invitado que lleve algo se reducen también las ansiedades por si no hay suficiente comida y, por ende, las probabilidades de terminar cocinando demás.
3. Probar un menú vegetariano. ¿Y si intentamos no comer carne en las fiestas de este año? Si el plan se suele centrar en el pavo o la carne y los convocados son carnívoros recurrentes, quizás proponer un menú vegetariano podría ser entretenido para probar recetas nuevas. Reducir el consumo de carne es el cambio de comportamiento más eficiente para reducir la huella de carbono personal.
4. Servir porciones menos exuberantes. Usar platos medianos para poner la mesa con la idea de que cada invitado se sirva menos la primera vez puede ayudar a evitar que todos llenemos nuestros platos y nos sintamos satisfechos a la mitad, porque ahí es cuando las sobras terminan en la basura. Obviamente no se trata de escatimar, sino de llamar a que cada uno se sirva todas las veces que quiera lo que realísticamente va a comer.
5. Dejar de pelar los vegetales. Béa Johnson ha dicho que en algún momento se deshizo de su pelador de vegetales y desde entonces eliminó ese reflejo de pelar incluso las verduras que no lo requieren. De esta manera se reducen los residuos orgánicos y, de paso, se aprovechan las vitaminas que contienen las cáscaras de los vegetales.
6. Compostar. Hablando de residuos orgánicos, el Programa Reciclo Orgánicos lanzó recientemente una Guía de Compostaje Domiciliario, descargable de forma gratuita, en la que se explica al detalle cómo podemos gestionar los residuos orgánicos en casa. Va desde el tratamiento de los residuos orgánicos y el compostaje y vermicompostaje, hasta los mitos del reciclaje de este tipo de residuos. Descarga la guía acá.
7. Preparar lo que uno quiere comer realmente, no lo que se suele hacer. Esta es una invitación muy básica a cuestionarnos lo que solemos cocinar por tradición pero en realidad no termina gustándole a muchos y se desperdicia año tras año. Puede ser un postre que se ha hecho en la familia durante años pero casi nadie disfruta sinceramente, o una ensalada que está en todas las celebraciones pero a la que no le vendría mal una actualización de frutas o verduras estacionales que de verdad todos tengan ganas de comer.
8. Hacer una gran sopa. Después de una cena se puede hacer una enorme sopa con los vegetales sobrantes. Incluso se puede preparar esa misma tarde, para que llene el ambiente de un nuevo aroma, y servirse a quienes decidieron quedarse conversando hasta tarde en la noche. Si nadie se anima ese mismo día, una sopa de verduras siempre se puede congelar para futuras preparaciones.
9. Compartir lo que no fue comido. Si se hizo un malón y sobra comida al final de la ocasión, por qué no decirles a los invitados que se lleven un poco de cada cosa para su día siguiente. Un esfuerzo adicional extra consciente puede ser pedirles con anticipación que lleven sus propios contenedores reutilizables, para que el anfitrión no quede con una cantidad de comida imposible de comer.
10. Buscar recetas que ocupen los ingredientes que sobraron. Sopas, salteados, arroz frito y sánduches son preparaciones evidentes para aprovechar los ingredientes y platos que sobraron del día anterior. Igual no está demás buscar recetas novedosas para hacer algo diferente, como waffles hechos de puré de papas.