¿A dónde van a parar los celulares o los computadores cuando se acaba su vida útil? Quizás algunas personas los guardan por un tiempo después de que estos dejan de funcionar, hasta que eventualmente llega un punto en que los desechan. Pero, ¿dónde? ¿Es responsable botar un celular al basurero? ¿Qué pasa con todos los cargadores, las baterías externas, los chips y las memorias de los computadores que dejamos de usar?
Bueno, todos esos aparatos electrónicos, desde las impresoras, a los computadores, celulares, tablets y hasta los residuos eléctricos son considerados e-waste al ser desechados. Sin embargo, como pasa con la mayoría de los residuos, su vida útil puede haber acabado, pero no por eso termina su impacto en el medioambiente.
Para entender la gravedad de lo que causa el e-waste es necesario primero dimensionar su escala. Quedémonos solo con el caso de los celulares a nivel mundial. Si consideramos que solamente Apple, por ejemplo, vende más de 200 millones de iPhones en un año, y que en promedio las personas conservan un celular por unos 18 meses antes de cambiarlo por otro -como mencionamos acá-, la cantidad de celulares que terminan en la basura es alarmante. A nivel global, se ha reportado que se producen más de 20 millones de toneladas de e-waste al año.
En Chile, por ejemplo, se generan 8.7 kilos de residuos electrónicos por persona cada año, según un informe de la Universidad de las Naciones Unidas. Anualmente, en nuestro país se desechan 3.000.000 de celulares y 500.000 computadores, de acuerdo a otras fuentes. De hecho, Chile encabeza el top 3 de países latinoamericanos generadores de residuos electrónicos. Y el Ministerio del Medio Ambiente reconoce que un 83% de esos desechos tienen un destino desconocido.
Ese destino desconocido, sin embargo, es probable que sea un vertedero. Una de las principales razones por la que esto es un problema es que todos los aparatos electrónicos en desuso se convierten en residuos contaminantes al ser desechados. Este hardware contiene una alta concentración de elementos químicos como mercurio, cadmio, arsénico y plomo, que al ser tirados en vertederos, se filtran a la tierra, contaminando el agua y afectando a las comunidades cercanas.
E-waste Trail, una página que documenta los rastros del e-waste, asegura es una práctica común que países de Occidente transporten sus desechos electrónicos para ser tirados en vertederos de países menos desarrollados. De hecho, asegura que Ghana se ha convertido en un hotspot para el e-waste a nivel mundial. En estos sitios, los aparatos muchas veces son quemados para retirar metales valiosos, como piezas hechas de oro, mientras que sus componentes tóxicos contaminan el aire. Otras veces son sometidos a baños químicos que descomponen los elementos no valiosos para retirar el oro, y ese líquido es regado irresponsablemente sobre la tierra, contaminando las aguas.
En cuanto a posibles formas de evitar esto, en Chile, existe actualmente la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (REP), que establece que los fabricantes de ciertos productos deben organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de sus productos. El objeto de esta ley es “disminuir la generación de residuos y fomentar su reutilización, reciclaje y otro tipo de valorización”. Y aplica para los electrónicos.
La ley REP, en definitiva, es un instrumento económico de gestión de residuos que obliga a las empresas a hacerse cargo de sus electrónicos, lo que puede hacerse a través de un gestor o una empresa autorizada de reciclaje de electrónicos en Chile, como Recycla Chile, que se encarga de recibir, pesar, clasificar, almacenar y desmantelar los aparatos para separar los componentes reciclables, restaurables, y no reciclables.
De todas maneras, es necesario cuestionarnos si los esfuerzos de reciclaje son realmente suficientes. En un artículo publicado en octubre del año pasado en la revista Forbes, se reportó que solo un 20% del e-waste a nivel global es reciclado, y que muchas veces ni siquiera es realmente reciclado sino simplemente transportado a lugares más remotos. ‘El reciclaje no debe ser usado como un parche para la conciencia del modelo de contaminación’, asegura su autor, Vianney Vaute.
La cantidad de desechos electrónicos, también conocidos como ‘la basura del siglo XXI’, para Vaute, solo puede desacelerarse con una reducción en la producción. Y en cuanto a nosotros, los consumidores, procurar utilizar los aparatos hasta que no den más, arreglarlos cuando se dañen levemente, y finalmente pedirles a los productores que se hagan cargo cuando estos electrónicos efectivamente dejen de funcionar. Porque sabemos que, como pasa con el plástico, el reciclaje no es la solución a largo plazo.
Imagen destacada vía Ewaste Trail