Empezamos en abril con esta serie de artículos, la cual tenía como principal objetivo reconocer nuestro clóset, cuerpo y necesidades ante una nueva normalidad postpandemica y así construir, paso a paso, una nueva manera de relacionarnos con nuestra ropa. Ojalá pudiéramos decir que esta será nuestra «nueva normalidad», pero nos toca volver a acomodarnos dentro de todo lo que sigue pasando.
En este intento de volver a vivir y vestirse, reconocimos los cambios en nuestro cuerpo, rutinas, gustos y demandas. Eliminamos los excesos para, teniendo en nuestro clóset sólo lo que nos representa ahora, transformar el momento diario de vestirnos en algo más fácil y agradable. Aprendimos a cómo comprar de manera más consciente, si es que fuera necesario comprar, y de seguro, todo eso, nos ha traído un poco más de bienestar.
Hechos los pasos anteriores, nos queda usar este nuevo clóset, mucho más coherente y apto a nuestra personalidad, y ejercitar día a día nuestra creatividad. Crear nuevas combinaciones y ampliar el rango de uso de cada prenda, es el camino para estar más satisfecha con nuestro armario por más tiempo. Evitando así frases como “no tengo nada que ponerme” o cayendo en compras impulsivas.
Primer paso: separa los conjuntos
El traje de dos piezas es el ejemplo más común. En mi experiencia como consultora de estilo, veo muchos looks completos que son usados solamente de ese modo, porque fueron comprados así. A menudo, están colgados juntos, para “facilitar” la vida. En verdad, lo que hacemos con esta actitud es limitar el uso y bloquear nuevas maneras de dar mayor vida útil a cada prenda. Mi recomendación práctica con mis consultantes es: separa los trajes dos piezas, físicamente y en tu mente.
Cuando separamos nuestras prendas, podemos empezar a crear nuevas combinaciones. Cambiando las combinaciones más obvias, por algo que entregue más personalidad. Desde ahí, vamos experimentando lo que –en teoría– no funciona y ajustando para armonizar, hasta sentir que tenemos algo que nos agrada.
Segundo paso: juega con los colores
En vez de combinar “prenda neutra con prenda colorida”, ¡piensa distinto!. Busca ecuaciones y juegos más inteligentes de colores. Intenta coordinar un color claro con otro claro, oscuro con oscuro. Con esta dirección en mente, podemos mezclar todos los colores entre sí y lograr un look original y elegante: el claro y oscuro “conversan” (incluso entre los mismos colores o similares), y ¡ya tenemos un look monocromático!
La misma lógica se puede aplicar para coordinar colores vivos con vivos, opacos con opacos, cálidos con cálidos, fríos con fríos. Solo por considerar las características de cada color, en vez de solamente el matiz, logramos salir de las combinaciones obvias y “reglamentadas”, abriendo muchas nuevas posibilidades.
Tercer paso: zapatos y carteras distintos, pero en armonía
Los zapatos y las carteras no tienen porqué ser iguales, ni en materialidad ni en colores. Esto de accesorios combinados es una invención antigua de la industria (ni te cuento con qué objetivo ;), pero de seguro te lo imaginas).
Una opción más ingeniosa e interesante es priorizar la armonía entre ropa y zapatos, y entonces completar el equilibrio con una cartera coherente con todo el resto. Mientras más variedad de texturas / sensaciones hay en tu look, más interesante es éste. Podemos probar cartera de un tipo de cuero, con zapato de una textura diversa. Esto también corre para la ropa.
Es posible armonizar todo eligiendo materiales y texturas equivalentes o contrastantes, de acuerdo con tu objetivo. Por ejemplo: la seda, el crepé y la lana fina son materiales livianos y naturales y, por lo tanto, funcionan perfecto para un look elegante. Por otro lado, si intentas unir elementos opuestos, como una tenida compuesta de materiales livianos y accesorios pesados, puedes generar un look más transgresor.
El toque final: accesorios que entregan información de estilo
Ni los mínimos detalles necesitan ser iguales. Aros, anillos, collares, pulseras, relojes y broches sólo suman información “decodificable” cuando son diferentes entre sí. Si son todos iguales, significan una misma lectura y se pierde la apuesta. No tiene que ser todo dorado o todo plateado, vale decir.
Combinar es más fácil de lo que piensas. No exige tanto trabajo, ni tiempo, ni inversión. Para crear nuevos looks, se necesita autoconocimiento, personalidad y coraje para arriesgarte a probar algo nuevo. Recuerda: nadie se muere, ni se colapsa el mundo si algún día tu look no quedó exactamente como querías. Así que respira y no olvides que más vale que te permitas salir de lo obvio y aprender más sobre ti y tu clóset.
Crear para no consumir = empoderarse
Comprar ropa nueva puede ser divertido, pero tener que comprar para que tu clóset funcione, para que te sientas bonita, puede tener un gusto amargo. Ésto nos pone en un lugar agobiante, de escasez, influenciado de recursos externos, productos y cosas.
Por otro lado, cuando nos proponemos ejercitar la creatividad, a probar nuevos usos para la ropa que ya tenemos, lo que pasa en nuestro interior es empoderador: inteligencia y aprendizaje son recursos internos y en lugar de deudas, generan satisfacción y orgullo propio. No se trata de la cantidad de cosas que tenemos, sino de tener una mirada fresca para observar y utilizar lo que ya tenemos.
Para mí, empoderarse es esto: sentirse bien redescubriendo prendas que ya están ahí, sintiendo que el dinero invertido en cada prenda valió más en cada reuso. Nos fortalecemos emocionalmente cuando nos enfocamos en perfeccionar nuestros recursos internos, dejando de depender de los externos.
¡Te invito a crear!