Mientras que la artesanía nos evoca a épocas pasadas y el trabajo minucioso a manos de técnicas que sobreviven gracias al trabajo de unos pocos, por otro lado, la tecnología nos sugiere progreso, modernidad y también despersonalización.
Comprendiendo que la industria textil engloba mucho más que el proceso de la confección, la cultura del internet transformó el modo de fabricar ropa. Hoy, a la hora de diseñar una colección, la opinión del público toma un rol protagonista. De esta manera, se teje un hilo conductor a través de la indumentaria para llegar a ser atractiva ante el usuario, los medios y redes sociales.
Es en este punto donde la generación Z y millennials ponen mayores expectativas, reclamando la presencia de prendas genderless, valorando el uso de tecnologías como la impresión 3D, innovación en biomateriales y, a la vez, revalorizar el trabajo hecho a mano.
En otras palabras, se palpa una dualidad entre defender las técnicas a mano y abrazar la innovación de procesos con la tecnología. Pero, ¿por qué el mercado lo demanda? y, ¿pueden reconciliarse ambas técnicas?
Kimberly Ortega, fundadora de Soak, define a los procesos manuales como un valor irremplazable ya que llevan tiempo, herencia y cultura. Cada pieza de esta marca ecuatoriana se caracteriza por usar procesos manuales como el teñido natural de telas e hilos, cosido manual y estampado natural. La intención detrás, se enfoca en que el consumidor trate a las prendas con amor y respeto no como una prenda a desechar que terminará en un vertedero creando contaminación.
“El handmade responde a procesos que hacen que una prenda se convierta en una con historia”
Kimberly Ortega.
Marcas como esta, han sido influenciadas por cambios de esquemas sociales como el trato justo hacia las personas relegadas, ignoradas e incluso invisibilizadas. Y además, por el sentido de responsabilidad ambiental de cambiar el sistema o la manera en la que su marca produce sus prendas.
Según Kim, desde una perspectiva de moda social, la forma de confeccionar ha cambiado de forma negativa cuando se enfoca en crear ventas y producciones masivas dirigidas a un consumismo desesperado y descontrolado. Y de forma positiva, aunque se encuentren en minoría, cuando se enfoca más en una confección de indumentaria con funcionalidad y sistemas que aporten de manera positiva a la sociedad; dirigidas a un sistema de producción “slow”.
Y entre ambas dualidades, está Nino Ec, una marca que combina la fabricación digital y de biomateriales. Usando técnicas como impresión 3D, láser y materiales reciclados, así nace la colección “Divina” impresa con filamento reciclado en 3D. Su trabajo, demuestra que puede haber una reconciliación en procesos manuales orgánicos y tecnológicos en la confección.
Cada paso del proceso del diseño es fundamental, y en nuestros días suma confiabilidad cuando una marca de moda con respeto y responsabilidad atiende las necesidades medioambientales y sociales que necesitamos en esta cultura del internet.
Desde antaño tenemos la idea de que la artesanía y la tecnología habitan en mundos casi opuestos, cierto es que responden a conceptos muy distintos, sin embargo, tal vez la fusión de ambos mundos sea la respuesta a la hora de confeccionar prendas en la era que estamos habitando.
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