Hoy, en la época donde la información nunca fue de tan fácil acceso, la menstruación sigue siendo uno de esos temas que causan vergüenza e incomodidad. Hasta la sola palabra produce tensión en algunas mujeres y hombres. Son muy pocas las personas que al preguntarles el por qué de su malestar, dolor o sensibilidad, responden claro y sin miedo.
Frente a esto, distintas comunidades han iniciado una revolución focalizada en desmitificar el tema. Poco a poco se abre cada vez más la puerta de la información para hablar sobre qué es lo que pasa en con nuestros cuerpos, nuestros ciclos, con las hormonas, los cambios de ánimo; hasta llegar a asuntos más complejos, como problematizar la píldora anticonceptiva y cuestionar si acaso es solo una solución parche que cubre problemáticas más profundas.
Las redes sociales han cumplido un rol fundamental en la revolución del periodo. Hashtags como #periodsarenormal es una de las consignas más populares de este movimiento. Al buscarlo en Instagram, se encuentran cientos de cuentas dedicadas al tema, con imágenes que van desde la anatomía del útero, tiendas de copas menstruales, hasta imágenes de sangre, como el polémico caso de la poeta canadiense Rupi Kaur, la cual fue censurada por Instagram al subir una fotografía acostada, dando la espalda, con una mancha de sangre en su ropa interior (censura que fue duramente criticada por ella y activistas).
La mayoría de estas cuentas pertenecen a ONGs, periodistas, ginecólogos, aficionados y activistas que comparten gráficas e ilustraciones inspiradoras, haciendo que más allá de ser un tema de nicho, la revolución de la menstruación sea una cuestión de sanidad pública, igualdad de género y educación sexual. Algunas de sus iniciativas son el reparto de copas menstruales en comunidades de escasos recursos, donde el acceso a toallitas es un lujo; ofrecer clases de educación sexual a mujeres; informar y debatir sobre temas como la endometriosis, el síndrome pre-menstrual, ovario poliquístico, etc.
De la mano de la tecnología, las apps para trackear tu ciclo son de las plataformas más populares y han sido protagonistas del autocuidado y exploración. Estas entregan herramientas para conocer nuestro periodo, permitiendo registrar fechas, síntomas, y alteraciones, facilitando la comprensión de cómo funcionan nuestras hormonas, cómo afectan el ánimo y la fisionomía de cada una.
El periodo no miente
La menstruación es el espejo de nuestra salud. Cuando estamos sanas, el periodo es regular, sin dolor y sin mayores complicaciones. Ahora, cuando no lo estamos, la regla habla por sí sola. Así lo describió el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología (ACOG, por sus siglas en inglés), junto con la Academia Americana de Pediatras, asegurando que el ciclo menstrual es una señal vital de la salud, donde patrones negativos en el ciclo durante la adolescencia, pueden significar enfermedades futuras en edades más avanzadas.
Así, aseguraron que una visita al médico no está completa si este no consulta sobre cómo es el periodo de la paciente. La menstruación es parte fundamental de la salud y el bienestar. Me pregunto cómo es posible que por décadas se haya considerado menstruar como algo secundario y negativo, cuando podrían haber ampliado la conversación sobre el cuerpo femenino y sobre nuestras emociones. Lo triste es que hoy, en pleno siglo XXI, alrededor del mundo muchas culturas ven a la menstruación como una enfermedad, algo sucio, que te deja en un estado de impureza (como se ve en el documental Period. End of Sentence); algo que ni siquiera se relaciona con la fertilidad de la mujer. Para muchos es una maldición, una vergüenza.
Por fortuna, los tiempos cambian y hoy apuntan fuertemente a la inclusión e igualdad de género. Y este movimiento busca en particular normalizar los periodos. Porque, evidentemente, son normales, son parte de la naturaleza y no hay nada de malo con ellos. Dejemos de decir “me enfermé” cada vez que nos llegue la regla. Basta de sentir vergüenza al pedir en una farmacia tampones, o de tener que poner excusas por ir al baño más veces de lo normal. Basta de comerciales mostrando toallitas con sangre azul, o de que las mujeres debamos seguir a mil con nuestras vidas al estar menstruando, cuando ese es un momento del mes que el cuerpo llama a descanso e introspección.
Ese cuerpo no es mío
Un tema en deuda en la educación y la ciencia es el cuerpo femenino. Se enseña en los colegios la anatomía humana en general, como si el cuerpo de una mujer funcionase exactamente igual al de un hombre –caucásico promedio, además; en el cual se han basado la mayor parte de los estudios, experimentos y libros de ciencia a lo largo de la historia–. Si educamos a las futuras generaciones sobre la menstruación, podríamos cambiar la vida de muchas niñas, enseñándoles que si están más sensibles algunos días del mes es porque las hormonas nos ponen más sensibles y eso es hermoso. Que si se alteran un poco más de lo normal, esa irritabilidad puede ser tratada, igual que la depresión y ansiedad, que muchas veces tiene un origen en algo ignorado por la sociedad, como el síndrome pre-menstrual. Dejarles saber que existen explicaciones, soluciones y redes de apoyo.
Para vivir una vida con una consciencia elevada es primordial el autoconocimiento. Preferir sanar de manera lenta pero natural, tratando la causa para evitar las consecuencias. Hoy lamentablemente se ha mal enseñado a curar de manera rápida y química cualquier desequilibrio hormonal, el síndrome pre-menstrual, el acné, períodos abundantes, etc. con ginecólogos recetando sin pensarlo dos veces anticonceptivos desde la adolescencia. Si tan solo existiera más educación sobre nuestros cuerpos, tanto médicos como mujeres veríamos la menstruación como algo útil y simbólico.
Borrando el estigma
Los prejuicios y la falta de información han provocado que desde niñas le tengamos miedo a la menarquia (primera regla), tornándose en una causa de ansiedad y convirtiendo la experiencia en algo traumático. No solo es difícil ser mujer en un mundo que favorece a los hombres, sino que también duele, y tu útero te lo recordará cada mes. Así es el discurso.
Cambia la vida saber que nuestros cuerpos no buscan castigarnos cada mes con dolor, provocando que odiemos ser mujeres; que no es algo sucio ni sinónimo de vergüenza. Normalizar la regla es un proceso sanador, es aceptar la naturaleza cíclica y usarla a nuestro favor. Ver virtud en él y visibilizar cómo nos habla mensualmente, a nivel físico y emocional, es parte del proceso de entender nuestros cuerpos.
Repitamos sin miedo, como un mantra: menstruación, regla, sangrado, ovarios, útero, vagina, vulva. Que sea parte de nuestro lenguaje, de la construcción de nuestra realidad. Normalicemos juntxs el periodo.
Créditos imagen destacada: Rupi Kaur